Por Pablo Azamar Ferman
Un buen día la huesuda caminaba sonriente por esta gran ciudad,
Hasta que vio un pequeño desarrollo y se dispuso alegre a observar,
Ahí miro su arquitectura y esta le recordó,
A cuando ella en el pasado tantas casas hermosas como esas visitó,
Y es que eran tan vivaces y con colores de verdad,
Que le recordaban a todas las bellas flores de esta gran ciudad.
Y es así como la muerte chispeante se puso una vez más a cantar,
Dando vueltas y vueltas por todo el área de juegos de esa gran vecindad,
Y es que le agradó tanto que se dispuso a acudir,
Con el gran jefe de gobierno para su crédito pedir,
Logrando al final de cuentas su casita obtener,
Siendo así ya vecina de todos por ahora y siempre así ha de ser.