Por Amaury Pérez
El arquitecto tendría que convertirse en estratega para generar programas sustentables de participación en la periferia
Gran parte de las ciudades mexicanas se van formando desde la vivienda ilegal, desde asentamientos irregulares que se ubican en las periferias de la mancha urbana y que se han convertido en espacios donde la presencia del arquitecto ha estado ausente desde su diseño urbano hasta la vivienda. Y es que desgraciadamente, quien diseña la traza de estas ciudades terminan siendo líderes de barrio apoyados por partidos políticos, los cuales no tienen conocimiento profesional para tomar decisiones acertadas a la hora de conformar los asentamientos y las especificaciones de la ocupación territorial. Se generan así, barrios y viviendas que terminan siendo autodiseñados de una forma emergente y precaria por los pobladores, los cuales tienen que ir construyendo los límites de sus terrenos para evitar invasiones vecinales; tomando decisiones de distribución de espacios domésticos de una forma intuitiva o copiando esquemas de algún vecino, pero siempre sin el apoyo de los arquitectos.
Si bien es cierto que en esta ciudad segregada el arquitecto no es indispensable para los autoproductores, ya que ellos son capaces de edificar una vivienda bajo su propia supervisión y con su propia mano de obra, también es cierto que es una área de oportunidad donde los profesionales no han sabido explotar como fuente de trabajo, y es que no han descifrado el sistema de participación desde la marginalidad.
La ausencia de los profesionales en la construcción, como arquitectos e ingenieros se debe en gran parte a la percepción de que en estos territorios el trabajo es poco redituable y con baja proyección profesional, y que al ser zonas con bajo o nulo poder adquisitivo la gente no pude lograr relaciones laborales con profesionistas, Y es que ¿a qué tendría que ir un arquitecto a una colonia pobre, si ahí no se gana dinero?
En un país donde cada vez el trabajo de los profesionales de la construcción es más escaso y los índices de desempleo aumentan, el arquitecto tendría que convertirse en estratega para generar programas sustentables de participación en la periferia, en donde la estrategia tiene que ver con el intercambio de servicios e incluso bienes y muy poco con el pago monetario entre ambas partes.
El arquitecto del siglo XXI tendría que estar presente en los asentamientos irregulares, generando aportaciones en la toma de decisiones y la concepción de estas nuevas ciudades, así como en el desarrollo de la vivienda elemental, generando proyectos progresivos y auto construibles, que el día de mañana se pueda insertar de una forma sustentable en nuestras metrópolis mexicanas.
*Arquitecto principal del Laboratorio de Arquitectura Experimental