Dejaron de ser tema de coyuntura para convertirse en un adelanto del futuro; adiós nómadas digitales, bienvenidos ciudadanos globales.
Por Horacio Urbano.*
La pandemia ha sido ante todo una inmensa tragedia humana. Pero ha sido también un muy potente acelerador de todo tipo de cambios y, de la mano de la tecnología, un inesperado factor disruptivo para la mayoría de las actividades humanas.
Fue así que entre las tantas revoluciones que nos trajeron el Covid-19 y sus variantes, un buen día empezamos a escuchar el término nómadas digitales, para definir a los miles de personas que tomaron los retos del aislamiento y el trabajo a distancia, como la oportunidad de cambiar de barrio, ciudad, e incluso país, para liberarse de los grilletes que los unían a sus escuelas, fuentes de empleo… Y viviendas…
Y de pronto, en muchas de nuestras ciudades y barrios empezamos a notar cada vez más “forasteros” en nuestras banquetas, parques, cafés.
Los nómadas digitales
Y no… Ya no eran los turistas a que estábamos acostumbrados.
Los había nacionales y extranjeros y se notaba que eran residentes, así fueran temporales. No se alojaban en hoteles, sino que empezaron a rentar viviendas para estancias cortas, aprovechando para ello las ventajas que les proporcionaban diferentes plataformas digitales de operación global.
Poco a poco fuimos aceptando su presencia y los impactos que ello tenía en las economías y mercados de vivienda locales.
Eran nuestros nuevos vecinos, que vivían aquí… Pero gracias a la tecnología, trabajaban allá.
Pero conforme avanzan pandemia y tecnología, es más que evidente que ambas han provocando cambios tan profundos en los estilos de vida, que sería absurdo suponer que algún día regresaremos a lo que teníamos en tiempos prepandémicos.
Los ciudadanos globales
Hoy tendríamos quede decir adiós nómadas digitales, bienvenidos ciudadanos globales…
Porque estos tiempos, y el inevitable futuro, están y estarán marcados por el acceso a la tecnología y la imperiosa exigencia de la movilidad.
Los nómadas digitales ya no son un tema de coyuntura… Pero la realidad tendrá que dar nuevas respuestas a quienes representan la transformación de esta figura, a los que más nos vale entender como ciudadanos globales, que sin importar lugares de nacimiento o nacionalidades, exigen movilidad y pueden trabajar o estudiar desde cualquier lugar del mundo.
Y claro que ese lugar puede ser nuestro país, nuestra ciudad, nuestro barrio, nuestra calle, o nuestro edificio.
Y claro que también podemos ser nosotros quienes nos convirtamos en nuevos ciudadanos globales, que ya no tengamos que vivir geográficamente cerca de nuestros trabajos o escuelas, y que podamos convertirnos en habitantes, en estancias cortas o largas, en otros barrios, otras ciudades u otros países.
¿Por qué no?
Un adelanto del futuro
Por eso vemos que aquellos nómadas digitales que recibimos en nuestros barrios están más que dispuestos a prolongar la experiencia de ese nuevo estilo de vida, con planes que pueden plantear permanecer digamos un año en México, pero sin arraigarse a un lugar, sino tomando la oportunidad de vivir por cortas estancias en diferentes destinos del país.
Total, solo necesitan tener acceso a buen Internet…
Y estarán unas semanas en la Ciudad de México… Pero algunas otras en un destino de playa, otras en un pueblo mágico, algunas más en una región boscosa y otras tantas en algún lugar cuya cultura los atraiga, digamos, Oaxaca.
Y ojo, que pueden abrirse más a esta experiencia incorporando a sus metas el tener esas estancias temporales en más de un país…
De nuevo, ¿Por qué no?
Dejó de ser tema de coyuntura
Y para hacer esto, estos nuevos ciudadanos del mundo van a aprovechar la tecnologia, la aceptación de esa modalidad de trabajo y las ventajas de que sus ingresos correspondan a economías y monedas más potentes, y ahora, y en el futuro, puedan gastarlos en lugares francamente más baratos.
Entendámoslo, ya no son un fenómeno temporal que algún día regresará a sus casa… Son el futuro.
No hay vuelta atrás, eh…
Podrá regularse la operación de plataformas como Airbnb y podrán ponerse algunos candados a las políticas migratorias, pero claramente cada vez habrá más gente circulando por el mundo sin pensar siquiera en echar raíces.
No es tema menor, porque además de aprovechar las oportunidades que esto implica, hay que entender y atender muy bien los rezagos sociales que ya teníamos, y las consecuencias que estos ciudadanos globales les puedan agregar.
Un nuevo reto urbano
Pero el hecho es que en el futuro habrá que incorporar a las demandas de todo tipo de insumos, aquellas relacionadas con la que seguramente será una creciente población de ciudadanos globales.
Y habrá que entender que las ciudades deberán dar respuesta a sus habitantes de siempre, a quienes migran hacia ellas, a quienes las usan como espacio de tránsito o trabajo… Pero también a quienes llegan a ellas para ser sus ciudadanos por cortas estancias.
Esta realidad debe ser una nueva variable en la compleja ecuación que define la transformación urbana.
Y estos ciudadanos temporales ocuparán todo tipo de servicios e infraestructuras urbanas y, al usarlos, pondrán nuevas presiones en cuanto al abasto de estos mismos servicios e infraestructuras para los antiguos residentes.
Reto inmobiliario
Habrá que entender que el trabajo y estudio virtual se verán reflejados en las necesidades relacionadas con la planeación urbana.
Habrá que entender que estos ciudadanos globales requerirán viviendas y que esta demanda debe ser atendida sin afectar con ello el mercado habitacional destinado a quienes por años han habitado la ciudad y sus barrios.
Habrá que entender que esta nueva realidad implica nuevas demandas en materia de activos urbanos e inmobiliarios, incluyendo aquellos relacionadas con el financiamiento a la vivienda, a partir de un nuevo concepto central; la movilidad.
¿Se imaginan, solo por dar un ejemplo, un crédito hipotecario que nos compaña a lo largo de las veces que decidamos cambiarnos de casa?
Toca dar nuevas lecturas a los procesos urbanos, considerando en ello los nuevos estilos de vida a que nos enfrenta la tecnología y que ha acelerado la pandemia.
Bienvenidos
No hay que tenerle miedo a los nómadas digitales que hoy ya son parte del paisaje urbano. Hay que entender que son reflejo de una transformación que no tiene vuelta atrás y que más nos vale reconocer como parte de los nuevos retos de desarrollo social, económico, ambiental, inmobiliario y urbano.
Ojalá esta realidad sea también un llamado a la acción que permita acelerar las respuestas a los problemas que ya enfrentaban los grupos menos favorecidos.
Ojalá entendamos que la transformación de nuestros estilos de vida debe tener entre sus metas el reducir la brecha entre ricos y pobres.
Ojalá entendamos que aprovechar las oportunidades de un nuevo mercado de ciudadanos globales no debe ser pretexto para seguir sin atender a los marginados de siempre, sino todo lo contrario.
Asumamos estos nuevos retos como oportunidades encaminadas a incrementar la atención tanto a nuevas demandas, como a rezagos acumulados.
Debemos decir adiós a los nómadas digitales y tomar acciones que permitan entender que esa figura dejó de ser tema de coyuntura para convertirse en un adelanto del futuro; bienvenidos ciudadanos globales, no los estábamos esperando, pero nos dará gusto incluirlos en nuestra visión de futuro.
Este texto forma parte de la 2º edición de Revista Futuros Urbanos
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano