“Una industria de la construcción más sostenible no solo implica reducir residuos, sino extender la vida útil de la infraestructura existente”
La industria de la construcción, una de las que más materiales moviliza y residuos genera a nivel global, enfrenta en México un desafío crítico en materia de sostenibilidad.
Un volumen de escombros que evidencia el problema
Tan solo en la Ciudad de México, este sector produce alrededor de 14,000 toneladas diarias de residuos de construcción y demolición (RCD), de acuerdo con cifras de la Secretaría del Medio Ambiente capitalina.
Por otro lado, el Inventario de Residuos Sólidos de la Ciudad de México 2020, último diagnóstico integral disponible, confirma que cada año se acumulan más de 2 millones 155,000 metros cúbicos (m³) de escombros, de los cuales apenas 86,427 m³ son reutilizados.
Para dimensionar el impacto, el volumen anual de residuos equivale a llenar más de un Estadio Azteca completo únicamente con escombros, una imagen que evidencia la magnitud del problema ambiental que enfrenta el sector.
Monitorear para conservar: una alternativa a la demolición
Ante este escenario, especialistas coinciden en que la construcción sostenible ya no puede limitarse al uso de materiales ‘verdes’ o a procesos más eficientes en obra nueva.
La clave, señalan, está en conservar, rehabilitar y extender la vida útil de la infraestructura existente. En ese contexto, tecnologías como el monitoreo de la salud estructural comienzan a consolidarse como una herramienta estratégica para reducir residuos y evitar demoliciones innecesarias.
De acuerdo con la firma Huella Estructural, vigilar en tiempo real el comportamiento de puentes, edificios e infraestructura urbana permite anticipar fallas, reducir hasta 40% las intervenciones mayores y generar ahorros significativos para gobiernos y desarrolladores. Además, una reparación preventiva representa apenas el 15% del costo de una reconstrucción total.
“Una industria de la construcción más sostenible no solo implica reducir residuos, sino extender la vida útil de la infraestructura existente. El monitoreo de salud estructural permite anticipar daños, prevenir demoliciones innecesarias y optimizar el uso de materiales”, señaló Felipe Martínez, director general de la firma.
Asimismo, la detección temprana de deformaciones, vibraciones o deterioro estructural permite intervenir antes de que un daño menor se convierta en una reposición total.
Lo anterior no solo evita gastos multimillonarios, sino que reduce de manera directa la generación de residuos de construcción, el traslado de escombros y las emisiones asociadas a la producción de nuevos materiales.
Martínez subrayó que cada estructura que se rehabilita en lugar de demolerse representa toneladas de residuos que no llegan a rellenos sanitarios. “La sustentabilidad no se logra únicamente con nuevos materiales, sino administrando mejor la infraestructura que ya existe”, afirmó.
Extender la vida útil también es construir de forma sostenible
En un país donde gran parte de los puentes, edificaciones públicas y obras urbanas enfrentan hundimientos diferenciales, envejecimiento y cambios constantes de carga, la tecnología se vuelve un aliado ambiental y económico. Extender la vida útil de una estructura no solo mejora la seguridad, sino que contribuye a disminuir de forma directa el volumen de residuos que se generan año con año.
La transición hacia una construcción verdaderamente sustentable, coinciden especialistas, exige una visión integral que combine mejores prácticas, normativas más estrictas, innovación tecnológica y un enfoque preventivo desde la planeación hasta el mantenimiento.
En ese camino, el monitoreo estructural en tiempo real se perfila como una pieza clave para construir un futuro más eficiente, resiliente y sostenible para las ciudades mexicanas.









