El año próximo será de buenos resultados para el sector inmobiliario…
Y no… Este pronóstico no venía en una galleta de la suerte china… Es una conclusión tomada con base en dos premisas; la solidez de la demanda y las consecuencias de naturales de la estabilidad de las variables macroeconómicas.
Por supuesto, toda buena expectativa de puede frenar en la medida en que los gobiernos y órganos legislativos, fundamentalmente municipales, sigan contaminando el entorno en que se debe generar la oferta inmobiliaria.
Lamentablemente el sector inmobiliario no se ha quitado de encima su mayor problema; la enorme dependencia de políticas públicas propicias, debida y oportunamente traducidas en normatividad e inversión en infraestructura, aspectos ambos que dependen por completo de lo que en cada municipio dispongan sus gobernantes y legisladores.
La falta de un buen marco regulatorio limita la producción del sector inmobiliario, elevando los precios de renta y venta de los inmuebles y provocando efectos tan negativos como pueden ser la anárquica expansión de las manchas urbanas y la proliferación de los asentamientos irregulares.
La falta de un buen marco regulatorio afecta la productividad de una industria que es la segunda nivel nacional, si la medimos por lo que aporta al PIB, pero la primera, si lo que se considera es el número de empleos que aporta a nuestra economía.
Pero si gobiernos, y sobre todo legisladores, hicieran bien su chamba, el sector inmobiliario tendría todo a su favor para cumplir dos papeles muy importantes el año próximo, atender la demanda, lo que se traduciría en mejoras en la calidad de vida de la población, así como convertirse en un poderoso motor la economía, generando empleos y actividad económica en todas las regiones del país.
Reto fuerte es el de evitar que el proceso político contamine los procesos urbanos en que está inmersa la actividad inmobiliaria, porque es seguro que el año próximo pocas cosas habrán de importar a nuestra clase política, que no sean los diferentes procesos electorales que vamos a sufrir en el país.
Será difícil dar continuidad a las políticas de gobierno cuando toda la atención estará dirigida al terreno político, con gobernantes y legisladores que dejarán sus puestos para buscar un nuevo cargo o para participar en las diferentes campañas.
¿Qué puede pasar, por ejemplo, en la Ciudad de México, cuando su jefe de gobierno, varios delegados y un montón de diputados locales, abandonarán los cargos en que habían quedado permanecer, para salir a sumarse a los procesos de un año electoral?
Y sin embargo las fortalezas que da la estabilidad son tan importantes, que el pronóstico sigue prometiendo un buen año para el sector inmobiliario. Un año complejo, eso sí, en que veremos un gran primer semestre seguido de un cierre de año que si habláramos de futbol debiéramos decir que estará enfocado en mantener el marcados, teniendo como verdadero gran objetivo tener una buena transición, encaminada a que el sector mantenga el dinamismo durante los primeros años del nuevo gobierno federal.
Claro que no está fácil… Pero es en este tipo de coyunturas donde verdaderamente se pone a prueba las fortalezas en que basa su desempeño el sector inmobiliario; la contundente realidad de la demanda y la solidez de las variables macroeconómicas.
Todo lo demás es rollo… El rollo de los políticos incluido.