De acuerdo con el INEGI, la informalidad es uno de los factores que mantiene a amplias zonas del país en situación de pobreza laboral
La informalidad laboral continúa como uno de los principales desafíos estructurales en el país, con una fuerte presencia en los municipios y un impacto profundo en el desarrollo económico y social.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2024 más del 54% de la población ocupada trabajaba sin acceso a seguridad social ni prestaciones, una realidad que afecta de manera especial a los municipios con menor nivel de industrialización y diversificación económica.
Municipios con baja participación laboral y alta informalidad
En aproximadamente tres de cada cuatro municipios, la participación de la población económicamente activa (PEA) no supera el 61%. Esta baja participación se combina con altos niveles de informalidad, especialmente en regiones del sur del país como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Puebla, donde más del 80% de los trabajadores laboran sin contrato, seguridad social o condiciones formales de empleo.
Este escenario limita la generación de riqueza, reduce la recaudación local y perpetúa brechas sociales. Según el INEGI, la falta de acceso a empleos formales es uno de los factores que mantiene a amplias zonas del país en situación de pobreza laboral.
Impacto en mujeres y trabajadores independientes
La informalidad afecta con mayor intensidad a mujeres y trabajadores independientes.
Para ellas, la tasa alcanza el 54.8%, lo que significa que más de la mitad de las mujeres ocupadas laboran sin acceso a servicios de salud ni prestaciones básicas. Además, 34.1% de los ocupados gana menos del salario mínimo, colocándose en condiciones críticas de ocupación, con horarios prolongados y sin estabilidad laboral.
Un problema estructural y persistente
La informalidad laboral en México no es un fenómeno reciente. De acuerdo con el INEGI, desde 2019 hasta 2024 la tasa general de informalidad apenas disminuyó 2.4 puntos porcentuales (de 56.7% a 54.3%). A pesar del crecimiento económico en algunos sectores y del impulso a la formalización a través de programas de incorporación voluntaria al régimen del IMSS, el avance sigue siendo lento.
Entre las causas se encuentran:
- Predominio del autoempleo y microempresas en municipios rurales y semiurbanos.
- Escasa atracción de inversión productiva, lo que limita la oferta de empleos formales.
- Bajos niveles educativos y dificultades de capacitación.
- Débil institucionalidad local para supervisar y promover la formalización laboral.
Consecuencias para el desarrollo municipal
La alta informalidad repercute directamente en la calidad de vida:
- Limita el acceso de los trabajadores a seguridad social, pensiones y créditos hipotecarios.
- Reduce la recaudación fiscal de los municipios, afectando la inversión en infraestructura y servicios.
- Genera mayor vulnerabilidad ante crisis económicas, pues los empleos informales son los primeros en desaparecer.
Según expertos en desarrollo local, la informalidad constituye un círculo vicioso: sin empleos formales no hay ingresos estables; sin ingresos estables no hay consumo suficiente para detonar economías locales robustas; y sin economías locales fuertes, los municipios carecen de capacidad para financiar políticas de desarrollo.
Hacia municipios más equitativos
Frente a esta problemática, académicos y autoridades coinciden en la necesidad de diseñar estrategias locales integrales que combinen:
- Incentivos para la inversión productiva en pequeñas ciudades.
- Programas de capacitación laboral vinculados con la demanda del sector privado.
- Simplificación de trámites para la formalización de negocios.
- Fortalecimiento de la recaudación local para invertir en infraestructura que detone actividad económica.









