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Mi amada Facultad de Arquitectura de la UNAM

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Por Gustavo López Padilla*

De las experiencias mas emocionantes, placenteras, gratificantes y aleccionadoras que me ha proporcionado la vida, sin duda, por un lado está el haber estudiado arquitectura en la Escuela hoy Facultad de Arquitectura de la UNAM, soy generación 1968-1972 y por otro lado sin duda también, el privilegio de dar clases en la misma Facultad, iniciándome como profesor en el año 1972, aún siendo estudiante de noveno semestre, formando parte del trascendente movimiento del Autogobierno. Así entonces, desde 1968 he asistido a la Facultad por las mañanas, todos los días de la semana laborables, primero siendo estudiante y luego siendo profesor. Se ha vuelto para mi la Facultad en un lugar entrañable, insustituible, convertido en mi segundo hogar, desde hace cincuenta y seis años. Y no dejo de sorprenderme casi todos los días, en términos de descubrir distintas calidades espaciales, cuando recorro con emoción, lugares y rincones de mi amada Facultad de Arquitectura, siempre hay un lugar inesperado, un detalle no identificado anteriormente, una calidad de luz o de textura que se vuelven atractivos.

En mis recorridos cotidianos por la Facultad, de manera constante están presentes en mi conciencia y en mi memoria, las habilidades proyectuales de José Villagrán García (1901-1982), quién formó parte en la primera mitad de los años veinte, de aquella generación de brillantes estudiantes que formando parte de la Academia de San Carlos, iniciaron el movimiento moderno de la arquitectura en nuestro país. Mas adelante, aplicando justamente criterios racionalistas, la forma sigue a la función, utilización de formas geométricas simples, regulares, buscando una arquitectura sistemática y económica, entendida además como un compromiso social, Villagrán haciendo equipo con Alfonso Liceaga Pérez y Javier García Lascurain, en al año de 1952 diseñaron la entonces Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM. Es brillante y novedosa la propuesta pedagógica y proyectual del planteamiento de conjunto de nuestra ahora Facultad, al proponer como entidades básicas, la idea de los talleres como volúmenes construidos autónomos, en los cuales se desarrollan las actividades fundamentales de diseño: proyectos, construcción e instalaciones. Esto conlleva naturalmente el sentido de diversidad, ya que cada taller como unidad autosuficiente, implica una postura pedagógica y teórica distinta en términos de cómo entender la enseñanza y los objetivos de la arquitectura, pudiendo seleccionar los estudiantes, la opción que mas se acerca a sus propios intereses sociales, emocionales e intelectuales. La diversidad de talleres propicia al mismo tiempo, competencia entre ellos y la idea de pertenencia a una pequeña comunidad.

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La propuesta de los talleres, como pequeñas edificaciones rodeadas de espléndidos espacios verdes, en donde paisajísticamente la preexistencia de lava volcánica de la zona está presente, se complementa proyectualmente con otros edificios, ubicados en torno a un gran patio arbolado. Se trata de volúmenes un tanto mas convencionales, de formas geométricas simples, regulares, unos compactos, otros alargados, en donde se ubican salones para recibir clases teóricas, zona de cómputo, las áreas de dirección y administrativas para todo el conjunto de la Facultad, sumándose el cuerpo donde se aloja la biblioteca, con cubículos para profesores, otro mas que contiene el auditorio principal, también ahora dos museos de diferente escala, que forman parte del conjunto de la propia Facultad de Arquitectura. Es interesante y atractiva la incorporación relativamente reciente de diseño, de la propuesta de remodelación impulsada por el Arq. Felipe Leal Fernández (1956), siendo Director de la Facultad entre 1997 y 2005, en la que aprovechando un patio preexistente, se conformó un nodo central compacto, donde se desarrolla una intensa vida comunitaria, en el que se ubica ahora la espléndida cafetería de la Facultad (sin duda la mejor de toda la UNAM) y a su alrededor quedan posicionados como preexistencias, la biblioteca, el auditorio principal, los museos y algunos salones para que los estudiantes realicen sus tareas cotidianas.

