Fue contundente; Andrés Manuel López Obrador arrasó en la elección presidencial con mayor participación en la historia de México, provocando en el proceso un increíble tsunami que llevó a su partido, Morena, a ganar en gran parte de los procesos electorales que se llevaron a cabo el ya histórico domingo 1 de julio.
López Obrador será un Presidente poderoso, que iniciará su gestión con un altísimo nivel de aprobación, con el respaldo de un número importante de gobiernos estatales y municipales y, lo que es aún más importante, con una mayoría en el Congreso que le dará un enorme poder… Y en consecuencia, una aún mayor responsabilidad.
Pero, a pesar de lo contundente del resultado, campañas y proceso electoral quedaron atrás, y a partir del momento en que las autoridades electorales confirmen a López Obrador como Presidente electo, entraremos de lleno a un proceso de transición que debe servir para afinar todas las propuestas que apenas vimos bocetadas durante los meses recientes.
Eso será en unos días, pero lo que debió haber empezado desde el momento mismo en que el presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, anunció las tendencias en la elección Presidencial, es el profundo proceso de reconciliación, que tendría que seguir a un proceso electoral que polarizó al extremo al país.
No se trata de lo que los políticos tradicionales entienden como operación cicatriz… Estamos hablando de un verdadero proceso que nos vuelva a poner a todos en una misma canasta, sin importar por quién votamos, partiendo solo de la base de que para construir el futuro de un país, hay que sumar al proceso a todos los que lo forman.
Por eso fue tan positiva la rapidez con que los otros candidatos, las autoridades electorales y el Presidente en funciones, salieran a reconocer el resultado y brindar su apoyo al virtual Presidente Electo.
Porque esa rapidez hizo posible que voces de todos tipos hicieran el mismo reconocimiento, lo mismo cámaras empresariales, que líderes sociales e incluso gobiernos extranjeros.
Es algo muy positivo para México que la temida mañana del 2 de julio llegara con la novedad de que había un claro ganador de las elecciones y que eso no hubiera provocado mayores sobresaltos ni en la vida cotidiana, ni en indicadores económicos fundamentales, como pudiera ser el tipo de cambio.
Y no debe ser difícil aprender a sumar… Pasa por entender que todos somos necesarios en el proceso de construir el futuro de un país, y que la pauta que marcó nuestra democracia abre la puerta a la posibilidad de hacer los ajustes necesarios no solo para correr en busca del futuro, sino para hacerlo privilegiando el objetivo de reducir la enorme desigualdad, multiplicando oportunidades y logrando que ellas lleguen a todos los mexicanos.
Y sí, esto implica retos y oportunidades enormes para todos los que tienen que ver con los procesos de generar viviendas y generar ciudad…
Habrá que hacer muchas casas y lograr que ellas estén al alcance de todos y sirvan además para construir ciudades comunidades más justas, eficientes y competitivas.
Toca ver que gobierno, sociedad e iniciativa privada trabajen muy fuerte… Y muy de la mano…
Es momento de sumar… De sumar y de levantar la vista en busca de objetivos de gran fondo y largo plazo… DE sumar y trabajar juntos y muy fuerte para alcanzar cuanto antes esos objetivos.
