Ni modo… Por más que hicimos como que no llegaba, el 2018 acabó llegando…
Y llegó justo como nos lo imaginábamos… Marcado por ese tsunami todoterreno y multiplataforma que conocemos como elección presidencial (y el montón de elecciones locales que la acompañan).
Basta con prender el radio o la tele para ser golpeados por una avalancha interminable de spots políticos, que sin embargo, más allá de preocuparnos por la falta de propuestas y el clima de polarización que trae a nuestra sociedad, no salva a nadie de tener que atender sus propios asuntos.
Con todo y el mal humos y las dudas que nos pueda dejar la guerra de lodo de las campañas, la verdadera prioridad está en hacer crecer los números de nuestra economía, y en particular, de las actividades en que cada uno de nosotros participa.
Ni modo… Con las campañas como ruido de fondo, ciudadanos y empresarios deben salir a trabajar para intentar hacer crecer todos los sectores que conforman nuestra economía.
Y el escenario no está fácil, con un entorno macroeconómico marcado por la incertidumbre y el pobre crecimiento, por la cuenta de twitter de Trump, por un dólar en las nubes, por tasas de interés que poquito a poquito van subiendo, por el fantasma de la inflación…
No se ve fácil con todo y que los índices de empleo y consumo se mantienen fuertes, y con todo y que las llaves del crédito siguen abiertas para impulsar las diferentes actividades productivas.
No se ve fácil porque así como hay factores macroeconómicos que mantienen los niveles de confianza que requieren los grandes inversionistas y las instituciones financieras, hay también aspectos negros que quitan lustre a las oportunidades.
Se mantienen, solo por dar unos ejemplos, inaceptables niveles de violencia y corrupción… Y se mantienen también altos niveles de ineficiencia y obsolescencia regulatoria, que agregan tiempos y costos a los sectores productivos.
Lo ideal sería que cada quien pudiera dedicarse a los suyo dejando los temas electorales solo como anécdotas de coyuntura en el trámite administrativo de cambio de gobierno…
Pero no es así… Todos los sectores productivos deben trabajar aun teniendo en contra enemigos tan imponentes como la desmedida corrupción y la igual de desmedida ineficiencia de los gobiernos y órganos legislativos locales.
Ese es el caso del sector inmobiliario, que pudiendo ser un valiosísimo instrumento de desarrollo económico y social, debe luchar a contracorriente, enfrentando retos que en ocasiones no se pueden salvar y que acaban afectando no a los empresarios del sector, sino a las ciudades, que ven afectada la posibilidad de atender las necesidades que en materia de activos inmobiliarios, puedan tener sus habitantes.
Y esto se hace muy evidente con la vivienda, cuyos precios se elevan en forma desmedida a causa de las deficiencias regulatorias y de la corrupción, afectando ante todo a los segmentos de población de menores ingresos.
Este año es año de elecciones… Pero es también año en que la gente necesita casas y necesita también los empleos y el desarrollo económico que genera la industria inmobiliaria.
Es año electoral… Ojalá que eso no se traduzca en que haya sectores productivos que deban bajar cortinas hasta que los procesos políticos terminen… Eso no lo aguanta ni la gente que necesita una vivienda o cualquier otro activo inmobiliario… Ni nuestras ciudades y economía.
DE eso debe tratar el año, de lograr que a pesar del año electoral cada quien puede seguir en lo suyo.
RELEVOS EN SCOTIABANK Y HSBC
Iniciamos año con la noticia de que Enrique Margain deja la dirección hipotecaria de Scotiabank para incorporarse a las filas de HSBC quedando al frente de su división de crédito hipotecario y automotriz.
Sobra decir que Margain dejó gran sabor de boca en Scotiabank… Tan es así, Paulina Prieto, que por años colaboró estrechamente con Margain, queda al frente del área hipotecaria de este banco… Con seguridad a los dos les va a ir muy bien.