Por Gustavo López Padilla*
Formando parte de la diversidad de posibilidades de habitabilidad y movilidad social, los pasajes forman parte de la riqueza de los tejidos urbanos en las ciudades. Constituyen rutas peatonales cotidianas, a partir de las cuales las gentes pueden enriquecer y acortar recorridos en las ciudades, pero dadas sus calidades vivenciales, llegan también a constituirse como destinos posibles de encuentro y convivencia, tomando en cuenta la incorporación variada de usos en sus espacios, que pueden incluir viviendas, comercios, oficinas, galerías de arte, restaurantes y bares entre otros. Existen en el mundo una gran cantidad de pasajes, de muy diversas escalas, calidades formales y ambientales, que forman parte de distintas culturas, definiendo en buena medida la identidad urbana y arquitectónica de las ciudades donde se ubican.
En la Ciudad de México, los pasajes forman parte también de la riqueza de la vida social y urbana, desde aquellos tradicionales como El Pasaje Catedral, ubicado en República de Guatemala no. 10, el Pasaje Iturbide de la calle de Gante No. 6 o el denominado Pasaje América, de la calle de Madero No. 18, todos ellos formando parte del Centro Histórico de la ciudad. Podemos también incluir entre otros el Pasaje Polanco, ubicado en ave. Presidente Mazarik No. 360, diseñado por el Ing. y Arq. Francisco J. Serrano (1900-1982) y viene a mi memoria, el lamentablemente destruido Pasaje Jacarandas, diseñado por los arquitectos Ramón Torres (1924-2008) y Héctor Velázquez (1922-2006), que formó parte importante de la vida social y cultural mexicana, en la llamada Zona Rosa de la colonia Juárez, desde finales de los años cincuenta, hasta su desaparición en los años ochenta. Este pasaje debería haber formado parte sustancial de la riqueza y diversidad de la arquitectura mexicana moderna.
Recientemente fue intervenido el Pasaje El Parián, que se ubica en la calle de Álvaro Obregón No. 130, en la colonia Roma Norte, Alcaldía Cuauhtémoc y que comunica las calles de Álvaro Obregón y Chihuahua. Su construcción original se remonta a los orígenes de la colonia Roma, que se ubican por allá de 1903. Según algunos datos históricos, El Parián fue construido entre 1907 y 1920. Su imagen urbana y arquitectónica muestra componentes formales eclécticos, que incluyen una buena cantidad de elementos decorativos en las fachadas de la obra, que se pueden visualizar en marcos de puertas, ventanas y remates altos en azotea. En su origen el lugar fue concebido como un mercado y posteriormente se convirtió en un pasaje comercial, que por un tiempo contempló desde luego la calle peatonal interior, sus comercios en planta baja y viviendas en planta alta, pudiendo ser los mismos usuarios entre viviendas y comercios. Lo anterior corresponde con aquel criterio que podemos denominar como casas tienda o como plato y taza.
A lo largo del tiempo el Pasaje El Parián fue intervenido de diversas maneras, con resultados diferentes y dada su dinámica social le permitió lograr permanencia. Recientemente fue intervenido de nueva cuenta, habiendo sido reinaugurado a finales del año 2021. El proyecto de renovación fue realizado por el Arq. Alonso de Garay, tomando en cuenta de inicio un replanteamiento en sus usos, incluyendo ahora diversos locales comerciales y galerías de arte en planta baja, gimnasio y oficinas en el primer nivel y en un segundo nivel operará un pequeño hotel. La intervención realizada muestra una postura proyectual respetuosa de las preexistencias construidas y formales, pero al mismo tiempo evidencia la voluntad por incluir un distintivo de actualidad, sobre todo lo que tiene que ver con el rediseño de la cubierta metálica y cristal superior con la que se cubre la calle interior peatonal y dadas la limpieza y austeridad que tienen que ver con la presencia de cada uno de los componentes de programa implicados en el resultado final del lugar.
La inclusión de un color claro continuo, tomando en cuenta desde las mismas fachadas exteriores y recorriendo al mismo tiempo todos los interiores, a lo que se suma un tratamiento homogéneo de la presencia de puertas y ventanas, en todos los locales implicados, también con tonalidades claras, le proporcionan al lugar luminosidad, unidad y una amable calidad habitable. El tratamiento pétreo a lo largo de la calle le otorga al lugar un cierto espíritu urbano interior, como continuación de la idea de ciudad. El incluir algunos tratamientos vegetales y pequeños comercios bajos al centro de la calle, genera dos ámbitos espaciales, traduciéndose en una escala amable y diversidad en lo que tiene que ver con el recorrido, contribuyendo a lo anterior la presencia de los puentes altos, ubicados mas próximos a la calle de Chihuahua y con los cuales se interconectan los dos edificios longitudinales que constituyen el conjunto.
Algunos locales comerciales como bares y restaurantes, desbordan discretamente sus mesas a la calle pasaje, lo cual genera un roce, dinámica social y vivencias interesantes. Será importante para mantener la calidad resultante en el lugar, el lograr la permanencia de discreción, simplicidad, austeridad y unidad necesarias, en lo que tiene que ver con las unidades bajas de iluminación a lo largo de la calle, así como aquello referido a los anuncios que nombran e identifican los distintos locales comerciales. Al contemplar ahora el lugar, podemos pensar conceptualmente, en la convivencia entre eclecticismo formalista y una postura minimalista tendiendo a la abstracción, que caracteriza los trabajos del arquitecto Alonso De Garay.
Los resultados favorables de la intervención – restauración del Pasaje El Parián, forman parte de la dinámica social y comercial, que caracterizan la transformación de una buena parte del recorrido de la calle de Álvaro Obregón. Creo importante valorar con serenidad e inteligencia la presencia urbana de todo el conjunto de la calle, regulando, ordenando y monitoreando sus resultados, que han llegado a ciertas circunstancias límite, incluyendo el uso de la calle, para procurar si fuera el caso, permanencias razonables, confort, seguridad social y evitar malos resultados y deterioros dada su saturación.
*Gustavo López Padilla
Arquitecto