Anualmente se reciben casi un millón de visitantes en las rutas del vino de Baja California
Con la creación de la primer ruta del vino en 2002, se abrió la puerta a la inversión inmobiliaria en Valle de Guadalupe, Baja California, principalmente para desarrolladores de hoteles y residencias, lo que favoreció además al turismo.
17 años después, ese modelo ha sido ejemplo para replicarse en zonas de estados como Querétaro, Guanajuato, Chihuahua y Coahuila, lo que ha generado una importante derrama económica y desarrollo inmobiliario.
De acuerdo con Pedro Delgado Beltrán, director de Hospitality de Newmark Knight Frank (NKF), fue gracias al emprendimiento de propietarios de vitivinícolas en el Valle de Guadalupe, como Luis Cetto, Hugo D’Acosta, el Dr. Antonio Badán, Tru Miller, Hans Bccof, Eduardo Liceaga, lo que le dio un impulso al turismo a través del vino a la región de Tijuana-Ensenada, para crear un destino aspiracional.
La firma destaca que tan sólo en el Valle de Guadalupe se cultiva y elabora en 10,000 hectáreas, el 90% de los vinos reconocidos de México y que han sido premiados en el mundo.
Actualmente existen más de 72 bodegas vitivinícolas en las que se producen 100,000 cajas de vino anuales, creando cerca de 3,000 empleos entre directos e indirectos.
Además, cada año se reciben entre 800,000 y un millón de visitantes, coleccionistas de experiencias únicas e irrepetibles en las rutas del vino de Baja California y durante la época de la vendimia (julio-agosto) se realizan excursiones para cerca de 30,000 personas, de un segmento predominante de alto gasto.
El directivo de NKF destaca que esto ha incrementado la oferta hotelera e inmobiliaria residencial en zonas como San Miguel de Allende, en Guanajuato; Tequisquiapan, Ezequiel Montes o Colón en Querétaro, donde se pueden encontrar fraccionamientos que convierten a los colonos en productores de vino de una manera colectiva.
Destacó que a raíz del éxito de Valle de Guadalupe se han creado otras dos rutas en Ensenada que son la de Antigua ruta del vino que lo conforma el Valle de Santo Tomás y la de Ojos Negros, ampliando la oferta turística en la zona.
En el caso de Querétaro, la ruta del arte, queso y vino (Tequisquiapan, Ezequiel Montes, Bernal y Cadereyta, entre otros) se ha convertido en el segundo producto turístico, con la recepción de 800,000 turistas hospedados en hotel y una derrama de 3,700 millones de pesos anuales.
“En mi opinión la asignatura pendiente es la oferta hotelera para atender la demanda creciente, sobretodo de las nuevas generaciones que gustan de nuevas experiencias, explorar más y a que el 60% del turismo que llega a Tijuana lo hace por tener una experiencia gastronómica.
«Sin duda, las Rutas del Vino han posicionado a México en un lugar destacado en el mundo del turismo por los cambios que se han realizado para atender a las nuevas generaciones, por lo que habría de incrementar su promoción para que segmentos como el europeo y latinoamericano decidan tener experiencias diferentes”, concluyó.