Valorando el conjunto edificado de nuestra Facultad, en donde insisto su gran particularidad y aportación se relaciona con la idea de los talleres autónomos, no recuerdo alguna otra Facultad de Arquitectura en México y en el mundo, que tenga las mismas características pedagógicas de diseño como la nuestra. Se trata de una postura proyectual unitaria, pero diferenciada, contrastante, que termina por constituir un conjunto original, inédito, que le otorga a nuestra Facultad una personalidad propia e identificable local y universalmente, que insistiendo, da muestras de las habilidades profesionales de sus ya mencionados autores. Recordando nuevamente las ideas del arquitecto, crítico e historiador noruego Christian Norberg Schultz (1926-2000), en la Facultad de Arquitectura se han creado, desde el proyecto original y con sus respetuosas y acertadas intervenciones recientes, diversos ¨lugares¨ que la comunidad de estudiantes hacen suyos, los usan, aprovechan y disfrutan, creándose una variedad muy rica de lazos comunitarios, que fomentan y promueven la reflexión y práctica de la arquitectura y la cultura en su conjunto.

Pertenezco orgullosamente desde 1972, a la comunidad que originalmente fue el Taller cinco y que cambió su denominación a Taller Max Cetto, en homenaje a quién fue nuestro admirable profesor de proyectos, promotor, defensor y practicante del Autogobierno. El edificio del taller cuenta con un interesante mural, inaugurado en 1980, obra del pintor Daniel Manrique, que le genera personalidad propia, ubicado en las escaleras que articulan el volumen total, que la comunidad del barrio de Tepito le obsequiara al taller Cetto, como parte de lo que se llamó Tepito Arte Acá, en agradecimiento por algunos trabajos proyectuales que estudiantes y profesores del taller realizaron como arquitectura participativa, para la comunidad del barrio bravo. Criterio este de arquitectura participativa que se sigue practicando en nuestro taller. Las atmósferas vivenciales de los jardines en los alrededores y los lugares al propio interior de los salones del taller son motivantes y enriquecedoras.

La zona de los salones con isóptica, donde se imparten fundamentalmente clases teóricas, ahora llamados con los nombres de arquitectos relevantes dentro de nuestra Facultad, como Mario Pani, Enrique del Moral o Josefina (Pepita) Saizó, que forman parte también de la Arquitectura Moderna en México, constituye otro ámbito interesante, que se relaciona con un amplio pasillo donde se puede ¨estar¨ y convivir, dando frente al espléndido patio principal arbolado, en el que también se desarrollan un sinfín de actividades, algunas de las cuales tienen que ver con experimentos constructivos, que realizan los propios alumnos bajo la dirección de sus maestros. Los salones mencionados previamente son cómodos, confortables, con excelente isóptica, terminados con pisos de pintura epóxica y madera, muros acabados también con madera y plafones de tablaroca, todo lo anterior diseñado integralmente con disposiciones geométricas, respondiendo a criterios acústicos. Hablamos de salones bien equipados tecnológicamente en lo que se refiere a las facilidades para la presentación visual de trabajos. Hablamos de salones de primerísimo nivel, en cuanto a su calidad formal, vivencial y funcional.

El vestíbulo principal de la Facultad, que mira directamente al majestuoso campus central de la Universidad, es amplio, bien iluminado, colindando con las generosas y espléndidas escaleras que conducen hacia la Dirección. También conviven en este sitio la biblioteca, la cafetería, el auditorio principal y salones donde trabajan cotidianamente los alumnos. En este lugar con frecuencia hay exposiciones diversas, conferencias, ferias de libros y asambleas comunitarias. Este vestíbulo se extiende hacia un admirable corredor que conduce hacia el estacionamiento. En este lugar del corredor, la cubierta direccional terminada en concreto aparente, flotada o colgada, da cuenta de la postura villagraniana de la búsqueda de una estética excelente, bien trabajada y lograda en sus detalles, que resulta de resolver técnicamente las necesidades y requerimientos estructurales, funcionales y donde los juegos de luces y sombras, texturas y colores juegan un papel determinante, calificando el sitio. Se complementa este lugar con la presencia de algunas esculturas que califican amablemente este ámbito vivencial, aludiendo a la idea del movimiento de Integración Plástica, que está presente en toda nuestra Universidad y en nuestra Facultad, desde sus orígenes en los inicios de los años cincuenta, en el cual se plantea la convivencia de la arquitectura con otras artes como pintura, escultura o bajorrelieves.

