Pues sí, quizá suene a “fábrica de muebles antiguos”…
Pero el caso es que la preservación del patrimonio cultural, cuando se trata de inmuebles o espacios urbanos, implica actualizar sus usos (aunque en apariencia sigan siendo los mismos) y realizar las obras que permitan que estos usos sean efectivos y el espacio intervenido pueda ser mejorado con base en los nuevos materiales y tecnologías existentes.
Es así que el gobierno de la ciudad de México anuncia la “renovación” del Zócalo; la plaza pública más importante del país, espacio que ha sido testigo y protagonista de muchos de los eventos que han marcado nuestra historia y que, si queremos preservar, debe ser recurrentemente intervenido.
Lo que se va a hacer en el Zócalo es simple; reconociendo su carácter de espacio público fundamental, se ampliará la plancha tomando para ello uno de los carriles del arroyo vehicular, lo que además, está totalmente en línea con las nuevas tendencias que buscan reducir el uso del automóvil.
Adicionalmente, se mejorarán los cruces peatonales que unen la plaza con las banquetas que la rodean y se instalará el mobiliario y equipamiento urbano necesario para complementar el proyecto.
Hacer esto bien implica cambiar el piso de la plancha, garantizando que el nuevo sea de alta resistencia y duración, para lo que se eligió concreto hidráulico.
La intervención, que tendrá un costo de 150 millones de pesos, será coordinada por la Autoridad del Espacio Público de la #CDMX, que tiene como titular a Roberto Remes, y cuenta con el respaldo de expertos en lo técnico, pero además, con el aval y la supervisión constante de especialistas en materia de restauración de monumentos históricos, adscritos al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
NI hablar, cuando se trata de temas urbanos, incluso las zonas patrimoniales siguen siendo órganos vivos que necesitan actualizarse…