La ADI se fundó en 1992, con el objetivo de ordenar y consolidar la creciente industria inmobiliaria; así como recuperar la confianza de los inversionistas
Los primeros años de la década de los 90, en el entonces Distrito Federal, estuvieron marcados por una recuperación de la estabilidad económica y una baja inflación, por lo que los ciudadanos tenían grandes esperanzas respecto al futuro de la metrópoli.
Asimismo, tras el terremoto de 1985, mucha gente, empresas y comercios optaron por salir del centro de la ciudad por considerarla una zona insegura, lo que potenció el desarrollo del poniente y el sur de la urbe, particularmente en Insurgentes, Polanco, Bosques de las Lomas y Santa Fe.
En aquellos años también se vivía un proceso de apertura comercial, que dio entrada a nuevas empresas y plazas comerciales a la capital del país; y de igual manera, fue al inicio de la década de los 90 cuando surgió una nueva generación de empresarios inmobiliarios con nuevas ideas y proyectos.
De esta manera, se crearon nuevas empresas inmobiliarias mucho más modernas y eficientes a las constructoras o fraccionadoras, como se les llamaba entonces. Lo cual, aunado al aumento en la demanda, una economía estable y la disposición del gobierno, dio origen a la industria inmobiliaria como hoy la conocemos.
Así, llegamos a 1992, año en que se reformó la Ley del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) para impulsar la construcción de vivienda en México, y, de igual manera, año en que se fundó la Asociación de Desarrolladores Inmobiliarios (ADI), con el objetivo de ordenar y consolidar esta creciente industria.
Cabe mencionar que, en aquel tiempo, la administración del Distrito Federal sabía que se avecinaba un boom inmobiliario en la ciudad, y se tenía identificada la demanda potencial. Por ejemplo, había una necesidad de espacios para oficinas, pues no se habían construido edificios durante mucho tiempo, eso sin contar los inmuebles dañados por el sismo de 1985.
Lo anterior llevó a que Jorge Gamboa de Buen, entonces Coordinador de Reordenación para la Protección Ecológica (ahora Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda de la Ciudad de México, Seduvi), y Juan Enríquez, quien era director de Servicios Metropolitanos (Servimet), con el apoyo del Jefe del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho Solís, empujaran la creación de una entidad encargada de gestionar el desarrollo inmobiliario de la ciudad.
La ADI nació bajo la visión de 16 empresarios, entre ellos David Segura, José Daniel, Javier Barrios y Luis Sánchez, quienes, además, tenían el propósito en común de dar seguimiento a los temas inmobiliarios frente a las autoridades; así como recuperar la confianza de los inversionistas.
De igual manera, los miembros de la Asociación han trabajado, desde un inicio, con base en ciertos principios fundamentales. Tal es el caso de la creación de planes para el mejoramiento urbano, la implementación de planes de movilidad, la realización de obras de infraestructura y la recuperación de espacios públicos; así como la mejora en la seguridad de las obras y la implementación de un plan de sustentabilidad en las construcciones.
El primer titular de la ADI fue el ingeniero Gumaro Lizárraga, quien fungió como presidente de 1992 a 1994, y cuyo reto principal fue el de unificar al gremio para mostrar ante las autoridades locales un frente común. Esto con el propósito de demostrar la importancia del desarrollo inmobiliario como principal motor de la economía local.
Y esta tarea de entablar una buena relación con la administración capitalina para externar las necesidades de los desarrolladores inmobiliarios se complementó con la construcción de proyectos que elevaran la calidad de vida de la población.
Dichos proyectos ya contaban con la peculiaridad de tener usos mixtos, como oficinas, vivienda y comercios en un mismo edificio. Asimismo, durante la administración de Gumaro Lizárraga se logró monitorear los trámites de obtención de permisos de construcción, lo que contribuyó a que disminuyera la corrupción y se recuperara la confianza de la comunidad.
“La labor de un presidente de la ADI es mejorar la calidad de vida de los usuarios de los desarrollos a partir del fomento de políticas públicas y estándares de calidad”, comentó el ingeniero.
Entre 1992 y 1994, la imagen de la capital del país comenzó a cambiar, con el desarrollo de proyectos como el Corporativo Bimbo, de los arquitectos Gonzalo Gómez-Palacio y Gustavo Eichelmenel; y el Papalote Museo del Niño, obra de Ricardo Legorreta, inaugurados en 1993.
También, en ese periodo inició la construcción de la Torre Mural, en Insurgentes Sur 1605; e iniciaron operaciones la Plaza Loreto, de Alberto Lenz, al sur del Distrito Federal; y el Centro Comercial Santa Fe, de Javier Sordo Madaleno.
