Como buen chilango y en pro de evitar un uso constante del automóvil por el tema de la ecología, además del odioso tráfico que diario inunda la capital, utilizo el metro casi todos los días para moverme a donde se requiera
Es rápido y mientras se avanza se puede aprovechar para leer, escuchar música, o simplemente dormir, muchas veces combinando la primera con la segunda o la segunda con la tercera; hay para elegir, aunque con cuidado antes de que un mano larga se quiera pasar de listo.
Me pregunto si estarán ganando las malas condiciones a comparación de las buenas y eso que ya estamos pagando cinco pesos a partir de 2013. Es una buena medida si se piensa hacer algo, pero si no: ¡Pos’ me salto! (Ok, no. Eso ya pasó de moda y luego hay accidentes como la Lady Licuados).
Hay unos puntos en los que quisiera profundizar y creo que muchos van a concordar u otros no, pero al estar en contacto muy seguido, sería difícil no notar estos problemas que cada vez son más grandes y hacen pensar dos veces si ya es seguro o no viajar en este transporte.
-Poca seguridad:
Recordarán recientemente el asesinato de un estudiante en las vías por parte de sus compañeros, los típicos suicidios, que porque perdió Cruz Azul en la final otra vez o porque a la novia ya salió embarazada (¡qué se yo!) y la notable falta de luz afuera de las estaciones y sin policías.
-Insuficientes taquillas:
No puedo entender que el Metrobús tenga máquinas para pagar y en el caso del Metro no se utilice como apoyo con las taquillas, las cuales presentan comúnmente filas largas en horas pico con señoritas que muchas veces te atienden de mala gana.
-Transporte viejo:
Muchos vagones ya son muy viejos, con focos fundidos y algunas veces sin aire acondicionado. Es un gran reto el poder aguantar el sauna que se llega a crear ahí, sin mencionar las dificultades al estar de pie cuando frena de manera repentina y se detienen mucho tiempo, afectando el tiempo de las personas.
-Ambulantaje:
Promesa eterna por parte del Gobierno para quitar el comercio ilegal que inunda los vagones y hasta ahora no lo han podido erradicar. Así es, todavía venden los CD’s con las cumbias del momento a todo volumen o las de José José para amenizar el camino a casa; el regalo para el niño y la niña, el DVD con videos infantiles, chocolates, etcétera.
-Empujones y peleas:
Es típico ver al don manosear a la dama o las peleas para entrar al vagón porque ya se hizo tarde para llegar a la chamba; la realidad es que se vuelve una guerra donde sobrevive el más fuerte.
-No se respetan los asientos de discapacitados o personas de la tercera edad
Es un tema de nunca acabar y complicado, pero ceder el asiento es cosa de educación y conciencia. Una vez me tocó una señorita que ese estaba maquillando sentada en uno de estos lugares asignados, pero apareció una abuelita con un nivel alto en su voz: “Se quita, por favor”. La verdad es que me ganó la risa en esa ocasión y me tomaron a loco, pero es que está mal sentarse ahí y también está la forma en la que uno puede pedir las cosas.
-No hay limpieza
-Es labor de todos, en verdad. De nada sirve que recojan la basura si están tirándola de nuevo o ver a los señores escupir en los pasillos de las estaciones sin ninguna culpa. Sin lugar a dudas se debería multar por hacer eso, ya que también es un tema de salud.
-Conclusiones
El aumento a 5 pesos fue muy criticado, pero ojalá ayude a modernizar este transporte que es utilizado por miles de personas diariamente. Hay que pensar que la tecnología nos alcanzó, por lo que se tiene que ver la posibilidad de renovarse ante las necesidades actuales, como sitios para cargar aparatos electrónicos (aunque depende de la seguridad) y poder usar celulares sin problemas de señal.
El proyecto de la Línea 12 se hizo tan rápido que ahí están las consecuencias. Marcelo se quiso despedir con su obra maestra y le salió el tiro por la culata, ahora está sin funcionar y surgen los cuestionamientos: ¿Quién tiene la culpa? ¿Quién da la cara? ¿Hasta cuándo volverá a funcionar?
En fin, también hay cosas positivas como conciertos en las estaciones, regalar agua cuando es época de ‘la calor’ y el proyecto de prestar libros, pero lamentablemente se opacan las buenas acciones cuando existen tantos temas por resolver y como dice don Jaime Mausán: ¡Y nadie hace nada!