Por Raúl Oliván*
Cerca de Amsterdam había un conjunto de casas unifamiliares prácticamente idénticas. Durante la crisis de los 70, todo el mundo comenzó a preocuparse por el consumo de energía y descubrieron que algunas casas gastaban 1/3 más que otras… por qué?
Las casas eran casi idénticas salvo por pequeños detalles.
Unas tenían el contador de gas en el sótano y otras lo tenían en el vestíbulo. El contador del gas tenía tenía una rueda cuya velocidad indicaba la cantidad de consumo. ¿Qué vecinos consumían más gas? Efectivamente.
Consumían más los que no veían el contador porque estaba en el sótano.
Esta anécdota la usa D. Meadows para explicar el concepto de ‘racionalidad limitada’ que es clave en teoría de sistemas y que quiero conectar con dos ideas: La rendición de cuentas y el cambio climático.
La racionalidad limitada es el planteamiento de que los seres humanos tenemos capacidades cognitivas limitadas, por lo que intentamos adaptarnos y responder a nuestro entorno con dichas limitaciones. (Herbert Simon)
La racionalidad limitada hace que nos concentremos en nuestra realidad sin tener mucho en cuenta el contexto. Si somos pescadores en pescar cuantos más peces mejor, si somos empresarios en maximizar beneficios, si somos turistas en disfrutar de nuestras vacaciones…
Esta sería una de las ideas fuerza que explicaría por qué nos cuesta tanto comprometernos con asuntos como el cambio climático. Solo que, en este caso, aun disponiendo de información, preferimos no verla. Es como si ya nos viniera bien que el contador siga en el sótano.
Se produce una suerte de alianza entre negacionismo, ignorancia y desinterés calculado. La racionalidad limitada debe combatirse con visión de conjunto, sistemas información y medición, visualización de datos y narrativas que interpelen a las personas.
Un ejemplo perfecto son los sistemas de rendición de cuentas de los planes de gobierno que se están formando ahora. ¿Queremos colocar el contador en el sótano o en el vestíbulo? Cuando lanzamos #VisualGob lo hicimos con toda la intención.
Sabíamos que incomodaría a algunos pero que nos haría ser mejores, trabajar más, enfocarnos en cumplir objetivos, ser más rigurosos. La rendición de cuentas es performativa: practicarla te empuja a gobernar mejor. Nota para gobiernos: el momento es ahora.
Conforme los retos de nuestro tiempo se hacen más complejos y se antoja más ajena su solución, como el cambio climático, más esfuerzo debemos hacer en sintetizar, visualizar y aproximar la información. ¿Cómo colocar un contador de cambio climático en cada casa o gobierno?
Francamente, no lo sé, pero seguro que alguna startup u ONG me está leyendo y ve aquí un modelo de negocio e impacto social. Lo que sí sé es que además de datos, como el contador, para actuar también necesitamos historias que nos emocionen, porque los números lo hacen poco.
Y con ese objetivo la ONU impulsó la Agenda 2030 y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
Que sí, que es un relato, de hecho es el relato más ambicioso y épico que ha creado la humanidad jamás: pobreza, educación, sostenibilidad, paz…
Es nuestro ‘contador’ mundial
Por eso es incomprensible que algunos quieran, no ya esconder el ‘contador’ en el sótano sino, directamente, destruirlo a martillazos. ¿Cómo podemos afrontar la racionalidad limitada y su versión más embrutecida, que podemos bautizar como autolimitación racional?
Hace falta una nueva generación de organizaciones conectadas a su entorno. Con ese objetivo creé el modelo de innovación hexagonal. 6 vectores para el cambio sistémico: abrir, mezclar, agilizar, experimentar, colaborar y digitalizar.
*Raúl Oliván
Director general de Gobierno Abierto e Innovación Social
en el Gobierno de Aragón