Muchos gobiernos locales ven el desarrollo inmobiliario como un enemigo y no se dan cuenta de que es un motor que no saben encender.
Por Horacio Urbano*
Es absurdo, pero muchos funcionarios públicos han visto y siguen viendo la industria del desarrollo inmobiliario como un enemigo a vencer, y no, como tendría que ser, como el aliado natural con que tendrían que sumar voluntades, capacidades y esfuerzos, en busca de mejorar calidades de vida de sus jefes, los ciudadanos.
Porque más allá de las fobias y/o intereses y/o capacidades de esos funcionarios, las ciudades y sus habitantes necesitan los diferentes activos que produce esta industria.
Y el hecho es que en muchos gobiernos locales no entienden o no saben qué hacer con la industria inmobiliaria y se van por el camino fácil de mejor cerrar las puertas a eso que no entienden, a eso que claramente le tienen miedo, afectando gravemente con ello a la gente que necesita esos inmuebles.
Un motor que no saben encender
Porque, no hay que hacerse bolas, la gente y sus ciudades necesitan activos inmobiliarios de todo tipo para garantizar calidades de visa, eficiencias urbanas, viabilidad económica y calidad del medio ambiente.
Es simple, esa fobia al sector inmobiliario ha provocado el encarecimiento de la vivienda y la falta de consolidación de vocaciones urbanas, limitando con ello los alcances de la competitividad social y económica de las ciudades.
Y el hecho es que muchos gobiernos locales ven el desarrollo inmobiliario como un enemigo y no se dan cuenta de que es un motor que no saben encender.
¿Habría forma de revertir este proceso de divorcio entre políticas públicas y un motor de desarrollo tan fundamental como la industria del desarrollo inmobiliario?
Por supuesto que sí.
Es tema de objetivos y prioridades
No sería fácil, pero está muy lejos de ser imposible; basta con tener la voluntad política y las capacidades de alcanzar acuerdos, tejer alianzas, detonar inversiones públicas y privadas, realizar profundos ajustes a normativas relacionadas con planeacion urbana y construcción, y eliminar la corrupción.
¿Está cabrón?
Pues sí, nadie dijo que fuer fácil, pero se va haciendo mucho más simple en la medida en que se jerarquizan objetivos y prioridades.
Es mucho más fácil si se asumen como prioridad los objetivos de elevar calidades de vida, fortalecer estructuras urbanas y proteger el medio ambiente, y si en ese sentido se definen y priorizan las acciones a seguir para crear los entornos propicios para hacerlo posible.
Falta visión a los gobiernos locales
Es mucho más fácil si se asume como prioridad atender el reto de vivienda, acelerando particularmente las acciones necesarias para garantizar respuestas a la población de menores ingresos.
Por supuesto, no resulta fácil verlo así para funcionarios que creen que todo inicia y termina con sus gestiones, y que por lo mismo no terminan de entender los conceptos largo plazo, transexenal (o trianual) y continuidad.
Pero el hecho es que el futuro va de la mano de la capacidad de constuir visiones integrales compartidas, que resuman las particulares visiones de los diferentes grupos de población.
Quienes están en el servicio público deben tener la capacidad de poner la vista en el futuro, al mismo tiempo que reconocen las condiciones a que los enfrenta el presente.
El papel de sociedad y sector privado
Y por supuesto, si bien he hablado de los retos que deben asumir quienes están en el servicio público, no está de más señalar que esta visión tendría que ser compartida con sociedad y sector privado.
Porque el objetivo común tendría que ser echar mano de cuanto esté a nuestro alcance para garantizar mejores escenarios de futuro, y ello necesariamente implica a las estructuras urbanas y a los activos inmobiliarios indispensables para hacerlas funcionales.
Hay que aprovechar las capacidades de la industria del desarrollo inmobiliario y ello implica, para quienes están en el gobierno, crear entornos propicios para su desarrollo. Entornos propicios que permitan encender este motor que increíblemente no se ha sabido aprovechar.
El papel del desarrollo inmobiliario
Y ojo, que aunque echar a andar la industria del desarrollo inmobiliario es cuestión de acciones muy simples, hacerlo es cosa que toma tiempo, más aún cuando en estos años el sector se ha puesto en modo ahorro de energía, muchas inversiones se pusieron en pausa o se fueron a otro lado, se ha perdido capacidad instalada y muchos empresarios del sector ajustaron sus modelos de negocio migrando a segmentos de menores riesgos y mayores márgenes.
Pero encender este motor es algo muy necesario. Hacen falta los activos inmobiliarios que genera, y, tampoco sobra decirlo, también hacen falta el desarrollo económico y las fuentes de empleo que implica.
Muchos gobiernos locales ven el desarrollo inmobiliario como un enemigo y no se dan cuenta de que es un motor que no saben encender.
Más nos vale que se den cuenta de que esta es una visión equivocada. Si no es así, si no entienden y asumen plenamente esta responsabilidad, estarán dando un duro golpe a las expectativas que pudiéramos tener en cuanto al futuro.
*Horacio Urbano
Presidente de Centro Urbano