Por Gustavo López Padilla*
En los últimos años, la práctica de la patineta o skateboard ha mostrado una significativa transformación, sobretodo en lo que tiene que ver con su aceptación social. Hace quince, veinte o veinticinco años, los jóvenes que practicaban este deporte eran vistos con recelo y se asociaban a imágenes y conductas negativas, que la sociedad no aceptaba. No existían lugares apropiados para la práctica de esta actividad, por lo que era frecuente encontrarse a los jóvenes en las calles haciendo uso de sus patinetas, con la consecuente animadversión de la mayoría de los vecinos. Pasado el tiempo, cada vez mas muchachos y muchachas de distintos grupos sociales y económicos, incluyendo niños y niñas pequeñas, se han aficionado a este deporte, engrosando numerosamente el público aficionado. En este sentido, la televisión ha jugado un papel determinante en su aceptación social, mostrado un sinnúmero de competencias en distintas ciudades del mundo, volviendo atractiva y respetable esta actividad deportiva, hasta el punto de formar parte recientemente de las competencias olímpicas. En nuestra ciudad de México, han ido apareciendo poco a poco, distintos lugares diseñados particularmente para la práctica de la patineta y otras actividades afines, en donde jóvenes, niños e incluso familias completas, se reúnen para convivir y practicar sanamente este deporte.
El pasado mes de febrero, se pusieron en funcionamiento, en la tercera sección del Bosque de Chapultepec, unas nuevas instalaciones que tienen que ver con el tema que ahora nos ocupa. El proyecto reconocido como Reacondicionamiento del Parque de Cultura Urbana (PARCUR), forma parte sustancial del Plan Maestro de Construcción del Complejo Cultural Bosque de Chapultepec, iniciado a partir del 2019 y es entendido como la oportunidad de rehabilitar el equipamiento existente en el bosque e impulsar su restauración ecológica e hídrica, así como formar parte de un eje cultural y urbano. Para este proyecto, se reutilizaron en buena medida las preexistencias construidas de dos proyectos turísticos acuáticos, los llamado la Ola y Atlantis, que en los años 80 y 90 del siglo pasado fueran muy populares. Por diversas razones estas instalaciones cerraron sus operaciones entre los años 2007 y 2012, quedando en el abandono y muy pronto el conjunto del lugar fue intervenido constantemente por las actividades, entonces clandestinas, de diversos grupos e individualidades de grafiteros.
El proyecto reciente del PARCUR, es el resultado del trabajo en equipo de un grupo amplio, diverso e interdisciplinario de profesionales y artistas, entre los que destacan por un lado el artista plástico Gabriel Orozco (1962), como el Coordinador General de todo el Pan Maestro de intervención en el Bosque de Chapultepec, orientando los criterios generales de diseño y ya en las particularidades del mismo, en lo que se refiere al proyecto ejecutivo PARCUR, mencionaremos al Arquitecto Bruno Jarhani (1980) arquitecto paisajista de las Facultad de Arquitectura de la UNAM (2011) y su equipo de trabajo, compuesto por poco mas de una docena de colaboradores. Previamente el Arq. Jarhani ha intervenido en algunos otros proyectos exitosos que tienen que ver justamente con el tema del skateboard o patineta.
De inicio, el proyecto es interesante en lo que se refiere a su significación social, dado que muchos jóvenes se habían estado apropiando poco a poco de las preexistencias construidas, abandonadas en el sitio, a partir de sus actividades grafiteras, llegando a constituirse como un lugar significativo de referencia, de encuentro y convivencia para todos estos jóvenes. Es un acierto, que para el proyecto reciente de intervención, se haya planteado respetar en la medida de lo posible, el conjunto mayoritario de los grafitis y que incluso se haya alentado, la incorporación de nuevos de ellos. De igual manera es interesante, que para el proyecto reciente, se hayan aprovechado algunas construcciones preexistentes, incluyendo los vacíos u oquedades de las piletas de agua, sumando a lo anterior recorridos peatonales previos y una buena cantidad de muros, que delimitaban espacios abiertos y que hoy forman parte de la plástica dominante del lugar, definiendo nuevas actividades, ámbitos y recorridos, para las necesidades particulares del nuevo PARCUR.
El lugar ahora cuenta con estacionamiento descubierto, cafetería, terraza para degustar alimentos, comedores al aire libre, skatepark bowl para niños, otros mas para jóvenes y adultos, pista para la práctica de la patineta, plataforma para actividades físicas, locales comerciales, foro al aire libre, áreas para picnics familiares y un área cubierta denominada Tianguis para Grafiteros, que se constituye como un espacio cubierto, en donde se pueden apreciar una buena cantidad de grafitis, algunos nuevos, que incluyen trabajos de los mas reconocidos artistas actuales que practican esta actividad. En este mismo sitio, se pueden realizar distintas actividades culturales, ya que se trata de plantas libres, cubiertas, reconfigurables. Naturalmente se suman a todo lo anterior, espacios diversos de servicios. El área total de intervención proyectual del PARCUR comprende 59,222.75 m2. Es interesante que durante la construcción de los diferentes equipamientos del skate, los jóvenes acudían al lugar y apenas se disponía de las condiciones mínimas para patinar, las comenzaron a usar, aunque otras partes estuvieran todavía en proceso de construcción. La avidez de apropiación del lugar, que ya contaba con su historia grafitera, ha estado constantemente presente. Durante el proceso de obra, con las previsiones necesarias de seguridad, también la actividad grafitera fue constante y prolífica.
