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Ciudades Invisibles, epigramas de Italo Calvino

Hablemos de Urbanismo |

Por Ulises Velasco Velasco.

 

Italo Calvino

Italo Calvino, nació en Santiago de Cuba en 1923 y fallece en Siena en 1985. Es el escritor Italiano de las percepciones, de la imaginación, cosecha universos literarios entre lo tangible y lo incorpóreo, en ese sentido, su obra es una búsqueda de señales, signos, indicios y contraseñas que plasmó en toda su obra.

Ocurre con las ciudades lo que en los sueños, todo lo concebible puede ser soñado, pero hasta el sueño más fortuito es un acertijo que esconde deseos, aspiraciones y toda una gama de anhelos, asimismo, todo lo contrario. Las ciudades están construidas de deseos y horrores que se entrelazan con un hilo que zurce métodos absurdos y cada entidad esconde otra. Las ciudades son expresiones de una temporalidad, social, histórica y económica, en efecto, también son construcciones abstractas, magnitudes domesticadas en perspectivas individuales y colectivas. En este sentido, vivimos en miles de ciudades en el  momento de abandono y salvación, cada instante en la ciudad nos revela otro mundo, y al mismo instante crea otro, nos une y nos desprende de nuestra tierra natal, diálogo, retirada y migración en un santiamén, la ciudad es un lenguaje primitivo y al mismo tiempo un idioma universal que nos sumerge y nos retrata desde un aspecto íntimo, en la ciudad hay rostros solitarios y un mundo de personas alrededor que adquieren imitación en cada una de estas, la ciudad como símbolo de confesión, sagrada y maldita, que nos enseña una moral encarnada de experiencias y arbitrariedades que contiene mecanismos cristalizados en un infinito escenario que le nombramos ciudad.

Con referencia a lo anterior, Las ciudades Invisibles de Italo Calvino son eso,  una gama de ciudades que van desde la memoria, el deseo, los signos, los trueques, los nombres, las muertes, parajes escondidos, y una serie de ojos dispersos por la ciudad. En esta serie de relatos de viajes que Marco Polo narra a Kublai Kan, emperador de los tártaros. Las Ciudades narradas son eclécticas, oníricas y cargadas de una memoria de sensaciones y sentidos que nos hace entender una visibilidad de algo imperceptible, metáforas y relaciones que muestran estos componentes palpables e invisibles de la ciudad en la forma de vivir, relacionar y sentir cada espacio de esta, la presencia de fantasmas históricos en el cotidiano de los edificios, abstracciones etéreas y sutiles de relaciones humanas que nos muestra la unión del territorio con percepciones subjetivas, no puedo deslindar el concepto urbano-lírico de envoltorio, olores de refugio, historia y arte  hacia lo palpable, entre los cuales, monumentos, edificios, vegetación, iglesias y traza de barrios completos en centros urbanos que son una dualidad de la ciudad, es decir: son dos caracteres totalmente distintos y unidos en una misma cosa. Lo espiritual y lo palpable dentro de la  ciudad.

Ciudades Invisibles, epigramas de Italo CalvinoPor la consideración anterior es inalienable retomar la ciudad invisible de Cloe, que nos muestra una simultaneidad social  y poética dentro de estas descripciones. Cloe, es una ciudad donde las personas que pasan por las calles no se conocen y al verse imaginan mil cosas las unas de las otras, los encuentros que podrían ocurrir entre ellas, las conversaciones, las sorpresas, las caricias, los mordiscos. Pero nadie saluda a nadie, las miradas se cruzan un segundo y después huyen, buscan otras miradas, no se detienen. Continúa Calvino. Pasa una muchacha que hace girar una sombrilla apoyada en su hombro y también un poco la redondez de las caderas. Pasa una mujer vestida de negro que representa todos los años que tiene, los ojos inquietos bajo el velo y los labios trémulos. Pasa un gigante tatuado; un hombre joven con el pelo blanco; una enana; dos mellizas vestidas de coral. Algo corre entre ellos, un intercambio de miradas como líneas que unen una figura con otra y dibujan flechas, estrellas, triángulos, hasta que en un instante todas las combinaciones se agotan y otros personajes entran en escena: un ciego con un guepardo sujeto por una cadena, una cortesana con abanico de plumas de avestruz, un efebo, una mujerona. Y así, entre  quienes por casualidad se juntan bajo un soportal para guarecerse de la lluvia, o se apiñan debajo del toldo del bazar, o se detienen a escuchar la banda en la plaza, se consuman encuentros, seducciones, copulaciones, orgías, sin cambiar una palabra, sin rosarse con un dedo, casi sin alzar los ojos. Concluye Calvino, una vibración lujuriosa mueve continuamente a Cloe, la más casta de las ciudades.

