Tsts-tsts-tsts ¡cumbia, cumbia! tsts-tsts-tsts, es normal en mis días escuchar frecuentemente este género musical; en términos estadísticos, el noventa por ciento de mis canciones guardadas pertenecen a esta clasificación, ¿por qué? Sencillo: porque la cumbia es madre de todo el pueblo.
En México y diferentes países latinoamericanos, la cumbia es uno de los géneros preferidos entre la sociedad, probablemente es aceptado por la armonía anímica de sus sonidos. Los instrumentos en conjunto forman una melodía de ambiente fiestero que obliga el movimiento de diferentes partes del cuerpo.
En particular, es mi identidad, siempre hay una canción que se relacione con mis pensamientos o mi sentir, y por ello la alegría abunda en mi personalidad, porque aunque hay algunas que son súper tristes corta venas, el sonido hace que el cuerpo esté fresco, y bueno, por lo menos nunca he visto a alguien que llore escuchando un cumbión.
A decir verdad, la cumbia chilena es mi favorita, desde hace poco más de dos años me he convertido en súper fan de bandas de aquella región suramericana; cada que vienen a México aprovecho para ir a desatar mi alma cumbiera, aunque en realidad vacilo cumbia toda la semana.
Las cumbias pueden manifestar diferentes situaciones, hablar desde hechos de política, incluso historias románticas y ¿por qué no? hasta del desamor. Una te lleva otra y así, bailando cumbia se amanece -con una negra, ron y vela-.
Una cosa es clara, la cumbia no pasará de moda porque nunca lo ha sido, lo que sí es verdad es que es un género que predomina entre la sociedad hispana, y en mi casa el que no salta no le gusta la cumbia.
¡Aguante la cumbia loca!