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El proyecto de vivienda social más antiguo del mundo

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Por Pedro Torrijos*
El precio del alquiler es un problema en todo el mundo. Salvo en Fuggerei, Baviera, donde el alquiler cuesta 0.88 €. AL AÑO. (Aunque no es tan fácil). Esta es la historia del proyecto de vivienda social más antiguo del mundo, y os la cuento en #LaBrasaTorrijos.

En 1530, el papa Clemente VII coronó a este señor como Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Este señor que llevaba siendo Rey de Castilla, Aragón y el resto de señoríos hispánicos desde 1516 bajo el nombre de Carlos I y que lo era de Alemania desde 1520 como Carlos V.

La coronación papal puso fin a una carrera por el Imperio que le había enfrentado al rey Francisco I de Francia. Y como toda carrera que se disputa, esta también necesitó un equipo detrás. Un equipo con un buen aparato logístico y, sobre todo, una buena financiación.

Uno de los principales financiadores del ascenso al trono de Carlos V fue este otro señor llamado Jakob Fugger, apodado «el Rico» Y tan rico. Con una fortuna de unos 400 mil millones de euros al cambio actual, Fugger fue, posiblemente, el hombre más rico de la historia.

Mientras, en la Alemania de la época había *otro* señor que estaba montando un buen follón y lo montaría aún más grande: Martín Lutero.

Siendo Fugger un católico ferviente, y en vista de que las ideas luteranas calaban con rapidez en el país, decidió poner parte de su fortuna y su influencia en combatir las ideas de Lutero.

Entre estos movimientos, puso dinero para financiar actividades antiluteranas y consiguió que Carlos V declarase proscrito a Lutero. Pero como se consideraba un buen católico, también decidió que eso de que las buenas obras no te ganasen el reino de los cielos era mandanga.

Así que también gastó una cierta parte de su fortuna en, efectivamente, hacer buenas obras. Buenas obras para los católicos, ojo, tampoco nos vengamos arriba.

Quizá su mejor obra, y culturalmente la más importante, fue darse cuenta de que la dignidad del ser humano era la casa. La casa era el bien último. Lo que separaba al hombre del animal. La casa era el mundo.

Así que decidió regalar una casa a quien no la tuviera.

En su Augsburgo natal, Fugger concibió una miniciudad destinada a aquellos católicos que viviesen en la indigencia. Proyectado por el arquitecto Thomas Krebs y terminado en 1523, a este enclave lo llamó Fuggerei, porque buen católico era pero un poco orgulloso también.

Fugger invirtió 10.000 florines (8.800 € de la época, pero casi 30 millones actuales) en un fideicomiso para construir y administrar el complejo. Fideicomiso que sigue funcionando a día de hoy PORQUE FUGGEREI SIGUE EN ACTIVO 500 AÑOS DESPUÉS DE SU FUNDACIÓN.

Y no solo sigue en activo, sino que lo hace bajo las mismas condiciones que en 1520:
1. Haber vivido en Augsburgo al menos 2 años.
1. Ser católico.
2. Ser una persona sin hogar.
3. No ser culpable de ser una persona sin hogar.
4. Rezar 3 veces al día.

A cambio, recibes una vivienda de entre 45 y 60 m2 perfectamente equipada y pagas EXACTAMENTE lo mismo que hace 5 siglos: un florín renano al año. 0.88 euros. Sí. Al año.

Pero más allá de la labor caritativa, lo verdaderamente formidable de Fuggerei es que es de los primeros desarrollos urbanos y arquitectónicos pensados para el pueblo. Para la gente necesitada. No es un palacio, no es una iglesia, no es un castillo. Son casas para la gente.

Es más, la única iglesia del enclave no se construyó hasta 1582, casi 60 años tras la inauguración de Fuggerei y 57 después de la muerte de Jakob Fugger.

Pensad que la casa de la gente llana no era un objeto de arquitectura. Ni en Grecia ni en Roma ni en el medievo. La arquitectura se reservaba al poder, no al hombre. Fuggerei lo cambia todo. Porque no es construcción; es arquitectura.

Es de las primeras veces en la historia en la que un arquitecto PIENSA en que la gente llana tiene que vivir bien. Y así son las viviendas de Fuggerei. Casas sin lujos, pero donde se vive bien.

Lo eran en su momento, tal y como se ve en estas fotografías de la casa-museo que hay allí y que muestra como era una vivienda de la época.

Y lo son ahora, tal y como aparece en este reportaje de Assemble Papers. assemblepapers.com.au/2020/04/06/the

A día de hoy, y tras dos ampliaciones en 1880 y 1923, Fuggerei se compone de 67 casas con 147 viviendas en total. Todas ellas encuadradas en un recinto cerrado con cinco puertas que, por cierto, permanecen cerradas desde las 10 de la noche hasta las cinco de la mañana.

En esas 7 horas, el acceso solo está permitido para los residentes y, por cierto, como la iluminación de las calles no es muy profusa, también se conservan los antiguos llamadores de las puertas, que son todos distintos para poder reconocerlos solo por el tacto.

Fuggerei es el proyecto de vivienda social más antiguo del mundo que sigue en activo y nos lanza una pregunta MUY interesante: ¿Cómo es posible que unas casas tan antiguas, dignas pero modestas, hayan aguantado tan bien estos 500 años? La respuesta es que no son antiguas.

Lo dije antes, el fideicomiso que administra el complejo se ha encargado del mantenimiento continuado de las viviendas, incluyendo reparar cubiertas, sustituir carpinterías, además de introducir agua corriente o electricidad.

Y, en realidad, mucho más, porque más de la mitad de Fuggerei fue destruido en los bombardeos aliados de la 2ª Guerra Mundial, así que más de la mitad de las casas se reconstruyeron en los años 50.

Y sí, las reconstruyeron con materiales nuevos pero a imagen de las antiguas. No estoy totalmente seguro de que eso es lo que le habría gustado a Jakob Fugger pero, en mi opinión, este es uno de los pocos casos en los que un falso histórico tiene sentido.

Y aunque el modelo basado en la caridad es difícilmente exportable, Fuggerei nos habla de algo que está en el corazón de la civilización. Algo que Fugger siempre tuvo claro y que se ha perdido demasiadas veces. Que la casa es el centro de la dignidad del ser humano.

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