“Hay que diseñarlas de forma consciente en convivencia con la naturaleza, en una densidad baja, y realmente desarrollar nuevas comunidades pensadas con la biofilia” Hugo Aguilera, director de obra en Diada
En entrevista para Centro Urbano, Hugo Aguilera, director de obra de proyectos Diada, quienes se encargan de realizar desarrollos inmobiliarios sustentables, indicó que estos surgen como una respuesta de diferentes problemas sociales y habitacionales en el país, principalmente por una solución de vivienda.
“Tenemos prácticamente más del 90% del territorio nacional como zonas rurales, desocupadas, que durante los periodos de gobierno han sido olvidadas, creemos que la nueva visión de la arquitectura es voltear a ver esas zonas rurales”. Comentó que, en el caso del desarrollo La Mancha, ubicado en Veracruz, hay algunas zonas rurales muy cercanas a las ciudades, las cuales podrían convertirse en nuevos polos de habitación, “pero hay que diseñarlas de forma consciente en convivencia con la naturaleza, en una densidad baja, y realmente desarrollar nuevas comunidades pensadas con la biofilia, en la convivencia como comunidad, de la que ya estamos olvidados en las ciudades, pensar en que la gente que lo habite pueda desarrollar un sentido de felicidad, que conlleva en salud y alegría”.
Aseguró que los desarrollos buscan también el rescate patrimonial y cultural en todo el país, así como la integración de la sociedad local hacia un modelo que permita la modificación de sus economías, “es así como volvemos a formar el término de una nueva comunidad, formada por los nuevos visitantes, la naturaleza, la comunidad local, y todo lo que engloba con el rescate patrimonial y cultural de las zonas”.
De igual forma pretenden la creación de un área natural protegida en diferentes ecosistemas del país que permita su rescate natural para combatir de alguna forma la modificación del cambio climático y restaurar diferentes ecosistemas del país, “las principales acciones que hacemos al inicio de cada desarrollo es la creación de un área natural protegida que se registra ate la autoridad estatal, federal y ante la Comisión Nacional de Áreas Protegidas”.
“Así, con diferentes programas con asociaciones no gubernamentales ambientales, además de la Secretaría de Medio Ambiente y recursos Naturales (Semarnat), las secretarías de Ecología de cada uno de los estados y algunas otras fundaciones que normalmente se suman, podremos lograr la restauración de los suelos y la flora y fauna de cada uno de los desarrollos”.
Los desarrollos con los que cuentan están en ecosistemas diferentes, Hugo Aguilera explicó que Guanajuato es un ejemplo de la depredación minera, Diada se desarrolló en la población Sangre de Cristo, en tierras de suelo contaminado y donde se restauró la mayor parte de él. “Guanajuato es el claro ejemplo de depredación y de que un terreno así si puede ser regenerado”.
En el caso de Veracruz, indicó que, aunque el terreno es completamente diferente, las acciones de agricultura y ganaderas fueron las que depredaron el predio,” lo que se hizo fue convertirla en zona protegida para aplicar en ella los programas de restauración, en el resto del espacio que aun está en buenas condiciones, no se intervendrá en ella”.
A su vez, comentó que en Michoacán las acciones de la agricultura son las que han ocasionado la depredación de los bosques alrededor del lago de Zirahuen, donde cada vez hay más ranchos de aguacate. En esta entidad están en espera de recibir los últimos permisos para empezar a construir.
“Son condiciones diferentes de clima, flora y fauna, pero a final de cuentas son dos terrenos que han sido afectados por las acciones del ser humano”.
Compartió que el principal obstáculo al que Diada se ha enfrentado es la falta de comprensión de las autoridades ambientales con su dinámica del espacio, “no nos comprenden porque estamos diseñando prácticamente fuera de la normatividad, por ejemplo, Diada se encontraría en una categoría de residencial campestre en una densidad de cuatro viviendas por hectárea, donde serían 2,500 metros cuadrados se terreno. En Diada es un poco más de espacio, pero se divide en dos partes cuando los clientes compran: un área privativa, limitada a solamente colocar la casa y el resto es un área en régimen de condominio, la que se declara como área natural protegida”.
También han encontrado inconvenientes al explicar las especificaciones de las vialidades que buscan el beneficio de la naturaleza, ya que una vialidad primaria de un desarrollo tradicional la normatividad indica que debe tener un camellón central, iluminación con postes altos, dos carriles y vialidades amplias. “Nosotros no queremos vialidades tan grandes porque destruimos el mismo terreno, lo que buscamos es el espacio necesario para transitar y nada más (…) Creemos que la iluminación debe ser para el peatón, no para los vehículos, esos tienen su propia luz”.
En cuanto a los habitantes de la zona, indicó que al inicio puede haber resistencia, basada en un sentido de propiedad de la gente local, pero comentó que cuando comprenden el tipo de desarrollo que quieren hacer han obtenido una buena respuesta.
“Ya cuando ven que el desarrollo no es exclusivo hacia ellos, sino inclusivo, es cuando tenemos una aceptación total. Creemos que la única forma de tener una nueva sociedad es integrando a la gente local, quienes saben cómo funciona su ecosistema”.
Finalmente, informó que la inversión aproximada en los desarrollos de Guanajuato y Veracruz es de alrededor de 5,000 millones de pesos, recursos que provienen directamente de Diada.
El plan de la empresa es continuar su expansión y crear más desarrollos en Veracruz, “Creemos que la creación de estas Diadas con la inversión previa y la que llegue ya terminados los proyectos es una inversión muy importante para el estado, con más empleo y turismo, volver a colocar al estado en un mapa turístico, pues ha sido un estado muy alejado de las inversiones, buscamos posicionarlo como uno de los lugares más importantes turísticos en el país”.