Por Lina Patricia Calderón Arzate
Sobre ruedas las mujeres también marchamos, la bicicleta no es sólo nuestro modo de trasporte, es un medio de unión para exigir una ciudad libre de violencia.
La exigencia de no violencia es un grito desesperado por parte de las mujeres de todo el mundo y la Ciudad de México, no es la excepción. Las manifestaciones de violencia de cualquier tipo no deben ser normalizadas en ninguna de sus formas, el pensamiento machista debe ser suprimido del inconsciente social.
Las mujeres que usamos como modo de transporte la bicicleta nos sumamos a estas protestas porque consideramos que somos más vulnerables a la violencia en las calles, principalmente por parte de los automovilistas que no respetan nuestro derecho a movernos a bordo de un modo de transporte distinto, por considerar que no tiene derecho de uso de las vías que al parecer son exclusivas de automóviles, camiones y/o de cualquier otro vehículo automotor que pague tenencia.
Pero, paradójicamente, es este mismo modo de transporte el que nos hace sentir más seguras, más libres y por qué no decirlo más poderosas. La libertad de poder rodar sin sentir que alguien invade tu espacio vital, con la seguridad de que es mucho menos probable que existan miradas lascivas, acosos y tocamientos a los que estamos expuestas cuando viajamos en transporte público, aunado al poder de circular usando como con único combustible la fuerza de nuestras piernas y el valor de atrevernos a rodar en una ciudad donde, pareciera que vale más la prisa de los que van en su burbuja de acero, que la vida de los que rodamos sin más protección que un casco, nos empodera, por el simple hecho de llevar a cabo una acción, que no cualquier hombre se atreve a hacer.
“La ciudad no está hecha para las bicicletas”, es esta quizá la frase más escuchada por las ciclistas al comentar nuestra “hazaña” de rodar por esta ciudad, es ahí cuando me pregunto, ¿está acaso hecha para asesinos, para delincuentes, violadores y acosadores?
Las mujeres en bicicleta hemos librado la batalla contra el temor de morir atropelladas, sin que ello nos libre del riesgo sufrir un accidente, merecemos ganar la guerra contra el miedo de no llegar a casa porque nos agarró la noche en la calle y vamos solas, o porque nos está siguiendo un vehículo de manera misteriosa, o porque un que un hombre nos amedrente por invadir “su carril”.
La luz de una mujer brilla en cualquier lado y de cualquier modo, buscamos que nuestra luz no se apague, queremos salir a rodar sin miedo, queremos sentir que la manera que elegimos para movernos no expone cada día nuestra vida, que quienes van a bordo de un vehículo sepan que su vida es igual de valiosa que la nuestra, que somos madres, hijas, esposas que quieren llegar sanas a su destino.
Lina Patricia Calderón Arzate
Licenciada en Urbanismo por la Facultad de Arquitectura, UNAM (2002-2007), titulada en ‘Análisis Cualitativo del Sistema de transporte Metrobús en su primera etapa’ (2008).
A lo largo de su trayectoria profesional ha ganado diferentes premios: primer lugar del concurso Ángel Borja Navarrete, ‘Propuestas viables y originales para el hábitat y la vivienda popular en Xochimilco, Distrito Federal’ UNAM (2004) e ‘Implicaciones de la Ley Federal para la Prevención e Identificación de Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita’, HT Contadores Asociados (2013).
Twitter:@BicireporteraDF