Para evitar contar con un edificio enfermo se debe de analizar desde el inicio del proyecto; es decir, cómo se planifica y distribuye, así como los elementos que lo conforman
Desde hace algunos años, se reconoció que muchas de las personas que laboran en grandes edificios de las zonas urbanas contaban con malestares y sensación de fatiga y estrés; lo que se diagnosticó como una enfermedad producida por el espacio mismo. Esto se define como el síndrome del edificio enfermo.
De acuerdo con Hábitat Expo, el interiorismo en las ciudades juega un papel importante para tener una interacción saludable con los espacios, pues se debe tener en cuenta que la gente pasa alrededor del 80% del tiempo en un edificio. Esto quiere decir que la relación y utilidad que tienen debe ser de manera confortable, segura y sana para poder cumplir su propósito.
Al respecto, el arquitecto Alejandro Ibarra Aragón y la diseñadora de interiores Norma Rodríguez, fundadores de IAARQ, mencionan que un edificio enfermo puede tener los siguientes problemas: “el estado inadecuado de los sistemas de aire acondicionado, ventilación, iluminación que afectan la condición física de quienes se involucran en el espacio. Otros de los factores son los tipos de pintura y la distribución de espacios.”
Dichas problemáticas se dan, generalmente, en construcciones que cuentan con un gran tiempo de existencia. Esto se debe a la manera en se diseñaron, sus materiales y la forma en la que aprovechaban el espacio y su ventilación.
Lo anterior puede dañar la salud de los inquilinos del edificio, causando cansancio, fatiga, irritación y enfermedades crónicas; además de una disminución de actividades y de interacción con los espacios que los hace difíciles de habitar.
En este sentido, los fundadores de IAARQ comparten que, para poder solucionar a este tipo de edificios, es importante consultarlo con un experto: “Los interioristas son más sensibles a detectar posibles problemas que pueden afectar en la productividad de los espacios. Estamos obligados a investigar para poder diseñar mejor. Saber qué materiales usar, cómo solucionarlo y en dónde desarrollar la distribución. Un edificio bien diseñado aumenta la productividad, la diferencia la hace la forma en la concibes el espacio desde lo arquitectónico y lo del interiorismo”.
En concreto, para evitar contar con edificios enfermos, se debe de analizar desde el inicio del proyecto; es decir, cómo se planifican y distribuyen, así como los elementos que los conforman.