El amor incondicional no puede venir de cualquier ser, el amor verdadero pocos seres saben darlo.
Retomando el tema de mi blog anterior, les hablaré de él latoso de la familia.
Bloggie es un schnauzer mini sal y pimienta, hace 5 años me lo dieron en adopción, pues conocían el historial de la familia cuidando y queriendo a Jessie, así que mi amiga Angélica me insistió en que aceptará adoptar otro hijo.
Bloggie nació el 10 de mayo, justo dos días antes de mi cumpleaños, así que desde el 2012, invariablemente celebramos juntos nuestros cumpleaños.
Es un torbellino, lleno de energía, todo el día quiere jugar, y cuando te ve llegar, el corazón se le sale de la emoción, corre y brinca varias veces y, finalmente, te abraza y te llena de besos por varios minutos, incluso podrían ser horas.
Es amiguero, gracias al año que estuvo en entrenamiento, y después, al año que estuvo yendo a la guardería de lunes a jueves, ahí aprendió básicamente a hacer amigos, porque el adiestramiento, no es precisamente lo suyo.
Pero que se le puede pedir a un ser tan lleno de luz, con esos ojitos tan lindos que te matan, si con el amor que te da, hasta le quedas debiendo.
Amigo de juegos de mi sobrinito; compañero de selfies de mi sobrina; acompañante de caminatas de mi mami y aprendiz de fútbol de mi hermano, no para en todo el día.
Dicen que los schnauzer son una extraña mezcla de amor, ternura y travesura, definitivamente no se equivocan.
Yo seguiré disfrutando de ese amor bonito, cada vez que llego a casa y sale a recibirme.
Porque una vez más afirmó, que sólo ellos saben amar incondicionalmente.
