Por Gustavo López Padilla
De entre las oportunidades posibles de proyectos que se presentan a los arquitectos, resultan de lo mas relevantes y satisfactorias, aquellas en las cuales desde su planteamiento inicial, hasta el resultado final construido de los mismas, está involucrada esencialmente una rica e intensa relación, entre el tejido material urbano y paisajístico preexistente de las ciudades y sus arquitecturas y el desarrollo de la vida cotidiana de las comunidades que ahí conviven. Se trata de proyectos de clara y directa repercusión comunitaria, significando un serio compromiso social profesional para los arquitectos involucrados. En este orden de cosas, nos referiremos en adelante, al proyecto de intervención hidráulica, urbana y paisajística del malecón que corre a lo largo de un tramo importante del costado oriente del Río Grijalva, en la ciudad de Villahermosa, en el Estado de Tabasco, México. Va le la pena tener en cuenta, que el río Grijalva es uno de los mas importantes y caudalosos, con los que se cuenta en el sureste de la República Mexicana.
Lo primero que merece la pena resaltar de este proyecto, tiene que ver con la voluntad, responsabilidad social, política y ambiental de los habitantes del lugar y sus representantes gubernamentales, considerando la presencia del Río Grijalva, como un componente natural, cultural y paisajístico fundamental, que ha formado parte históricamente de la vida de la ciudad de Villahermosa, siendo entonces significativo e importante conservarlo, mejorarlo, reconociendo su relevancia social y sus generosos beneficios en términos ambientales, económicos e hidráulicos para la ciudad y como lugar que constituye una parte fundamental de convivencia social de los habitantes de la ciudad. Conciliar el desarrollo urbano de Villahermosa, con la conservación y el mejoramiento natural del Río Grijalva, corazón natural de la ciudad, es una muestra de cultura y sensatez colectiva.
El proyecto en cuestión les fue encomendado a los arquitectos. Mauricio Rocha Iturbide, Oscar Rodríguez Castañeda y Alejandro Castro Jiménez Labora, a los que se suma un importante equipo de colaboradores. Data su inauguración del mes de diciembre del año 2023, involucrando una longitud intervenida de 6 km y el rescate de mas de 125,000 m2 en las proximidades de la rivera del río. Una primera consideración esencial del proyecto tiene que ver con la consolidación de los muros perimetrales de contención del río, naturalmente con la idea de regular el paso del agua, evitando en la medida de lo posible su desbordamiento hacia los territorios habitables de la ciudad. Otra consideración fundamental tiene que ver con el saneamiento del agua que corre por el río, utilizando para el efecto plantas de tratamiento de aguas residuales próximas a la zona, evitado con ello implicaciones negativas de carácter hidráulico ambiental y de salud pública. En términos proyectuales se planteó la idea básica de que el diseño resultante, tendría que considerar que el río no debería constituirse como un territorio de separación territorial, sino por el contrario, lograr un conjunto de espacios comunes, que propiciaran encuentros cotidianos de la vida colectiva de los habitantes de la ciudad.
Se plantearon como elementos programáticos del proyecto, que al recorrer el malecón se fueran encontrando o descubriendo secuencialmente, lugares para caminar o ser transitados en bicicleta, sitios de descanso, contemplación y convivencia, zonas de juegos para niños, deportivas, otras solamente arboladas y lugares comerciales que pueden alojar venta de artesanías o para disfrutar la comida tradicional del lugar, sumando a lo anterior algunos sitios de carácter cultural, que naturalmente puedan mostrar la riqueza en este sentido, que se ha desarrollado a lo largo de la historia en la región.
La propuesta proyectual implicó con un sentido lineal y secuencial de recorridos, el diseño de pavimentos, bancas, equipamientos de iluminación y una reforestación masiva, considerando especies vegetales del lugar, que impliquen un bajo mantenimiento. El diseño en general se asumió con la postura de emplear formas geométricas simples, regulares, de escalas amables en la percepción vivencial de sus recorridos, involucrando colores y texturas que bien podemos asociar con la tierra natural y la cultura de la región. El recorrido direccional se caracteriza además por juegos de plataformas a distintos niveles, priorizando fundamentalmente el nivel alto de los recorridos peatonales, que permiten vistas perspectivadas a los lugares aledaños, a lo que se suman componentes rítmicos verticales, que alojan las instalaciones de iluminación urbano-paisajística. Se plantearon además algunas zonas bajas, destinadas como zonas de descanso, contemplación y juegos, próximas al cause del río, procurando una relación vivencial cercana al flujo del agua, áreas que pueden ser inundables, pero que pasado el tiempo de la inundación, se pueden volver a utilizar como lugares colectivos de convivencia. El resultado espacial, formal y paisajístico del lugar es amable y se espera que con el tiempo las especies arboladas procuren sombras protectoras durante el recorrido. El clima caluroso, soleado y húmedo del lugar es considerable.
En lo que se refiere a los edificios que alojan servicios, que se van encontrando a lo largo del recorrido, se plantearon de una escala amable, tan solo un nivel construido, utilizando criterios proyectuales y constructivos racionalistas, empleando formas geométricas simples, regulares, con tratamientos rítmicos en lo que tiene que ver con la disposición de sus componentes estructurales, apoyos verticales y cubiertas, buscando transparencias y contactos visuales entre la zona peatonal y el cause del río, sumando a lo anterior el aprovechamiento de la luz natural, juegos de luces y sombras, protección en relación a sus asoleamientos, a sus ganancias de calor y procurando la inducción de ventilaciones naturales cruzadas. Se utilizaron las mismas tonalidades tierra de color y se plantearon algunos contrastes de texturas y materiales, al emplear focalizados componentes realizados con piedra natural.
Existen obras que por su ubicación, significación cultural y social, naturaleza y calidad habitable resultante, se convierten en impulsoras del desarrollo urbano y la rica convivencia colectiva. Me parece que el proyecto de intervención en el malecón que recorre el costado oriente río Grijalva, incluyendo fundamentalmente la conservación y mejoramiento del propio río, es sin duda una de estas obras promotoras del desarrollo y sería de esperar que los alrededores de la obra, pronto empiecen a mostrar realidades construidas y vivenciales, que mejoren el conjunto urbano y paisajístico de la ciudad de Villahermosa.