Por Andrés Chama*
En una actualidad donde los retos globales tienen cada vez más influencia y dimensión en las tan diversas escalas locales, los mayores esfuerzos comunes de la humanidad apuntarán al primer lugar que compartimos, la ciudad. Esta apuesta ha sido guiada a lo largo de la historia por el ideal de llevar la impresionante creación de La ciudad, y por lo tanto a quienes la habitan, a «prosperar».
Sin embargo, ¿Cómo se define una ciudad próspera? Acudiendo a una definición global, la Organización de las Naciones Unidas la posiciona como aquella en donde los seres humanos encuentran bienestar individual y colectivo, con condiciones para atender sus necesidades básicas accediendo a bienes y servicios de manera suficiente, donde al mismo tiempo, tengan la posibilidad de realizar aspiraciones, ambiciones y otros aspectos intangibles de la vida.
Hoy, en el contexto de una reintegración social a raíz de la pandemia por COVID-19, la batalla por la crisis climática, un estado en proceso de recuperación económica y los ya preexistentes retos particulares de cada región, el seguir guiando los incansables esfuerzos de la humanidad hacia la prosperidad pasa de ser un ideal a un auténtico modelo para la supervivencia.
De la mano de las diversas convergencias tecnológicas, la inteligencia humana está en camino a contar con más y mejores herramientas para hacer frente a crisis multidimensionales, reestructuraciones socioeconómicas, y a la carrera por el desarrollo integral sostenible. Sin embargo, será sólo a través de la sinergia generada por los esfuerzos conjuntos, diversos y coordinados, que las ciudades trascenderán de sus antiguos modelos de desarrollo a las ciudades que permitan mejores futuros ambientales, sociales y económicos; de ahí la creciente necesidad de replantear y rediseñar los modelos de las ciudades, y por lo tanto de nuestra existencia para las próximas generaciones.
Entonces toma sentido que, en palabras de Jacobs, Las ciudades tengan la capacidad de proporcionar algo para todo el mundo, sólo porque, y sólo cuando, se creen para todo el mundo, y será a través de procesos que fortalezcan modelos de gobernanza urbana efectiva, donde, desde la proximidad, sean pensados e implementados mecanismos de intervención multisectorial en la gestión del territorio, suponiendo en perspectiva, procesos de innovación social.
Cabe aclarar que, al ser el propósito de la gobernanza el crear alianzas respecto a agendas y planes de acción, cada territorio deberá emprender esfuerzos por diseñar modelos que respondan a las condiciones, sistemas y retos particulares, haciendo una prioridad la integración de ideas, estrategias y participaciones de actores en diferentes niveles y sectores.
En consonancia, los profundos cambios que viven continuamente los espacios urbanos requieren de medidas sistemáticas que permitan a los partícipes de la gobernanza, generar una cultura de resiliencia. Para ello, dos campos de la innovación pueden ser la vía: la innovación urbana y la innovación social.
Por ambos lados, existen tres orientaciones que deben promoverse: la conformación de espacios orientados a favorecer el crecimiento económico a través de actividades innovadoras y creativas; la innovación de políticas públicas urbanas como procesos en la administración y gestión pública, procesos de coproducción regionales o la creación de mecanismos participativos; y por último, la incorporación de prácticas de la sociedad civil a los contenidos y procesos sociopolíticos locales, respondiendo a vulnerabilidades urbanas nuevas o no abordadas a través de la implicación y el apropiamiento, promocionando la cohesión e inclusión social.
Desde esta perspectiva, la gobernanza supondrá incentivar o ampliar el campo de las coaliciones hacia la prosperidad, tanto por sus actores, como su agenda y sus prácticas características a través de la innovación socio-urbana, posicionando a la inclusión social y la tecnología como elementos determinantes en atención a las vulnerabilidades y condiciones de cada entorno urbano.
El desarrollo de la innovación socio-urbana en cada territorio se verá potencializada o inhibida por las condiciones locales, no obstante, éste dependerá en primer lugar de la confianza en la comunidad local y en el fortalecimiento de marcos cooperativos, representando una ventana de oportunidad su potencial incorporación como una estrategia en el marco de futuros modelos de gobernanza en nuestras ciudades.
Esta es una lectura sobre ciudades, y, por lo tanto, una lectura sobre quienes las habitan, una búsqueda a crear mejores futuros para ti, ellas y ellos.
*Andrés Chama es un creativo, emprendedor y actor de cambio con estudios en desarrollo urbano, transformación sostenible, e innovación y creatividad en instituciones como la UAQ, la Universidad de Queensland, la Universidad de Harvard y el ITESM.
Actualmente es Coordinador de Innovación Urbana en la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE.