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Marge vs el BRT

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Por Adrián Acevedo *

Marge vs el monorriel debe ser uno, sino el mejor capitulo en la historia de Los Simpsons. El capítulo relata cómo la Ciudad de Springfield, tras multar al Señor Burns por desechar residuos nucleares en el espacio público, llega a disponer de tres millones de dólares. El ayuntamiento de Springfield decide llevar a cabo un proceso de participación ciudadana para decidir el destino de los recursos y, tras una lluvia de ideas entre los ciudadanos de Springfield, se deciden por la propuesta de Marge de darle mantenimiento a la calle principal de la ciudad. Sin embargo, justo antes de que se vote su propuesta, aparece Lyle Lanley (o Ricky Mandino para Latinoamérica); un promotor de monorrieles que convence, por medio de una canción, a los ciudadanos de Springfield de construir un monorriel.

El capítulo está lleno de escenas memorables de Los Simpsons de ataño: Mono significa 1, riel significa riel; y frases épicas del doblaje latino como “A la grande le puse cuca”. También sintetiza muchos de los problemas de la administración pública local: falta de recursos, injerencia de intereses privados y proyectos de infraestructura que no corresponden a las necesidades de la población.

El mundo está lleno de estos promotores; personas que presionan a favor de proyectos que obedecen a sus intereses. Proyectos que muchas veces son ocurrencias. Ejemplos sobran: el Hyperloop de Elon Musk; Enrique Peñalosa cabildeando Buses de Tránsito Rápido (BTR o Metrobús) por toda Latinoamérica; Doppelmayr presionando a Ciudad de Guatemala para que construya un teleférico en lugar de un metro; Claudia Sheinbaum vendiéndonos un trolebús elevado como una innovación de la movilidad; o el reciente anuncio del Autotren de Tlaxcala que consiste en un viaducto elevado de 2 km con cabinas eléctricas que transportan hasta ¡32 personas! Básicamente un minimonorriel que pondrá a la ciudad de Tlaxcala de Xicohténcatl a la par de ciudades globales como Londres, Singapur, North Haverbrook y Cocula, según la gobernadora Lorena Cuéllar Cisneros.

“He vendido BTRs en Bucaramanga, Pereira y Ciudad de Guatemala, y desde entonces ya no son las mismas ciudades. No hay nada en la tierra como un genuino autobús biarticulado que sustituya a un sistema de metro.”-Enrique Peñalosa, seguramente.

¡Metrobúúúúúúús!

Desafortunadamente, el peso de estos promotores tiene una fuerte injerencia en la forma que planeamos nuestras ciudades; resultando en sistemas de transporte que no corresponden con la demanda, las condiciones físicas, la capacidad fiscal de las ciudades y metas a largo plazo.

Lo que sí, es que estas ocurrencias se ajustan perfectamente a tiempos políticos y a la vistosidad que exige la política en general. Frente a esto, los urbanistas y activistas de la movilidad no hacemos mucho al respecto, comunicamos muy mal, debatimos aún peor y pocas veces cuestionamos, mediáticamente, los muchos monorrieles que se construyen por todas partes.

INT: SECRETARÍA DE MOVILIDAD (SEMOVI) – DÍA

Claudia Sheinbaum, Jefa de Gobierno, presenta el trolebús elevado a unos niños de 8 años.

CLAUDIA

Hola, pequeña, ¿quieres saber si tu bicicleta sube al Trolebús sin pagar.

LISA

No, Doctora Claudia Sheinbaum, ¿quiero saber por qué quiere construir un trolebús elevado en un corredor donde la demanda y los planes estipulan que debe ampliarse el metro?

CLAUDIA

Ja ja. Jovencita, es la pregunta más inteligente que me han hecho. Y puedo responderte, pero los únicos que entenderíamos seríamos tú y yo, excluyendo a tu maestra.

LISA

(Se sonroja y ríe avergonzada)

Nota: Esta última parte supone un caso hipotético en el que Claudia Sheinbaum tiene el carisma suficiente para hacer sonrojar a alguien.

En el episodio, el día de la inauguración del monorriel de Springfield se evidenciaron todas sus fallas de construcción y gestión. Inoportunamente, en la vida real, estos errores tardan muchos años en aparecer. Conforme pasa el tiempo la demanda crece, el mantenimiento se hace más caro y los viajes se vuelen lentos e insufribles. Siempre se aprende a la mala, como Bogotá, que, tras décadas de construir corredores de autobuses, por fin se dio cuenta que una ciudad de diez millones de habitantes no puede depender de camiones biarticulados para movilizar a su población.

La verdad, es que no se puede hacer mucho. Es difícil, como urbanistas, competir contra el lobby de promotores que tienen la capacidad económica de cabildear y presionar a los gobiernos sus ocurrencias. Creo que no hay más que hacer que señal las deficiencias, saber comunicar y esperar que el monorriel no destruya a la ciudad como lo hizo con North Haverbrook.

Bogotá; ¡donde los buses biarticulados son Rey!

Al final del capítulo, Homero evita la catástrofe que causó el monorriel; y Marge cierra con una linda reflexión:

Y ese fue el último timo en el que la gente de Springfield cayó… sin contar el rascacielos de cartón pintado, o lupa 20 metros de diámetro, y escalera eléctrica hacia la nada… o poner un sistema de autobuses en el corredor más importante de la ciudad; o pretender construir un centro comercial sobre Av. Chapultepec como si fuera el Highline de Nueva York; y poner teleféricos en zonas mayoritariamente planas; o sustituir un metro por un trolebús elevado…

*Adrián Acevedo
Arquitecto por la Universidad Nacional Autónoma de México.
Ha trabajado en temas de movilidad y planeación urbana en distintas ciudades de México.
Es experto en movilidad no motorizada y Sistemas de Información Geográfica.
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