Por Horacio Urbano.
La noche del 31 de enero del 2010, un grupo de jóvenes se reunió para festejar el cumpleaños de uno de ellos. De pronto, a mitad de la fiesta un comando armado irrumpió disparando en la casa en que se celebraba.
Murieron 16 personas, casi todos adolescentes .
Lo que pasó aquella noche en la casa ubicada en la calle Villa del Portal, en el barrio Villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez, Chihuahua, fue en más de un sentido una tremenda sacudida a la consciencia nacional.
Porque ya desde antes de la masacre, Ciudad Juárez vivía un profundo y acelerado proceso de deterioro, marcado por el retiro de una industria maquiladora que le había dado tres décadas de bonanza, y por el desmedido crecimiento de la violencia provocada por el crimen organizado.
Y así, al ritmo que se iban las maquiladoras y se agravaba la violencia, de acuerdo con las autoridades locales fueron abandonadas más de 32,000 viviendas; unas porque sus habitantes se habían quedado sin empleo, otras porque la gente sencillamente huyó, y muchas otras más, porque la ciudad había crecido sin planeación, sembrando las casas muy lejos de escuelas y fuentes de trabajo, y lejos también de servicios urbanos que abrieran a sus habitantes el acceso a mejores futuros.
Fue una tormenta perfecta nutrida con crisis social, económica, urbana y financiera; reflejada esta última en que las instituciones financieras, públicas y privadas, acumularon portafolios monstruosos de casas que tuvieron que recuperar, con el objetivo de encontrar un mecanismo para volverlas a colocar en el mercado.
Las cosas no pintaban nada bien para la que en el año 2009 fue calificada por la ONU, como la ciudad más peligrosa del mundo .
Pero la vida es necia y se opone a rendirse… Y los juarenses se fueron reagrupando y haciendo cuanto estaba a su alcance para recuperar SU ciudad.
El principio era simple; devolver la ciudad a la gente para evitar que una crisis económica o la delincuencia se las volviera a arrebatar.
Las viviendas abandonadas se convirtieron al mismo tiempo en símbolo, causa y consecuencia del deterioro de Ciudad Juárez, pero en también en una gran oportunidad para revertir ese proceso, lo que llevó gobierno y sociedad a dar forma a un modelo que permitiera recuperar las viviendas, al tiempo que se atendían las diferentes causas de su abandono.
Ese mismo 2010, como respuesta a la masacre de Salvárcar, iniciaron una serie de esfuerzos para recuperar y volver a habitar las viviendas abandonadas; esfuerzos que no fructificaron sino hasta cinco años después, con la llegada de Provive, una empresa de esencia social, que enfoca su labor a la regeneración urbana, adquiriendo casas abandonadas para posteriormente devolverlas al mercado, apoyándose en la participación ciudadana, bajo un esquema coordinado por la fundación Tu+Yo, y fondeado con el 2% de las ventas de las viviendas.
Provive que había empezado a operar en Tijuana apenas en el 2010, y que poco después extendió su operación a Mexicali, ciudades que comparten con Ciudad Juárez la característica de ser frontera con Estados Unidos, se puso a trabajar con el gobierno local, y aprovechando la incipiente recuperación de la economía juarense y los éxitos alcanzados por gobierno y sociedad en el combate a la delincuencia.
Lo primero fue cambiar el paradigma, recuerda el fundador de Provive, José Antonio Díaz, se dejó de pensar en “comercializar casas adjudicadas”, para impulsar el concepto de “re-ocupar casas abandonadas”, bajo un modelo de regeneración urbana con participación social, cuyo objetivo era recomponer viviendas y tejido social, para vender casas usadas a menor precio que una nueva, pero otorgando una garantía como si lo fuera.
El reto era complejo, porque además de sumar voluntades de gobierno, iniciativa privada y sociedad, se necesitaba también tener el argumento que atrajera el interés de los grandes inversionistas institucionales, indispensables para contar con recursos que permitieran adquirir paquetes de vivienda que cada vez se fueron haciendo más grandes.
Y de pronto la actitud de los compradores cambió, y con un mensaje que decía “¿Y tú dónde quieres vivir?”, Provive y Tu+Yo mostraron las bondades de comprar una casa existente en el mercado secundario, basando la decisión de compra en ubicación y precio.
La primera venta de la que alguna vez fue una casa abandonada se realizó en la calle Ribera Cortez, que antes de eso había sido una de las más abandonadas e inseguras de la ciudad.
La compró una madre soltera que vivía con sus dos hijas en casa de su madre, y que al ver el letrero de venta en la casa que tenían al lado, no encontró mejor opción por precio, acceso a crédito y porque la cercanía permitiría que su madre le siguiera ayudando con sus niñas.
En los meses siguientes los vecinos de la zona, apoyados por Tu+Yo se organizaron para recuperar su barrio… Lo limpiaron, rehabilitaron sus espacios públicos e hicieron uso de todo espacio que permitiera fortalecer el sentido de pertenencia a una comunidad.
Ya en fecha reciente se sumó a este proyecto la Alianza para la Regeneración Urbana, ONG cuyo objetivo es apoyar a la sociedad en los procesos de fortalecer o construir tejido social y vincularlo con el resto de la sociedad y con las autoridades.
Y las casas se siguieron comprando a las instituciones financieras y metiendo al círculo virtuoso de la regeneración urbana.
Y esto fue el punto de partida para un proceso de re-ocupación que a la fecha ha rehabilitado más de 4,000 casas en Ciudad Juárez.
Horacio Urbano. Con cerca de 30 años de experiencia en temas relacionados con desarrollo inmobiliario, urbanismo y arquitectura, y también con una larga trayectoria en medios de comunicación, es consejero y/o consultor para diversas empresas e instituciones del sector, en México y el extranjero, y presidente de Centro Urbano.
Twitter:@horacio_urbano
