Por Gustavo López Padilla*
Desde los primeros años del siglo pasado, en lo que tiene que ver con el desarrollo de las ciudades modernas y sus arquitecturas, en términos de ideas a partir de las cuales se plantearon los criterios que le dieron rumbo y sentido a todo esto, las escuelas de arquitectura en diferentes partes del mundo, jugaron un papel sustancial. Quienes dirigieron estas escuelas, tuvieron la visión, habilidades y sensibilidades, para conformar grupos que no tan solo se dedicaron a la enseñanza aprendizaje de lo ya conocido, sino que también crearon grupos de profesores, en ocasiones haciendo equipo con estudiantes, que se dedicaron a pensar y plantear modelos de desarrollo, a veces tan solo teóricos y en otras oportunidades buscando aplicaciones en modelos prácticos experimentales, a partir de los cuales visualizar nuevas alternativas en lo que tenía que ver con el desarrollo de las ciudades, sus posibilidades arquitectónicas y paisajísticas, que podrían aplicarse en su presente o en sus visiones de futuro.
En este orden de cosas, podemos identificar al inicio de los años veinte del siglo pasado, la experiencia de la escuela alemana de la Bauhaus (1919-1933), en la cual el arquitecto Walter Gropius (1883-1969), con una atinada visión, logró conformar un grupo plural de artesanos, artistas plásticos, pintores, escultores, diseñadores industriales, arquitectos y urbanistas, con los cuales de manera integral, se desarrollaron programas de enseñanza, en los cuales se aprendía haciendo proyectos reales, vinculándose con las necesidades de la sociedad, implicando productos resultantes de muy diversa naturaleza: imágenes gráficas, objetos diversos, muebles, proyectos arquitectónicos y urbanos. En las clases de la Bauhaus se retomaron e impulsaron criterios e ideas relacionadas con las llamadas Vanguardias Figurativas, en paralelo con los principios de la producción industrial y del Racionalismo. De alguna manera este último, el Racionalismo terminó por consolidarse, impulsado por las experiencias educativas y los diseños bauhasianos, que se volvieron imágenes indiscutibles de la modernidad y que podemos reconocer hasta nuestros días. Pero la Bauhaus no solo fue una buena escuela de enseñanza, en la que se aprendía lo habitual, lo sabido, sino que mostró a través de investigaciones aplicadas, un fuerte carácter experimental, visionario, planteando para su presente y futuro, nuevas y revolucionarias modalidades de diseño que llevaron a la práctica. Sus resultados de enseñanza y sus proyectos reales, impactaron en muy diversas localidades del mundo y México no fue la excepción. Podemos incluso considerar que la Bauhaus, todavía hoy en día, pasados poco mas de cien años, sigue teniendo una fuerte presencia, como referencia de un modelo educativo exitoso.
Reflexionando sobre lo que sucedía en México por aquellos años, sobre la experiencia mexicana, nos tenemos que referir a la Academia de San Carlos, en la que al inicio de los años veinte del siglo pasado, un puñado de estudiantes de arquitectura, circunstancialmente decidieron dejar de lado en su aprendizaje, los criterios academicistas que se enseñaban entonces y de la noche a la mañana subirse al tren de la modernidad, impulsando el estudio y la práctica de la Arquitectura Racionalista, que ya se experimentaba exitosamente en Europa, de la mano de los que serían los maestros del movimiento moderno. En todo esto desde luego, la experiencia de la Bauhaus estuvo presente. Muy pronto estos mismos jóvenes mexicanos estudiantes de arquitectura, comenzaron a realizar obras de muy distinta naturaleza, algunas de gran compromiso social, en las cuales el Racionalismo se convirtió en el eje rector de sus ejercicios profesionales. Aquí de nueva cuenta entonces, hubo una relación directa entre la enseñanza de la arquitectura y lo que sería la realidad construida que inicia la modernidad en México. Primero como Escuela Nacional de Arquitectura y luego como Facultad de Arquitectura, de la Universidad Nacional Autónoma de México, desde las instalaciones de la Academia de San Carlos, ubicadas en el centro de la ciudad de México, hasta la Ciudad Universitaria, ubicada al sur de esta misma ciudad, esta entidad educativa ha sido el lugar de formación de un nutrido grupo de buenos arquitectos, que han contribuido con sus obras a posicionar la Arquitectura Mexicana, como una de las mas importantes del mundo. En una buena medida, a partir de la experiencia de la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, se fueron creando poco a poco, desde mediados del siglo pasado, el conjunto amplio y diverso de escuelas de arquitectura, públicas y privadas, con las que se cuenta hoy en día a todo lo largo y ancho del país.
