Hace aproximadamente 15 años, cuando regresaba a casa de la primaria, me encontré con mi papá de pie en medio del jardín, y en cuanto me vio señaló con su cabeza un pequeño bulto blanco que se movía por la yerba; se trataba de una cachorrita de no más de tres meses de nacida, algo desnutria y sucia, que cautelosamente olfateaba y exploraba su nuevo entorno.
Mi papá me dijo que la habían dejado amarrada en un terreno baldío cerca de ahí, hacía ya tres días, por lo que había decidido rescatarla y llevarla a casa.
“¿Nos la quedamos?”, me preguntó, y yo por supuesto que acepté. Le dimos el nombre de ‘Cookie’ y la instalamos en su nuevo hogar. No fue sino hasta el día siguiente que notamos que había algo raro en ella, pues no hacía caso cuando la llamábamos y parecía no reaccionar ante ningún sonido.
Al principio solo pensamos que era tímida, que estaba asustada y aún no se había acostumbrado a estar en casa, pero la llevamos con un veterinario para asegurarnos que todo estuviera bien.
El médico dijo que Cookie estaba un poco desnutrida, pero no había nada por qué preocuparnos, salvo por un pequeño detalle… había nacido con sordera.
En nuestra sociedad, estamos acostumbrados a ver personas discapacitadas en la calle, o incluso tenemos un familiar o amigo con algún tipo de discapacidad, pero, ¿animales sordos, ciegos o sin una pata?
La mayoría de la gente desconoce que los animales no están exentos de sufrir discapacidades, ni siquiera porque diariamente vemos un sinnúmero de perros, gatos, aves y demás paseando por las calles, pero es así y es más frecuente de lo que pensamos.
Existen muchas discapacidades que los animales domésticos, y todos en general, pueden llegar a tener; el veterinario me explicó que las más comunes son la sordera, la ceguera y la parálisis o amputación de una o varias extremidades, que pueden ser innatas o adquiridas por algún accidente o enfermedad.
Sin embargo, también me dijo que no hay razón para que estos animales no puedan tener una vida totalmente normal, simplemente es un poco más complicado educarlos en casa.
Podríamos pensar que los animales que padecen algún tipo de discapacidad son agresivos y siempre están tristes o aislados; pero la realidad es que tal vez son los seres con más fortaleza y capacidad de adaptarse y superarse.
En el caso de Cookie, puedo decir que es la perrita más tierna, amorosa, amistosa y obediente con la que pude haberme cruzado. Por increíble que parezca, aprendí a comunicarme con ella a través de señas o palmadas suaves en su lomo.
A veces, incluso olvido que no puede oírme, pues juega, corre, brinca, ladra y es feliz como cualquier otro perro.
Así como sucede con las personas discapacitadas, los animales no solamente sufren los efectos físicos y/o psicológicos de su enfermedad, también son propensos a ser discriminados.
Cuando adoptamos un perro, un gato, un hámster o cualquier otro animal doméstico, generalmente nos basamos en ciertos criterios estéticos, razón por la cual son pocas las mascotas discapacitadas que son acogidas en un hogar. No olvidemos que muchos animales domésticos juegan papeles muy importantes con las personas que sufren discapacidades, así que ¿por qué no devolverles un poco de ese amor y ayuda cuando ellos la necesitan?