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Luis Barragán, el Pritzker mexicano

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Un día como hoy pero de 1902 nació uno de los arquitectos más importantes del siglo XX y el único de su nacionalidad, hasta la fecha, en ser reconocido con el máximo galardón de la arquitectura

Hace 115 años, el 9 de marzo de 1902, nació en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, Luis Ramiro Barragán Morfín, considerado como un ícono de arquitectura del siglo XX, un personaje ilustre que ha dejado un gran legado tanto en México como en el mundo.

Este profesional destaca al ser el único arquitecto mexicano en ganar el máximo galardón en la materia: el Premio Pritzker de Arquitectura, mismo que le fue entregado en el año de 1980.

Luis Barragán es uno de los arquitectos más influyentes de la modernidad mexicana, por lo que, sin duda, su obra es un gran referente para los arquitectos actuales, tanto en aspectos visuales como conceptuales.

Los proyectos de Barragán frecuentemente son visitados por personas, estudiantes, catedráticos y profesionales de todo el mundo, quienes se complacen admirando sus inigualables trabajos.

 

Su vida y obra

El arquitecto mexicano realizó sus estudios profesionales en Guadalajara y se graduó como ingeniero civil y arquitecto en el año de 1925. Al término de su carrera, estuvo en Europa durante dos años, en viaje de estudios y de placer, pero sin haber estado en academia o institución alguna.

En dicho viaje se impresionó de la belleza de los jardines de las ciudades que visitó, como el Generalife de Granada y los de las villas italianas y de la costa del Mediterráneo, por lo que desde ese entonces conservó su interés por la arquitectura del paisaje.

Una vez que regresó a Guadalajara construyó algunas residencias, y tras realizar otros viajes a Europa, finalmente se estableció en la Ciudad de México en el año de 1936, pero fue hasta 1940 cuando ejerció su profesión construyendo algunos edificios de departamentos y pequeñas residencias.

Durante ese mismo año adquirió un amplio terreno en la entonces llamada Calzada de los Madereros, donde realizó algunos jardines. Ahí trabajó libremente, al no tener ningún compromiso con terceros. Tiempo más tarde, vendió la mayor parte de los jardines, pero se reservó uno pequeño, que hasta hoy forma parte de su casa.

Además, en terrenos con gran abundancia de lava volcánica descubrió las posibilidades de realizar bellos jardines en las rocas, lo que despertó en él la ambición de desarrollar ahí una urbanización residencial.

Para ello, en 1945 invitó a José Alberto Bustamante, conocido hombre de negocios, quién aceptó adquirir en copropiedad una gran extensión del Pedregal de San Ángel.

El arquitecto desarrolló el proyecto total de planificación y urbanismo para la firma Jardines del Pedregal de San Ángel, S.A., que fue el nombre que se dio a esta sociedad. En el mismo fraccionamiento diseñó varios jardines y obras ornamentales, y estableció normas de construcción a fin de crear un ambiente armónico en términos arquitectónicos y evitar destruir la belleza del paisaje. El desarrollo del Pedregal ocupó a Barragán de 1945 hasta 1952, cuando se separó de dicha empresa.

Entre 1952 y 1955 construyó algunas residencias, atendió sus negocios personales y comenzó también la reconstrucción del convento de las Capuchinas en Tlalpan, donde edificó una capilla nueva.

Además, en 1955 desarrolló para el Banco Internacional Inmobiliario la planificaron completa, con jardinería y obras de ornato, del fraccionamiento residencial Jardines del Bosque, en Guadalajara. También proyectó y supervisó los jardines del hotel Pierre Marques, en Acapulco.

Tras años de trabajo, en 1976 el Museo de Arte Moderno de Nueva York presentó la primera exposición sobre su obra y publicó el libro-catálogo de Emilio Ambasz, lo cual lanzó a Barragán a la fama internacional. Ese año recibió el Premio Nacional de Ciencias y Artes.

Barragán proyectó el Faro del Comercio para la ciudad de Monterrey en el año de 1979, así como la Casa Bárbara Meyer. Además, de toda su carrera profesional destaca que en 1980 haya recibido el premio Pritzker de arquitectura.

Con la enfermedad de Parkinson ya avanzada que le impedía seguir trabajando, Luis Barragán regresó por última vez a Guadalajara, en 1985, donde recibió el Premio Jalisco. Se realiza una gran exposición retrospectiva en el Museo Tamayo de la ciudad de México y en 1987 recibe el Premio Nacional de Arquitectura.

Un año más tarde, Luis Barragán murió en su casa de Tacubaya, en la ciudad de México y sus restos fueron trasladados a Guadalajara, en donde hasta ahora reposan en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

 

La casa estudio de Luis Barragán

La famosa casa del arquitecto mexicano, bien conocida como La casa estudio de Luis Barragán, está ubicada en los números 12 y 14 de la calle de General Francisco Ramírez, colonia Daniel Garza, en la Ciudad de México.

En ese entonces, este barrio estaba constituido por modestas casas de pequeña escala y por la tipología tradicional de la vivienda popular colectiva en la ciudad de México: la vecindad. A este contexto se suma la cercanía de los talleres de oficios, tiendas de abarrotes, distribuidoras de materiales de construcción y fondas.

La fecha de construcción de la casa, en 1947, coincide con la primera etapa de desarrollo de los Jardines del Pedregal, el fraccionamiento para la élite mexicana más exitoso de la historia inmobiliaria de la Ciudad de México.

De la casa destaca la fachada principal, misma que se alinea con la calle obedeciendo al gesto de las demás construcciones, presentándose como una frontera masiva de aberturas dosificadas. De no ser porque su escala contrasta con las construcciones del barrio, su expresión austera, casi inacabada, podría pasar inadvertida.

Sobre el plano de la fachada se proyecta la ventana reticular y translúcida de la biblioteca, mientras que casi todo el exterior conserva el color y la aspereza naturales del aplanado de concreto donde solamente se han pintado las puertas de acceso peatonal y vehicular, así como la herrería de las ventanas.

En esta sobriedad de la fachada contrastan, en su ángulo superior izquierdo, dos planos en una misma esquina: el amarillo y el naranja. Finalmente, la verticalidad blanca de una torre utilizada como depósito de agua remata la silueta de la casa contra el cielo.

 

La casa a la izquierda comparte también el recorte de la fachada y la proyección de la ventana central en la composición, en donde cualquier cronología de la casa y estudio de Luis Barragán debe detenerse un instante en la casa vecina que, sin duda, puede ser considerada como un primer modelo experimental o el estado embrionario de un proyecto que se continuará en sus predios colindantes. Esta vecindad de dos obras tan íntimamente ligadas por un mismo proceso creativo representan un caso singular en la historia de la arquitectura moderna.

La puerta al norte, marcada con el número 12, funcionó durante la vida de Luis Barragán como el taller de arquitectura, el cual se puede distinguir por el perfil de la fachada que tiene un volumen de menor altura. En tanto, por el número 14 se accede a la casa del arquitecto.

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Dinorah Nava

Editora de Contenidos y Estrategias Digitales en Centro Urbano y Coeditora en Periódico Mi Casa. Egresada de la licenciatura en Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM). Amante de la edición y corrección de estilo, las redes sociales y el mundo digital. Especialista en temas son arquitectura, inmobiliario y urbanismo.


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