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Proximidad, la mejor estrategia de resiliencia: Carlos Moreno

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Carlos Moreno advirtió que la forma actual de las ciudades está ligada a la crisis climática, la segregación y la pérdida de calidad de vida

Las ciudades concentran hoy una de las grandes paradojas de la humanidad: solo el 3% de la superficie del planeta está urbanizada, pero ahí vive el 55% de la población mundial y se consume el 75% de los recursos naturales, además de generar tres cuartas partes de las emisiones globales de CO₂.

Para Carlos Moreno, creador del concepto de la ‘Ciudad de los 15 minutos’, este modelo es sencillamente insostenible y obliga a un cambio radical en la forma de habitar los territorios.

“Ese 3% del planeta consume el 75% del agua, los bosques, la naturaleza y todos los biosistemas. Tres cuartas partes del consumo de energía mundial vienen de ahí, y 75% de las emisiones de CO₂ que enferman y matan en las ciudades son producidas por nuestra manera de vivir”, advirtió.

La ciudad de los 15 minutos no es tiempo: es vida

Moreno dejó claro que el concepto no gira alrededor de un número, sino de una transformación profunda del modelo urbano.

“Lo más importante no son los 15 minutos, lo más importante es transformar nuestras ciudades hoy y aquí para generar una ciudad de servicios, de proximidad, de bajo carbono, una ciudad para la gente, una ciudad de vecindarios, de espacios públicos, de verde, próspera e inclusiva”, dijo.

Esta visión, explicó, se basa en una ciudad policéntrica, con múltiples centralidades, donde la vida cotidiana —trabajo, comercio, educación, cultura, salud y esparcimiento— esté al alcance a pie, en bicicleta o transporte público.

“La proximidad no es solamente distancia ni metros; es una proximidad de vida, de afectos, de sentimiento”, subrayó, citando a José Mujica: “Tómense un cachito de tiempo para tener afectos con quienes quieren, porque la vida es muy corta y después no queda nada”.

Las tres inteligencias para el urbanismo del siglo XXI

Asimismo, Moreno propuso que el nuevo urbanismo debe construirse a partir de tres tipos de Inteligencia:

  • Inteligencia Artificial, como herramienta tecnológica para la vida;
  • Inteligencia Adaptativa, para que las sociedades acepten y acompañen los cambios;
  • Inteligencia Ancestral, ligada a las raíces culturales y al amor por el territorio.

“La inteligencia ancestral nos permite recuperar soluciones locales, reivindicar nuestras raíces para poder volar alto: raíces y alas”, afirmó, al recordar las grandes civilizaciones prehispánicas como Tenochtitlán y Cusco.

La crisis climática es un problema de forma urbana

Por otro lado, el especialista afirmó que la crisis climática no se resolverá sin cambiar la estructura de las ciudades.

“Una ciudad como Valencia quedó destruida en tres horas por una inundación. Acapulco ha tenido que reconstruirse dos veces. El costo mundial del clima es de 38 trillones de dólares. Ninguna economía resiste eso”, aseveró.

Para Moreno, el error del siglo XX fue diseñar ciudades pensadas para el automóvil, la segregación y el funcionalismo extremo: “La herencia del siglo XX es la ciudad que mueve rápido y va lejos: autopistas, zonas separadas para vivir, trabajar y divertirse. El resultado es segregación urbana, pérdida de tiempo de vida y ciudades enfermas”.

Vivienda sin servicios es exclusión

Uno de los mensajes más contundentes de su ponencia fue sobre la vivienda social construida lejos de los servicios: “Vivir lejos sin servicios es sinónimo de exclusión. La dignidad comienza en la proximidad”.

En ese sentido, criticó que durante décadas los subsidios públicos hayan terminado fomentando este modelo.

“El Estado da dinero a promotores para construir vivienda cada vez más lejos. El dinero termina en los bolsillos de los desarrolladores, la gente termina sin poder pagar, y los volvemos autodependientes del automóvil”, indicó.

Por ello, insistió que la vivienda “no debe ser solo cuantitativa, debe ser cualitativa; la gente no puede solo pernoctar, tiene que vivir”.

Segregación urbana y ‘pobreza de tiempo’

Además, Moreno señaló que el siglo XXI no solo enfrenta desigualdad económica, sino dos nuevas injusticias:

  • Espacial, que genera segregación y gentrificación;
  • Temporal, que condena a millones a gastar su vida en traslados.

Puso como ejemplo a las grandes ciudades, donde las personas tardan entre 90 y 120 minutos todos los días solo para ir a trabajar o estudiar.

“¿Qué vida es esa? Me levanto lejos, trabajo lejos, regreso lejos, no veo a nadie, no tengo vecinos, estoy perdiendo mi vida para ganarla”, dijo.

La proximidad como estrategia económica y social

Por lo anterior, Moreno defendió que sustentabilidad y economía no son opuestas, por lo que se requiere una nueva geografía económica de la proximidad, que implica:

  • Circuitos económicos cortos,
  • Uso de materiales locales,
  • Comercio de barrio,
  • Creación de comunidad,
  • Menos intermediarios y menos importaciones innecesarias.

“La proximidad no es una táctica, es una estrategia de desarrollo urbano y territorial”, sostuvo.

¿En qué ciudad queremos vivir?

Moreno cerró su ponencia con una pregunta clave rumbo al 2050: “¿Queremos seguir viviendo en ciudades que enferman, sin agua, sin aire, atrapadas en el tráfico y en la soledad? ¿O aceptamos que el cambio es indispensable y nos ponemos manos a la obra?”.

Y concluyó que “la proximidad es la mejor estrategia de resiliencia. Cuando todo colapsa —el clima, la movilidad, la economía— lo único que nos salva es tener la vida cerca”.

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Fernanda Hernández

Reportera y redactora en Centro Urbano. Soy egresada de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM). Me interesa la cultura, el urbanismo y la arquitectura. Amante del mundo digital, el cine, la música, la lectura y la escritura.


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