POR VERA SISNIEGA
En Cuernavaca, como en muchos otros pueblos y ciudades del país, una carretera atraviesa el centro. En 1927, Plutarco Elías Calles construyó la carretera que conectaba a la Ciudad de México con el puerto de Acapulco pasando por Cuernavaca.
La carretera permitió cruzar Cuernavaca de norte a sur de manera lineal y disminuyó considerablemente el tiempo de traslado entre la capital del país y la de Morelos. Esto fue crítico para consolidar a Cuernavaca como destino turístico y de descanso para los habitantes de la Ciudad de México.
Sin embargo, con el paso del tiempo y el crecimiento urbano, la carretera se convirtió en una vía interna de la ciudad a la que se llamó avenida Morelos. Hoy esa calle, que atraviesa el corazón del centro histórico de Cuernavaca, está colapsada por el tránsito de coches y particularmente de camiones.
Un sistema de transporte profundamente disfuncional más el aumento del parque vehicular en la zona metropolitana, han hecho de la parte céntrica de esta avenida un infierno urbano. Justamente a la altura del Jardín Borda y de la Catedral de Cuernavaca reina el tráfico, el ruido y el smog. Los turistas y visitantes tienen que torear coches y camiones para poder cruzar algo tan simple como del Borda a la Catedral.
Además, la calle rompe la continuidad entre otros atractivos como el Museo de la Ciudad y el Centro Cultural Universitario, por ejemplo. La iglesia de Guadalupe, la que está junto al Borda, no se aprecia bien, pues no hay ni por dónde observarla. Tampoco las casonas que están del lado izquierdo de la calle pueden disfrutarse. Todo un patrimonio arquitectónico desperdiciado.
Avenida Morelos, en la parte del centro, debería ser un paseo y no una avenida. El problema es que tanto los políticos como la sociedad estamos acostumbrados a sufrir su caos. Así que a su rescate casi nadie ha puesto atención.
En la última década, la única alternativa puesta sobre la mesa, es la de construir un túnel que elimine por completo la circulación de la parte céntrica de la avenida. El problema es que es un proyecto caro y la ciudad está en bancarrota.
Así que la solución, al menos por ahora, debe ser fácil y barata. Fácil desde la perspectiva política y barata desde la parte económica. Por ello, una alternativa para rescatar avenida Morelos sin necesidad de inversiones millonarias o de procesos sociales complejos, es la de desviar a los camiones a la avenida paralela a Morelos llamada Álvaro Obregón.
En Álvaro Obregón, calle que actualmente es de un solo sentido y en la cual del lado izquierdo se estacionan coches, se podría construir un carril confinado para que el transporte público circule en contraflujo. En la calle Mariano Arista los camiones se podrían volver a incorporar a la avenida Morelos.
Obviamente, esta idea debe ser revisada por especialistas de mente abierta. Sin embargo, desviar los camiones permitiría que la calle Morelos, en su tramo céntrico, se convierta en una zona de circulación lenta donde el peatón tenga prioridad.
Este modelo de calle, a la que los urbanistas llaman zona treinta, es por ejemplo la avenida 16 de septiembre en el centro histórico de la ciudad de México. Los autos sí pueden circular, pero la prioridad del espacio es para los peatones.
Rescatar la avenida Morelos cambiaría la dinámica del centro, haciéndolo un espacio mucho más agradable y, por ende, más atractivo para visitar. Además, podría generar la apertura de montón de negocios en casas que hoy están abandonas. A Cuernavaca le urge recuperar la calidad de vida y así volver a ser un sitio donde la gente quiera pasear y vivir.
Vera Sisniega es Licenciada en Historia por la UNAM, ex regidora del Ayuntamiento de Cuernavaca, columnista semanal en Diario de Morelos y actual co-directora del centro de investigación Morelos Rinde Cuentas.
@VeraSisniega