Pues no… No sólo no repunta la economía, sino que todos los pronósticos de crecimiento se siguen ajustando a la baja.
Hoy resulta que si no hay nada que siga apagando los motores del crecimiento, lo más que podemos esperar es que nuestra economía -desafortunada e irreversiblemente dependiente de los precios del petróleo y de la economía estadounidense- apenas crezca 2 por ciento este año, con pocos y débiles indicios que permitan suponer que el año próximo será mejor.
Ante un entorno tan complicado, agravado por procesos políticos que no aportan valor a ninguna estrategia o plan de desarrollo nacional o regional, lo único que cabe esperar es que los gobiernos asuman el compromiso de crear condiciones que permitan el desarrollo de todo sector productivo con posibilidad de crecer, y, si fuera posible, de tener un efecto multiplicador en los mercados locales.
Sería sensato además, que los gobiernos centraran su atención en sectores productivos que no dependan fundamentalmente de recursos públicos.
Es evidente que la industria de la construcción, en su conjunto, y en forma mucho más específica el sector inmobiliario, cumple muy bien con los criterios que acabo de señalar.
Se trata de actividades con alto contenido de inversión privada, que se convierten en poderosos motores de la economía, llevando dinamismo a cada región del país, generando empleos y construyendo una plataforma física fundamental en el proceso de elevar el grado de competitividad de México.
El pronóstico está dado y no suena nada atractivo… Será difícil crecer… Pero al menos vale la pena preguntarse ¿qué pasaría si hubiera condiciones para que construcción, desarrollo inmobiliario y vivienda operaran a su máxima capacidad?
Nos vemos mañana a las 11:30 pm en Vivienda en Verde. Es por Green TV en 410 de IZZI, 392 de Total Play y en línea a través de www.greentv.com.mx.