A principios de los años setenta, 1972 para ser precisos, surgirá en la entonces Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, el llamado Autogobierno, que diversificará y enriquecerá, las modalidades en la enseñanza de la arquitectura, apoyándose en la idea de la arquitectura participativa, mediante la cual los estudiantes, relacionándose directamente con gran parte de la realidad nacional, sobre todo teniendo en cuenta a los grupos sociales y económicos menos favorecidos, irán aprendiendo a lo largo de sus cursos, acompañados de sus profesores, desarrollando proyectos que resultaron de relacionarse con comunidades que planteaban sus necesidades de proyectos urbanos y arquitectónicos. Nuevamente la idea de aprender haciendo, en este caso vinculándose con la realidad del país. Con este modelo educativo se realizaron proyectos que merecieron en su momento importantes reconocimientos nacionales y extranjeros. La Escuela Nacional de Arquitectura transitó a Facultad de Arquitectura a partir de 1981 y se ha mantenido como un buen lugar de enseñanza, enriqueciendo su presencia, como una promotora del pensamiento urbano y arquitectónico, teniendo en cuenta la arquitectura participativa como una alternativa posible, que diversifica en nuestro país las posibilidades de realizaciones proyectuales, como parte del ejercicio profesional. Si bien en la actualidad el Autogobierno ya no existe como entidad administrativa de enseñanza, en varios talleres de la ahora Facultad de Arquitectura de la UNAM, se sigue practicando este modelo educativo y los estudiantes se siguen vinculando con diversas realidades del país. Pero también el Autogobierno, influyó en los modelos educativos de otras escuelas de arquitectura en el país y en ellas con la práctica de la arquitectura participativa, se han realizado recientemente proyectos importantes, que han merecido también reconocimientos. El Autogobierno se constituyó entonces como una exitosa propuesta educativa reflexiva, crítica, experimental, que se tradujo en buenas obras reales, resolviendo problemas reales para diversas comunidades del país.
En la actualidad la Facultad de Arquitectura de la UNAM, ha sido reconocida como la más importante del país, su nivel educativo es de primer nivel y de ella en los últimos años han egresado un número significativo de arquitectos, que están realizando buena parte de las necesarias e importantes obras arquitectónicas y urbanas en diversas localidades del país. Creo sin embargo que nuestra Facultad de Arquitectura, necesita hoy en día una buena sacudida intelectual, para no ser tan solo una buena entidad de enseñanza, siguiendo los modelos de aprendizaje convencionalmente reconocidos e impulsar de nueva cuenta una rica y diversa actividad de promoción del pensamiento, con el cual se puedan visualizar nuevas y diversas alternativas arquitectónicas y urbanas, pensando en el presente y el futuro, teniendo en cuenta las complejidades de la vida actual. Para realizar lo anterior nuestra Facultad cuenta sobre todo con una valiosa población de poco mas de ocho mil estudiantes, una planta de poco menos de mil profesores, muchos de ellos en conjunto con grandes talentos y capacidades, a lo que se suman unas instalaciones educativas excelentes, entre salones, auditorios, aulas de usos múltiples, museos, bibliotecas y un centro de cómputo muy actualizado. Se trataría de enseñar bien y adicionalmente impulsar el asumir diversas posturas intelectuales de vanguardia, que se puedan traducir en pensar integral y colectivamente antes que nada en la vida, con todo lo que ello significa, pensar en la cultura, la sociología, la economía, la política, la filosofía, la ciencia, el desarrollo tecnológico, incluyendo desde luego todo lo que tiene que ver con las distintas formas del conocimiento, el flujo moderno y continuo de la información y la inteligencia artificial, lo que se puede traducir en la búsqueda de nuevos movimientos intelectuales, incluyentes y diversos, pensando en la gente, en el bien común, en el presente y en el futuro, tal y como sucede en distintas escuelas de arquitectura en el mundo, en lugares como Londres, Nueva York, Venecia o Barcelona, por citar tan solo algunos. Se trata de que nuestra Facultad, sea mejor reconocida intelectualmente, creativamente, al mismo nivel que nuestros pares en el mundo.
Con lo anterior se trata también de que nuestra Facultad se convierta en una voz reconocida, autorizada, que tenga que decir y contribuir con propuestas conceptuales y sus posibles realizaciones, en relación a como entender y afrontar los grandes problemas del mundo y los nacionales, en lo que tiene que ver con el desarrollo moderno de nuestras sociedades, de nuestras ciudades. Nuestra Facultad ha sido históricamente impulsora de la modernidad, hay que seguir haciéndolo con visiones de futuro, ahora con las herramientas que nos ofrece la actualidad. Para realizar lo anterior todo es favorable.
*Gustavo López Padilla
Arquitecto
navegandolaarquitectura.wordpress.com