Ya había hablado de lo mucho que me gusta ir a conciertos, pero no hablé del elemento extra que puede mejorar por mucho la experiencia: la compañía.
Mi número de amigos con los que logro ponerme de acuerdo para asistir a un concierto es muy bajo, realmente no considero tener gustos musicales extraños hasta que se anuncia la fecha de alguna presentación y no encuentro con quien ir porque no conocen al artista, no les gusta o simplemente no quieren gastar su dinero en eso.
En casos así, alguien como yo tiene dos opciones: ir sola o ir con mi papá. ¿Vas a los conciertos con tu papá? Me ha preguntado mucha gente sorprendida, a quienes me encanta responder que sí y que es bastante divertido.
Creo que pocos han podido tener esa fortuna, compartir tus gustos musicales con tus papás no es tan común y menos aún que quieran ir contigo a un lugar lleno de gente, con mucho ruido y donde estarán de pie al menos por dos horas.
Pero afortunadamente ese no es mi caso, la mayor parte de las veces mi papá lo hace para ir a cuidarme y no quedarse en casa con la preocupación de que no le pase nada a su única hija, pero cuando estamos ahí no lo parece, durante el tiempo que dura el concierto se convierte en mi amigo que brinca, baila, grita y canta conmigo aunque no se sepa las canciones, a veces hasta un par de cervezas me invita.
El último concierto al que fuimos juntos incluso se bajó del coche antes que yo cuando vimos en el estacionamiento al vocalista del grupo que acabábamos de ver para pedirle una foto.
Si, la compañía en un concierto siempre le da ese toque extra de magia que no siempre necesita, pero que es genial tener y que no deseas cambiar por nada.