“Sólo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte”, declaró Goeritz
Este 4 de agosto se cumplieron 35 años del fallecimiento de Mathias Goeritz, escultor, poeta, historiador del arte, arquitecto y pintor mexicano de origen alemán, reconocido por ser el principal impulsor de la ‘arquitectura emocional’.
Werner Mathias Goeritz Brunner nació en Danzig, Alemania, el 4 de abril de 1915, y realizó sus estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Charlottenburg, Berlín; y también obtuvo un doctorado en Filosofía e Historia del Arte en la Universidad Friedrich-Wilhelms.
Posteriormente, abandonó su país natal para residir, por varios años, en distintas partes de Europa y el Norte de África; hasta que, en 1949, fue invitado como maestro a la Escuela de Arquitectura de Guadalajara por el entonces rector de la misma, Ignacio Díaz Morales, y tres años más tarde decidió establecerse permanentemente en la Ciudad de México.
En la capital mexicana fungió como docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Universidad Iberoamericana, y se encargó de la construcción de edificios y otros proyectos que, hasta hoy en día, forman parte del paisaje urbano.
La ‘Arquitectura Emocional’
En 1954, Goeritz publicó el ‘Manifiesto de Arquitectura Emocional’, que detallaba el concepto que guiaba su obra, convirtiéndose en el principal precursor de esta nueva corriente arquitectónica, la cual plantea el modo en que percibimos los espacios que habitamos y las funciones que desarrollamos dentro de ellos.
El arquitecto utilizaba el color, la forma y la textura para provocar emociones a través de sus creaciones, pues consideraba a la arquitectura como una obra de arte: “Sólo recibiendo de la arquitectura emociones, el hombre puede volver a considerarla como un arte”.
La arquitectura emocional conjuga elementos como el color, la iluminación y el uso del agua para generar ambientes y agudizar los sentidos de las personas. Además, en las obras pertenecientes a esta corriente, de acuerdo con arquitectos e historiadores del arte, existe la necesidad de un contenido simbólico que provoque al espectador emociones por medio de formas, espacios y volúmenes.
Goeritz quiso relacionar su experimento con la arquitectura clásica de catedrales y mezquitas, edificaciones abiertas a lo metafísico, donde se busca de la ampliación de los significados de vida.
“En una época como la nuestra, con la falta de fe, ¿dónde y cómo puede ocurrir el encuentro con nosotros mismos? ¿Será posible que nuestra conciencia emotiva se extienda en otros espacios que no fueron destinados para ello y, en tal caso, qué situación la detona? ¿Será que el espacio ritual contemporáneo dista mucho del religioso? ¿Es en los espacios sociales, culturales y espectaculares donde ha recaído el peso de la recreación humana?”, expresó en el manifiesto
Obras icónicas de Mathias Goeritz
- Torres de Satélite– Creación en colaboración con Luis Barragán, consideradas un ícono de la arquitectura moderna mexicana y un emblema urbano del Estado de México.
- El Eco– Museo experimental en la Ciudad de México, diseñado como un espacio para el ‘arte emocional’ y hoy un referente cultural contemporáneo.
- El Animal del Pedregal– Escultura urbana integrada al paisaje volcánico del sur de la Ciudad de México.
- La Corona del Pedregal– Estructura compuesta por cinco prismas que se levantan sobre piedra volcánica, en el Espacio Escultórico de la UNAM.
- Ruta de la Amistad– Goeritz diseñó La Ruta de la Amistad para la celebración de los Juegos Olímpicos de 1968 en la CDMX. Se trata de diversas esculturas abstractas y monumentales en las que participaron 18 artistas de 15 países.









