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Transorman la piel de edificios

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Las fachadas fotovoltaicas para el ahorro energético y el diseño bioclimático, son caracteristicas necesarias en los inmubles

Antonia Tapia

Actualmente el interés en la energía solar está creciendo rápidamente por el mundo. El calentamiento global, la dependencia a los combustibles fósiles y las consecuencias del cambio climático han alertado a algunos países pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), como Alemania, Finlandia o España, que han demostrado gran interés en este tipo de fuente renovable y a través de políticas de Estado han impulsado el uso y la introducción de los paneles fotovoltaicos en la fachadas de las construcciones como una medida de ahorro y eficiencia energética.

Los edificios que integran fachada fotovoltaica (BIPV, por sus siglas en inglés) no sólo producen electricidad sino que son parte sustancial de la construcción. Por ejemplo, una claraboya BIPV es un componente integral del envolvente, como así también los es el sistema de energía eléctrica solar que genera electricidad para el edificio. El elemento estándar es el módulo fotovoltaico, que consiste en células solares individuales encapsuladas e interconectadas que se adhieren a la fachada de la construcción.

El sistema de funcionamiento se conoce como efecto fotoeléctrico y convierte la energía del sol en corriente eléctrica que posteriormente suele emplearse para abastacer el consumo energético del edificio o para exportar su remanente a través de una interconexión a la red local.

Las primeras aplicaciones solares en edificios comenzaron a utilizarse en los años 70; consistían en módulos solares que eran instalados en los marcos de aluminio de las fachadas. El paso del tiempo ha hecho que este tipo tecnología evolucione y, en la actualidad, existe una amplia variedad de sistemas de BIPV disponibles en el mercado. Los sistemas incluyen cortinas, paneles y acristalamientos. También existe un gran interés en el uso de diseños híbridos, que combinan energía termosolar con fotovoltaica para alcanzar una mayor eficiencia energética.

El objetivo fundamental en cualquier aplicación BIPV es maximizar la eficiencia energética dentro del edificio y reducir la demanda de energía. De esta manera, todo el sistema puede ser optimizado. Para aumentar las oportunidades de iluminación natural en el interior del edificio se diseñan ventanas, claraboyas y cristales mientras que para reducir los reflejos no deseados y la ganancia de calor se emplean toldos fotovoltaicos.

Este tipo de fachada, cuya fuente de energía inagotable, gratuita y limpia, permite alcanzar un ahorro energético de 40 por ciento; además es aislante, disminuye el uso de los sistemas de refrigeración, ofrece confort térmico en el interior del edificio, reduce la contaminación acústica y la filtración de rayos UV.

De igual forma, la introducción de las fachas fotovoltaicas en los edificios sustituye el empleo de materiales de construcción convencionales reduciendo el costo global del sistema. Además su proceso constructivo y de instalación no lleva demasiado tiempo y una vez en funcionamiento no requiere demasiado mantenimiento sólo monitoreo y limpieza.

Caso de éxito

En México, el Corporativo FEMSA, en 2014, modernizó sus oficinas colocando una fachada fotovoltaica que consiste en una doble piel de vidrio fotovoltaico que incluye 400 paneles de silicio amorfo de color gris. La solución permitió un ahorro energético de entre 3 por ciento y 4 por ciento y a la vez ha evitado la emisión a la atmósfera de ocho toneladas de CO2. La potencia total instalada es de aproximadamente 18 kWp y, durante su primer año de funcionamiento, generó hasta 11 mil 200 kWh de energía eléctrica.

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Redacción Centro Urbano


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