Visitar hoy el PARCUR es una experiencia interesante, se aprecia un buen diseño, formal y geométricamente atractivo y está bien construido, es un lugar funcional, pero lo más atractivo tiene que ver con la experiencia social de apropiación del sitio. Se pueden ver grupos numerosos de jóvenes y niños practicando el skateboard, incluyendo mujeres, pero sobre todo llama la atención la presencia de familias, que se reúnen en las terrazas porticadas o jardines, para platicar amablemente mirando a sus hijos hacer deporte. Se ha convertido rápidamente en un sitio diverso de convivencia familiar segura y eso contrasta con aquella vieja imagen, un tanto repulsiva, de jóvenes que hace veinte años hacían uso de sus patinetas. Además el lugar convive abiertamente, en continuidad espacial, con los jardines de lo que se llama zona CRI CRÏ y en su confluencia existe un camino peatonal de forma elíptica, de buenas dimensiones, terminado en sus pisos con concreto aparente y los jóvenes han convertido el lugar en pista para practicar el patinaje en tandem. Grupos de poco mas de cinco patinadores, recorren agrupados de manera coordinada, linealmente, lo que es ahora una pista y en los jardines centrales, madres de familia, ven a sus hijos pasar continuamente.
La presencia constante y continua de los grafitis, en toda superficie existente vertical, es también una experiencia atractiva. Muchos metros cuadrados plenos de color y temas sugestivos, se pueden apreciar al recorrer los diferentes itinerarios. En este sentido, los jóvenes han planteado en principio un acuerdo de convivencia. Se trata de respetar los grafitis existentes, entre los cuales podemos identificar algunos muy logrados y que representan los trabajos de artistas reconocidos. Además se trata de no grafitear las superficies de las zonas de patinaje, porque pueden representar con las texturas de la pintura, algunas zonas de riesgo para los patinadores. Hasta ahora han sido bastante respetuosos. En viejas patinetas, montadas en algunas paredes o rejas que limitan las zonas de la pista y de los bowles, los propios deportistas invitan a respetar esta regla. El conjunto amplio, diverso e incluyente de todos los grafitis, representan sin duda, en la actualidad, una de las expresiones culturales mas acabadas y representativas de muchos jóvenes, que al igual que la practica del skate, han ido logrando reconocimiento y aceptación social.
En lo que se refiere a los resultados proyectuales del proyecto del PARCUR, vale la pena hacer algunas precisiones. Si bien el conjunto, en términos generales se aprecia bien logrado, me parece que el diseño de solución de la Cubierta Tianguis de Grafiteros, resulta pesado y pudo haber contado con mejores soluciones de detalle en lo que tiene que ver con sus conexiones, de tal suerte que la volvieran mas ligera y atractiva. Una gran cubierta de esta naturaleza, siempre es una oportunidad de diseño, dentro de la cual se pueden experimentar soluciones formales y estructurales que pueden y debieran ser muy atractivas por si mismas. En otro sentido me parece que la zona de estacionamiento de autos es muy dura y poco confortable. Le hacen falta árboles, hasta el punto de que pudiera llegar a percibirse, como si se estacionara uno debajo de las sombras posibles de un bosque, en congruencia con el propio Bosque de Chapultepec y no formando parte de una acalorada y hostil planta cementada. Como parte del mismo diseño de paisaje, creo que se pudieran considerar mejores y mas amables recorridos peatonales verdes, entrelazando de mejor manera la zona de patinaje, con la de la cubierta de grafiteros y el foro al aire libre. El mismo foro, podría contar con mayores condiciones de confort para sus posibles usuarios.
Toda obra de diseño urbano, arquitectónico o de paisaje debe representar un servicio de los diseñadores para con un grupo determinado, personas en lo particular o para el conjunto social de la ciudad donde se ubican los trabajos. Pero una obra de la naturaleza como la que ahora comentamos, es una gran oportunidad de compromiso y servicio sociales. Creo que los resultados del PARCUR, desde los puntos de vista funcionales, sociales y culturales son positivos y el grado de apropiación social que rápidamente ha merecido este proyecto por parte de sus usuarios, jóvenes, niños y adultos, así nos lo deja ver.
*Gustavo López Padilla
Arquitecto