La biblioteca es otro lugar frecuentemente visitado por la comunidad de nuestra Facultad. Actualmente dispone de dos grandes ámbitos: en el nivel acceso se cuenta con vestíbulo, que opera también como un pequeño espacio utilizado para exposiciones temporales, sumando a lo anterior la zona del catálogo general, área de dirección y oficinas administrativas, un primer guardado de libros y un espléndido espacio alto de casi tres alturas convencionales, que bien puede ser sala de lectura o lugar para desarrollar conferencias. Este lugar cuenta con iluminación natural espléndida y está calificado por un gran muro amarillo y trabajos del artista plástico Mathías Goeritz (1915-1990), quién fuera ilustre profesor en nuestra Facultad. En un nivel abajo se ubica el acervo general y las salas principales de lectura, que miran hacia el patio central de la Facultad y de donde captan la luz natural que caracteriza el sitio. En un nivel mas abajo, a manera de sótanos, se ubican las instalaciones del Acervo de la Arquitectura Mexicana, que resguarda hasta ahora, los archivos gráficos y fotográficos de 38 ilustres arquitectos mexicanos.

Entre los ¨lugares¨ admirables de nuestra Facultad podemos identificar: la Sala del Consejo Técnico, amplia, funcional, bien lograda en términos de diseño y que se constituye por el ámbito de la propia Sala, misma que se extiende hacia un excelente pequeño patio descubierto, que cuenta con su propia escultura que califica el lugar, mas una ventana que se asoma, hacia el bello corredor que conduce al estacionamiento. Las proporciones y la escala de la sala, la calidad de solución de sus detalles constructivos y la combinación de materiales la hacen además de funcional, bella y confortable.

Otro sitio excepcional sin duda, es la propia oficina del Director de la Facultad, que bien podría ser como cualquier otra dentro de la Universidad. Pero si bien está bien diseñada, es amable y funcional, cuenta con una de las mejores vistas de todo el campus de la Universidad, que hacen de la oficina un lugar único e inmejorable. El espacio interior y los exteriores fluyen y se enriquecen mutuamente. Un amplio ventanal mira hacia el Campus Central, teniendo como fondo la Torre de la Rectoría, proyecto de Mario Pani (1911-1993) y Enrique del Moral (1905-1987), con sus espléndidos murales de David Alfaro Siqueiros (1896-1974), la Biblioteca Central de Juan O´Gorman (1905-1982), también con su gran mural, uno de los mas grandes del mundo, sumando a lo anterior el disfrutable paisaje verde y su exquisito espejo de agua, en el cual se disfrutan reflejadas la Rectoría, la Biblioteca y el propio paisaje circundante.

En una posición semejante se ubica el amplio y bien iluminado salón, de casi triple altura, donde los estudiantes realizan sus trabajos de dibujo y construcción, que cuenta con la misma vista hacia la Torre de la Rectoría, la Biblioteca y el paisaje del campus central. Vale la pena comentar que en los últimos años, se han acondicionado una buena cantidad de lugares, de escala diversa, en donde los estudiantes de la Facultad se pueden reunir, para realizar y discutir los trabajos que les son encomendados.

En términos de uso de materiales y empleo de procedimientos constructivos, en nuestra Facultad se experimentó también, todo lo relacionado a criterios racionalistas: procedimientos constructivos claros, eficientes, con base en el uso de materiales la mayoría austeros, aparentes, como concreto aparente, algunas columnas metálicas, tabiques de barro vidriados, varios tratamientos de piedra braza del lugar en pisos y muros, cementos pulidos, ventanerias tubulares metálicas y cristal. Se utilizaron también detalles con blocks de vidrio, todo ello conformando una gama de texturas y colores en donde el azul y el amarillo, colores que identifican a nuestra Universidad están presentes. La racionalidad constructiva se acompaña de habilidades y sensibilidades creativas proyectuales, que terminan por constituir un proyecto único, vanguardista, que respeta la idea de que todas las escuelas y facultades que constituyen el campus de nuestra universidad, forman un conjunto, en donde se aplica la idea de lograr unidad dentro de la variedad, entre todas las entidades educativas.

Al final del camino nuestra Facultad de Arquitectura de la UNAM, formando parte del campus de la UNAM en la ciudad de México, reconocido como Patrimonio Mundial de la Humanidad (2007) y como Monumento Artístico de la Nación (2005), se constituye como un conjunto arquitectónico armonioso y diverso de ¨lugares,¨ bien logrados funcional y compositivamente hablando y que dada su calidad espacial y vivencial resultante, provocan una variedad de emociones, propiciando el desarrollo de actividades de convivencia, motivando que afloren habilidades de estudio y creativas de quienes estudian, enseñan y frecuentan la Facultad. Las calidades de espacio generan conductas.

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Columnista invitado


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