Tocaba y toca lidiar con los altísimos costos de la vivienda social, porque si es caro construirla, lo es mucho más no hacerlo
Por Horacio Urbano
Y de pronto, por absurdo que parezca, en México se dejo de producir vivienda social…
Es un fenómeno que empezó durante la presidencia de Enrique Peña Nieto, y que no solo no cambió, sino que incluso se agudizó durante la de Andrés Manuel Lopez Obrador.
Y aunque desde el inicio de su gestión la presidenta Claudia Sheinbaum tomó medidas muy importantes para revertir esta tendencia lanzando un poderoso programa que tiene como meta que los organismos públicos construyan 1 millón 800,000 viviendas de interes social en el sexenio, es verdaderamente importante hablar de las circunstancias que mataron la posibilidad de generar este tipo de viviendas, para, a partir de ese análisis, plantear respuestas que permitan garantizar su producción.
Porque ojo, que la producción de vivienda social no solo se hizo financieramente inviable, sino que más allá de ello, las insuficiencias de los programas de vivienda, los excesos regulatorios, las obsolescencias en materia de planeación, la falta de inversión en infraestructura, la negligencia, limitaciones y falta de oficio de los gobiernos locales, y la corrupción, cancelaron la posibilidad de dar respuesta a las necesidades de vivienda de los grupos más vulnerables.
Simple, contundente y terrible: Se hizo imposible producir viviendas cuyos precios de venta correspondieran con las necesidades y posibilidades de la gran mayoría de la población.
Tocaba y toca lidiar con los altísimos costos de la vivienda social.
Pero atención, que esos altísimos costos de la vivienda social van mucho más allá de lo que pueda costar producir las viviendas que se necesitan… Es tema mucho más complejo, porque a esos hay que agregar los altísimos costos que implica la imposibilidad de producir esas viviendas.
Simple, contundente y terrible: si piensan que es caro construir vivienda social, solo esperen a ver lo caro que en muchísimos aspectos resulta no construirlas.
Y de ello poco se habla, pero el verdadero foco del problema tendría que estar en reconocer, entender y atender, los altísimos costos asociados a la no producción de vivienda social, costos que tienen enormes repercusiones en los ámbitos social, ambiental, urbano y económico.
Habría que empezar por reconocer que la inviabilidad de producir vivienda social hace también inviable pensar en mejores escenarios de futuro para cualquier país, región, ciudad o municipio.
Solo imaginen sociedades y ciudades que no sean capaces de responder a las necesidades fundamentales de sus habitantes…
Sociedades y comunidades que no resuelvan necesidades como educación, salud, alimentación, seguridad, calidad de vida o vivienda.
¿Cuáles son los costos de que la gente tenga que irse de los lugares en que crecieron porque les resulta imposible rentar o comprar una vivienda en ellos?
¿Cuáles son los costos de que millones de personas se pasen cinco horas al día en absurdos recorridos para llegar de sus casas a sus trabajos o escuelas?
¿Qué costos tiene esto en lo social, en la integración familiar, en el medio ambiente o en las eficiencias urbanas?
¿Qué resulta más caro, producir vivienda social o asumir los costos de no producirla?
¿Cuánto le cuesta a los municipios la negligencia de la no planeación urbana que más tarde provoca que tengan que llevar servicios a zonas muy alejadas?
No… Para nada se trata solo de criterios económicos que afecten a las personas, gobiernos y comunidades… Que claro que los hay y cuentan y cuentan demasiado, pero el tema es mucho, pero mucho más profundo, porque la falta de viviendas cancela oportunidades de futuro para personas, familias y sociedades enteras…
Las cancela en las escalas regional, urbana o barrial.
Y las cancela también en lo que desde la dimensión urbana se pueda hacer para proteger el medio ambiente.
Claro que son altísimos los costos de la vivienda social… Altísimos cuando hablamos de construirla, pero aún más altos cuando se trata de medir el impacto de que no se haya producido.
El reto es unificar visión para entender y atender el inmenso reto de dar respuestas oportunas y suficientes a las necesidades de vivienda de toda la población, con muy especial énfasis en los grupos de menores ingresos y/o vulnerables.
El reto es profundizar en la calidad de los diagnósticos para con esa base crear condiciones que permitan garantizar las diferentes vertientes de lo que debe ser una oferta potente e integral, que sí, atienda a los más pobres, pero con productos que identifiquen las muy diferentes características que pueda haber al momento de dar respuestas a las familias que viven en grandes ciudades, en zonas rurales o en destinos de playa…
O si se trata de jóvenes que quieren o necesitan vivir solos, están a punto de iniciar una familia, o ya tienen hijos.
O son adultos mayores en etapa de retiro.
O si en cada caso necesitan comprar, rentar, vivienda independiente o en vertical, o cualquier otro modelo de ocupación.
Porque atender la demanda se escucha en colectivo, pero se debe responder en individual.
Y no… Claro que construir vivienda social no es lo único que se requiere para enfrentar una crisis de vivienda… Pero el hecho es que no construirla sí que es factor que agudiza más dicha crisis.
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Hombres y Mujeres de la Casa 2025
El lunes 24 de noviembre se llevará a cabo la ceremonia en que se entregará el Premio Hombres y Mujeres de la Casa 2025, el reconocimiento más importante del sector inmobiliario nacional, que en su 24 Edición, marca importantes pautas en lo que respecta a reconocer la transformación de una actividad fundamental por lo que representa como motor de desarrollo social, ambiental, urbano y económico.
Desde hace 24 años, la ceremonia, siempre presencial, en que se entrega el Premio Hombres y Mujeres de la Casa se ha convertido en un punto de encuentro esencial para el sector vivienda, siempre en sedes tan emblemáticas como el Palacio de Bellas Artes, o museos como el de Memoria y Tolerancia, Soumaya, Franz Mayer, Interactivo de Economía, Kaluz o de la Secretaría de Hacienda.
Y siempre siendo ocasión para que los ganadores reciban La Casa de Cristal, la escultura con que el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, dio identidad a este reconocimiento.
En esta ocasión serán reconocidos: German Ahumada Russek, fundador de Consorcio ARA; Juan José Errejón Alfaro, director general de Tierra y Armonía, y Edna Vega Rangel, titular de la Sedatu.
Estén atentos y sean parte de esta gran fiesta del sector inmobiliario mexicano.
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