Novaceramic participa en la primera etapa de la escuela en colaboración con Comunal Taller de Arquitectura y alumnos del Bachillerato Rural Digital No. 186.
Ante la necesidad de contar con un espacio de enseñanza, la comunidad de Tepetzintan de la Sierra Nororiental en Puebla emprendió el proyecto de la «Escuela Rural Productiva», con el que a través de la autoconstrucción los habitantes de la localidad hicieron esto realidad.
Mariana Ordóñez Grajales, Socia Fundadora de Comunal Taller de Arquitectura desde 2015 estuvo trabajando en el área sobre un ejercicio de vivienda para aprovechar el material de bambú, y así generar un proyecto de vivienda en la región por medio de subsidios de Gobierno de mayor calidad, donde surgió toda esta idea por medio de talleres con alumnos del Bachillerato Rural Digital No. 186.
En entrevista para Centro Urbano, Jessica Amescua Carrera, Socia del Taller aseguró, que el proyecto contempla un sistema constructivo modular y prefabricado con materiales locales e industrializados, además inició su construcción en 2017 de manera colaborativa con los alumnos, padres de familia y habitantes de la comunidad, quienes aportaron bambú y piedra, terreno comunal para la construcción del proyecto y faenas para acarreo de materiales.
Amescua Carrera indicó que a pesar de las aportaciones comunitarias, existen materiales necesarios para la construcción del proyecto que únicamente pueden adquirirse con recursos económicos, por lo cual su equipo gestionó alianzas y donativos con empresas como Novaceramic, Rotoplas, Ecolam (lámina ecológica), la Secretaría de Cultura donó 600 bultos de cemento y luminarias; además se contó con el apoyo internacional del Fondo Canadá para Iniciativas Locales (FCIL) y fondos obtenidos a partir de campañas realizadas por Comunal.
Añadió, “Una de las primeras puertas que tocamos fue Novaceramic, porque el proyecto está constituido a través de una vinculación entre materiales locales que son la piedra y el bambú, y luego un sistema estructural a partir de materiales industrializados como el tabique, el cemento y unidades de concreto que pudieran ser aprobados por el INIFED (Instituto Nacional de la Infraestructura Física Educativa)”.
Asimismo, refirió que a la firma le gustó la idea porque es un desarrollo de índole social donde sus ladrillos aparentes de acabado liso pueden usarse en conjunto con los materiales que la comunidad aporta para el proyecto.
La socia detalló, “la escuela se divide en 3 etapas, la primera a través de donaciones, la cual fue terminada en 2018 con 192 m2, la segunda que está en etapa de construcción de un aula con un espacio para baños y una cancha para actividades recreativas. Y la tercera etapa es colocar otro espacio de servicios con cocina así como una tienda. El área total del proyecto es de 1,530 m2”.
Los mismos alumnos propusieron tres aulas, un huerto de hortaliza, un huerto medicinal para la recuperación de herbolaria y medicina tradicional, siembra de milpa, cocina-laboratorio para la producción de ungüentos, cremas y jarabes, así como un taller práctico en donde pudieran seguir aprendiendo acerca del bambú y otros materiales locales para la construcción y elaboración de estructuras y mobiliario.
Amescua Carrera sostuvo que los jóvenes de la comunidad, el comité de construcción y el maestro Pablo López, han logrado construir un espacio educativo que trasciende a un proyecto arquitectónico y así reconsidera la forma de impartir educación en zonas rurales.
Fotos: Onnis Luque y Comunal Taller de Arquitectura