Además, en 1993 se expidió la nueva Ley General de los Asentamientos Humanos, que contemplaba la participación ciudadana en la planeación urbana; así como el fomento y el control del desarrollo urbano.
Para 1994, entró en vigor el Tratado de Libre Comercio con América del Norte y Canadá (TLCAN), lo que inició un proceso de apertura comercial sin precedentes que estuvo a punto de posicionar a México como país de primer mundo.
Sin embargo, en ese mismo año el país se vio envuelto en una profunda crisis económica que causó la devaluación del peso mexicano y afectó a todos los sectores de la economía; incluyendo a la industria inmobiliaria, con un freno en el desarrollo de grandes proyectos.
Ese año, David Serur tomó la batuta de la Asociación, con el reto de mantener la unión y recuperar la confianza en el crecimiento del país; lo que derivó en una mejor percepción para la inversión extranjera.
“El principal objetivo de la ADI fue establecer con los desarrolladores una presencia con el Gobierno de la Ciudad de México y posteriormente ampliarla a otros estados de la República Mexicana”, dijo Serur.
En 1995, aún en medio de los efectos de la crisis, el arquitecto José Daniel llegó al frente de la ADI, que encabezó hasta 1999, con la misión de mantener la vigencia y cohesión de los miembros de la Asociación. No obstante, en este periodo, la economía nacional comenzó a estabilizarse y crecer moderadamente.
“El principal valor de la ADI es ser mecanismo de interlocución entre los gobiernos de todos los niveles y los empresarios inmobiliarios organizados”, señaló el entonces presidente de la ADI.
Ya para 1997, los niveles de inflación habían comenzado a ceder y se recuperó gran parte del empleo perdido durante la crisis de 1994.
Ese año, en la Ciudad de México, se realizó el primer encuentro entre el Gobierno local, encabezado por Cuauhtémoc Cárdenas, y los socios agrupados en la ADI; y, gracias a esto, se crearon nuevas zonas de reconexión urbana para la metrópoli.
Asimismo, en ese año, la Asociación comenzó a ganar mucho más prestigio, ya que algunos socios comenzaron a cotizar en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV).
Además, cabe mencionar que a finales de los años 90, el crecimiento urbano y demográfico se aceleró en la ahora llamada Zona Metropolitana del Valle de México, una zona urbanizada de 1,400 kilómetros cuadrados que ya albergaba a más de 18 millones de habitantes.
De esta manera, entre 1994 y 1998 se construyeron diversos inmuebles emblemáticos de la ciudad, como el edificio Calakmul, conocido como ‘La lavadora’, el Centro Nacional de las Artes (Cenart), las Torres gemelas de Polanco, la Torre Arcos Bosques I, la Torre Mayor, el Foro Sol y la Torre Reforma.
En 1999 asumió la presidencia de la ADI el ingeniero Carlos Holschneider, con la tarea de mantener la unidad de los socios para trabajar por un desarrollo económico y urbanístico positivo para la ciudad.
“La confianza en el crecimiento del país derivó en la actitud positiva de inversionistas extranjeros por entrar a México”, destacó Holschneider.
Además, en el año 2000, se logró establecer una colaboración más intensa entre la ADI y el Gobierno, lo que permitió que el desarrollo urbano se viera como una meta a largo plazo y no solo sexenal. Y, adicionalmente, para los socios ADI fue posible lograr un distintivo de excelencia en sus proyectos inmobiliarios gracias a su prestigio y responsabilidad.
En este periodo también se detonaron grandes proyectos inmobiliarios en la urbe, siendo el más destacado el desarrollo de la zona de Santa Fe; así como las obras de infraestructura en el poniente, el desarrollo de zonas designadas para interés social y la recuperación de zonas debilitadas, como las colonias Guerrero, Roma y Condesa.
Finalmente, del año 2000 al 2001 tocó el turno del Licenciado Ramón Amezcua para estar al frente de la ADI, quien tuvo el propósito de aumentar el número de socios y mantener una buena relación con las autoridades capitalinas.
Para esto último, se llevaron a cabo diversas mesas de trabajo con funcionarios y candidatos al Gobierno del Distrito Federal. Lo cual fue de gran importancia para que el nuevo mandatario capitalino, Andrés Manual López Obrador, fuera consciente de la importancia de la ADI para la ciudad.
Es así como la ADI, durante sus primeros 10 años de existencia, logró consolidarse como el pilar del sector inmobiliario que es hoy en día, llegando a representar el 80% del desarrollo inmobiliario de la Ciudad de México y el 70% a nivel nacional.
Este texto se incluye en la edición Mayo-Junio de la Revista Inversión Inmobiliaria