Pues no… Más allá de la evidente atención a la emergencia y los esfuerzos de reconstrucción y prevención que se tendrán que hacer, el hecho es que la vida sigue… Y con ella, siguen también latentes una serie de necesidades de millones de familias, entre las que hay que incluir en un lugar muy destacado las que tienen que ver con la vivienda
Es evidente que el rezago habitacional no se redujo con los sismos… Al contrario, se agravó e hizo complejo en la medida que ha obligado a implementar programas dirigidos a apoyar a quienes perdieron su casa.
Es evidente que se dispusieron y dispondrán recursos para esa reconstrucción… Pero también es evidente que ello no puede implicar quitar atención a los programas de vivienda que ya se encontraban en marcha.
Debe haber subsidios para quienes resultaron afectados por los sismos, pero ello no puede implicar reducir los presupuestos destinados a programas cotidianos de subsidio a la vivienda.
Esto implica ajustes presupuestales importantes, que permitan atender la demanda emergente, pero manteniendo, e incluso incrementando, los montos destinados a los diferentes programas de subsidio, particularmente aquellos que opera la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu).
El reto es grande, porque implica además que los organismos federales de vivienda mantengan lo que originalmente tenían considerado para sus programas 2018, pero haciendo ajustes que permitan atender además la demanda emergente resultante de los ya muy mencionados sismos de septiembre pasado.
Infonavit, Fovissste y Sociedad Hipotecaria Federal no debieran tener problema ni en manejar estos incrementos en sus programas, ni en desarrollar productos especialmente diseñados para atender a los damnificados.
Caso similar es el de la banca, que además de que ya presentó una serie de productos para atender la emergencia, tiene demanda y solidez suficientes como para mantener los programas que antes de los sismos había planteado para el 2018.
El reto fuerte está en los subsidios, donde habría que esperar que las partidas destinadas a la emergencia, no le quiten combustible a su programa tradicional. Es más, habría que esperar incrementos al programa de subsidios, que permitan atender emergencia, atender programas previamente establecidos para vivienda rural, y atender también la vivienda urbana, que durante los años recientes ha visto como su monto se va reduciendo para irse a programas de autoproducción asistida.
Claro, se trata de un tema que cae en lo complejo que resulta ajustar el Presupuesto de Egresos de la Federación, pero que hay que considerar antes de esperar que la cadena de producción del sector haga la planeación 2018 sin saber con total claridad los montos que habrá para ese importantísimo segmento del mercado.
No está por demás recordar que si bien el subsidio no fue creado para beneficiar a las empresas, sino a quienes necesitan ese apoyo para poder tener su vivienda, en estos momentos es un insumo fundamental para mantener el dinamismo del segundo sector productivo más importante del país… Y primero si lo medimos en función del número de empleos directos que genera.
Hay emergencia… pero cuidado, porque atenderla como es debido, no puede significar darle un balazo en el pie a un sector que hoy es funda