Estas ciudades descritas son designadas con nombres de mujeres, asimismo podemos descubrir una localidad llamada Isodora, Dorotea, Anastasia, Tamara, Zora, Zirma, y después chocar con otra urbe que lleve un seudónimo femenino como: Isaura, Maurilia, Fedora, Zoe, Zenobia, Eufemia y volteando la página converger con: Armilla, Valdrada, Eutropia, Aglaura, Octavia, Ersilia, Leandra y tropezar también en forma sinuosa con: Clarisa, Esmeraldina, Pirra, Adelma, Eudoxia, Moriana, Olinda… Es evidente entonces que las ciudades invisibles de Calvino son una representación metafórica de la urbe a partir de la mujer, además  sus apreciaciones  arquitectónicas e ideológicas se entrecruzan entre poesía, ritmo y símbolos femeninos. De la misma manera recurre al mismo medio el Arquitecto Brasileño  Oscar Niemeyer, que toma como punto de partida para el diseño de sus creaciones la curva femenina.

Ciudades Invisibles, epigramas de Italo Calvino. Una aproximación de estas metrópolis  sería la subsecuente: Entre espejos, recuerdos y deseos hay recorridos fragmentados donde los palacios son de arena y los encuentros de niebla, siempre se contempla el atardecer a través del romance, evocaciones de piernas caminando por colores mirando a nadie, parejas sentados en bancas, pensamientos divagando, funcionalidad poética de los espacios, la naturaleza con un nomadismo esencial, traslado permanente de personas de un lugar a otro, en los cuales hay cazadores y recolectores de materia prima para sobrevivir. Uno se adentra por sendas llenas de cristales y concreto que nos figuran ríos monocromáticos que nos guían a centros memorables donde puertas y ventanas de noche y de día están abiertas para los usuarios. Los viajeros encuentran rarezas de rascacielos por lo que surge un paisaje efímero entre ojos y percepciones de profundidades subterráneas, espaldas arqueadas que denotan la metrópoli de los suburbios y sin embargo el quiosco está habitado por exploradores en busca de labios…

Las ciudades Interesan a Calvino como alegoría y deducción humana y urbana, las localidades nacen según el autor: lentamente, intervalos a veces largos, con poemas que fue escribiendo, según las más diversas inspiraciones, las localidades a través de sus manifestaciones literarias y urbanas complementan un mapa mental de conciencia de los espacios vividos e imaginados a través de la experiencia del autor fuera del espacio y del tiempo, incluso el creador de estas ciudades etéreas, alude que durante un periodo se le ocurrían solo ciudades tristes, y en otro instante solo ciudades alegres; hubo un tiempo en que comparaba a la ciudad  con el cielo estrellado, en cambio en otro momento hablaba siempre de las basuras que se van extendiendo día a día fuera de las ciudades, Calvino había convertido sus apuntes en un diario  que seguían sus  humores y reflexiones que finalizaban en imágenes de ciudades, de la misma manera, los libros que leía, las exposiciones de arte que visitaba y las discusiones con sus amigos. Y aunque el libro se puede leer como un poema, como cuentos o reflexiones, es preciso que se pueda descubrir en él una trama, un itinerario, un desenlace.

Dentro de este complejo panorama es necesario percibir, imaginar y recrear las ciudades, sus pobladores y la trasformación, es fundamental repensar la dimensión de las ciudades como un mosaico de actividades y actores complejos, la apreciación de las ciudades determina las urbes. ¿Hasta dónde conocemos la ciudad? Por añadidura, este libro de relatos invisibles pero perceptibles, evoca no sólo a una idea atemporal de una metrópoli, sino que desarrolla una serie de discusiones sobre la ciudad moderna que tienen sentido en la medida en que observamos las ciudades.

Finalmente, ¿Qué es hoy la ciudad para nosotros? Cito a Calvino: Tal vez estamos acercándonos a un momento de crisis de la vida urbana y Las ciudades invisibles son un sueño que nace del corazón de las ciudades invisibles… Las ciudades son un conjunto de muchas cosas: memorias, deseos, signos de un lenguaje; son lugares de trueque, como explican todos los libros de historia de la economía, pero estos trueques no lo son sólo de mercancías, son también trueques de palabras, de deseos, de recuerdos. Asimismo, la ciudad es la invención más sublime y vulgar del ser humano, donde se mezclan encuentros, derrotas, amores, pero sobre todo, es el lugar de interrogantes.

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