La Ciudad de México, particularmente, cuenta con 35 sitios dentro del territorio nacional considerados Patrimonio Mundial por la Unesco
“Si no se protege el patrimonio, se pierde la memoria, y al hacerlo se pierde parte de nosotros”, advirtió Luis Arnal Simón, secretario técnico del Comité de Análisis para las Intervenciones Arquitectónicas de los campus de la UNAM.
Todas las obras históricas son producto de un largo proceso, sin embargo, el arte y la arquitectura se van transformando con la creación de nuevas imágenes visuales que conforman un nuevo contexto y con ello, una ciudad nueva.
La Ciudad de México, particularmente, cuenta con 35 sitios dentro del territorio nacional considerados Patrimonio Mundial por la Unesco; 38 de 52 inmuebles declarados monumentos artísticos por en INBAL y 3 mil 39 fichas de inmuebles históricos, incuidas en el Catálogo Nacional de Monumentos Históricos del INAH, lo que evidencia la riqueza cultural, artística e histórica que posee.
Los monumentos se consolidan históricamente como un vehículo de transmisión de identidad cultural, conocimiento o intervención:
«La gente ocupa los muros o los edificios para transmitir un mensaje, una inquietud, incluso una protesta», precisó el experto.
Esta intervención considerada como vandalismo cuenta también con un valor simbólico y es necesario que las pintas sean documentadas minuciosamente por profesionales para mantener viva la memoria colectiva sobre lo sucedido, así como las causas que lo derivaron.
La expresión “se ha ido modernizado y ahora se aplica a cualquier cosa que tenga trascendencia para la sociedad”, señaló el experto en restauración, quien subrayó que, pese a la evolución, la definición mantiene su esencia como memoria o recuerdo.
Los monumentos son parte del legado cultural que posee la Ciudad de México y el país, como también lo son la gastronomía, las tradiciones y costumbres, el arte, la lengua y todo lo demás que nos identifica como mexicanos y que conforma nuestra historia y patrimonio.