Hagas lo que hagas las personas siempre cuestionarán el porqué de tus decisiones o acciones, siempre quieren darte su opinión, la pidas o no, aunque no sea en palabras, sus gestos y expresiones se encargan de darte a entender lo que piensan.
Llevo cinco meses de ser vegetariana, no es mucho tiempo, es menos del que quisiera, pero no me había atrevido a dar el paso, no porque me costara dejar de comer carne, sino por el que dirá la gente, principalmente mi familia.
Y efectivamente, han sido ellos de los que más comentarios de burla o rechazo he escuchado: ya no te voy a invitar a comer, tú y tus ideas sin sentido, la naturaleza nos hizo carnívoros por algo, ahí vas a seguir modas, a ver que se te ocurre después, pobrecitas plantas ¿por qué ellas no te importan?… y cosas por el estilo.
Y pues no, no lo decidí por moda o porque quiera llevarle la contra a la naturaleza; sé que existe la cadena alimenticia y que no cambiaré el mundo porque dejé de comer animales, en especial porque estoy consciente de que hay muchos otros aspectos que representan maltrato animal, pero es algo que elegí hacer porque lo veo como mi manera de contribuir en favor de los animales y el medio ambiente, además de que no me gusta el sabor de la carne, por lo que no extraño comerla y me hace sentir bien conmigo misma.
Actualmente alrededor de 70% del agua utilizada en el planeta es consumida por los animales criados para el consumo humano y la agricultura, de la cual la mayoría de sus productos sirven de alimento también para estos animales.
Además, los excrementos de estos animales generan un importante porcentaje de emisiones de dióxido de carbono, lo que perjudica al medio ambiente, y aproximadamente 80% de las zonas deforestadas lo han sido para transformarlas en zonas donde criar a dichos animales. Claro, habrá muchas personas que encontrarán argumentos con los cuales interrogar estos datos, pero no a todos nos impacta lo mismo ni decidimos apoyar la misma causa, lo sé, lo entiendo y los escucho cuando me los dicen, excepto cuando lo hacen con la intención de decir que mi decisión no tiene sentido.
Me parece algo muy tonto tener que dar explicaciones de por qué yo como ensalada cuando todos están comiendo una gran milanesa, finalmente es MI comida, es MI alimentación, es MI estómago y son MIS ideas; yo no ando por la vida tratando de convencerlos de que esta sea la mejor opción o de que si ellos no son vegetarianos o veganos están mal, ¿por qué entonces me cuestionan o me juzgan por lo que elijo o no comer?
No me molesta que pregunten la razón de mi decisión, me molesta cuando las personas me ven con cara de que estoy mal o con expresión de lástima porque piensan que sufro al no comer animales.
El problema es que así solemos ser con todo, no solo con algo tan básico como que elegir que comer; nos encanta interrogar y juzgar lo que nos es ajeno y/o diferente, que si tienes pareja o no, que si engordas o adelgazas, que porque trabajas en un lugar donde te pagan mal, que porque decidiste dejar ese trabajo, que porque te vistes según la moda, que porque te vistes diferente, que si gastas en esto o aquello, que porque te gusta alguien, que porque no te gusta alguien… y así vamos por el mundo criticando cosas que nosotros no hacemos (o no nos atrevemos a hacer) y que no entendemos porque otro si lo hace, como si al hacerlo las ideas del otro se fueran a acomodar con las de nosotros.