Por Andrés Chama.*
El siglo XXI demuestra ser la época del crecimiento acelerado como el común denominador. A la par del desarrollo global de diversas Tecnologías de Información y Comunicación (TIC), experimentamos un exponencial crecimiento urbano, lo que impulsa en las poblaciones una serie de cambios en la vida diaria y en el entendimiento de las ciudades.
En este contexto el concepto de Ciudades Inteligentes cobra gran relevancia, impulsado desde finales del siglo XX bajo la premisa de mejorar el ambiente urbano a través de iniciativas de base tecnológica, no sólo mejorando servicios y reduciendo costos energéticos, sino también impulsando el compromiso por la gobernanza ciudadana, democratizando el acceso de las tecnologías emergentes y desarrollando habilidades digitales necesarias para interactuar con ambientes cada vez más tecnificados.
Desde entonces, ciudades de todas las latitudes han impulsado modelos de urbanización tecnológica y digital con perspectivas y vocaciones divergentes; dejando en claro que el impulso de una Ciudad Inteligente es sumamente complejo, ya que no es sólo una cuestión de diseño urbano e instrumentación tecnológica (Ibid), sino que además requiere de un profundo diálogo entre el capital físico de la ciudad y su capital social e intelectual (Dameri, 2014).
Este hecho señala que las Ciudades Inteligentes no son un concepto cerrado y acabado, sino por el contrario, las identifica su apertura y dinamismo respecto a la forma como las diversas regiones del mundo lo han integrado a necesidades urbanísticas particulares.
En el caso de América Latina, el fenómeno de la urbanización detonó en el siglo XX, cerrándolo con un nivel del 75,4%, similar al nivel del conjunto de las regiones más desarrolladas (Lattes, 2004). Este proceso se vio reforzado por fenómenos como la industrialización concentrada, migración masiva, establecimiento de clases laborales formales e informales, emergencia de asentamientos irregulares y surgimiento de movimientos sociales hacia la prosperidad; lo que, a su vez, se tradujo en el incremento de diversas problemáticas sociales y naturales asociadas a la vida urbana.
No obstante, ante el eminente escenario de las ciudades latinoamericanas en vías de desarrollo, numerosos y diversos han sido los procesos de transformación digital que buscan mitigar las diferentes problemáticas y los retos de frente, dejando claro que las TIC, sin ser una solución mágica a los problemas del desarrollo, si representan herramientas que tienen el potencial de disminuir las desigualdades existentes en el mundo actual, siempre que vayan acompañadas de campañas de inclusión y desarrollo de habilidades digitales que promuevan la participación y gobernanza urbana democrática.
Es importante que la visión para la transformación de una ciudad no se limite a una sola vocación; las Ciudades Inteligentes no son un fin, sino un proceso continuo que con el tiempo tiene el potencial de expandirse a las diversas dimensiones de la vida urbana. Para esto, las ciudades requieren hacer uso del capital intelectual para convertirse en centros de creatividad y habilitar sistemas de innovación en virtud de sus pobladores (Leydesdorf y Mark Deakin, 2011).
El trabajo conjunto tiene la posibilidad de generar un estado de innovación constante que se adapte a los territorios, donde modelos como el de la triple-hélice academia-industria-gobierno, representen un mecanismo de reinvención cultural y urbana. Esto se traduce a no limitar el desarrollo a territorios delimitados por fronteras, sino por el contrario, interconectar nuevas áreas y regiones de cooperación. Una ciudad no es “inteligente” sólo al nivel de explorar información o ser creativa, sino en la forma como gobierna estos procesos y lo hace parte integral de su sistema de adaptación e innovación (Matus y Ramírez, 2016).
Sin duda, en América Latina, el paradigma emergente de las Ciudades Inteligentes, permite emprender un camino más allá de llegar a una meta final, al crear enfoques cotidianos de futuros urbanos que vayan desde fomentar nuevas formas de gobernanza urbana y economías basadas en el conocimiento, pasando por el desarrollo y la planeación urbana en tiempo real, hasta el aprovechamiento de tecnologías móviles como principal aliado en la comprensión de problemas urbanos; siempre teniendo a sus habitantes y necesidades reales en el centro de su transformación.
Esta es una lectura sobre ciudades, y, por lo tanto, una lectura sobre quienes las habitan, una búsqueda a crear mejores futuros para ti, ellas y ellos.
*Andrés Chama
Creativo, emprendedor y actor de cambio con estudios en desarrollo urbano, transformación sostenible, e innovación y creatividad en instituciones como la UAQ, la Universidad de Queensland, la Universidad de Harvard y el ITESM. Actualmente es Coordinador de Innovación Urbana en la Subsecretaría para Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos de la SRE.