“El tráfico ilícito de obras artísticas y de patrimonio cultural sigue las rutas de las peores prácticas que tiene la humanidad”, dijo Pedro Ángeles del IIE UNAM
De acuerdo con Pedro Ángeles Jiménez, coordinador de la Unidad de Información para las Artes (Uniarte), del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la documentación del patrimonio cultural juega un rol clave para su protección ante el tráfico ilícito de piezas arqueológicas u obras de arte; así como para una mejor comprensión del legado histórico y artístico del país.
“El robo de arte sacro y la sustracción de bienes en zonas arqueológicas semiexploradas o sin explorar, sin vigilancia continua, hace urgente un sistema de documentación adecuado. Es un pendiente que tenemos con la sociedad y debemos trabajar para que se dé con las mejores características. El tráfico de obras artísticas y de patrimonio cultural sigue las rutas de las peores prácticas que tiene la humanidad”, aseveró.
No obstante, el especialista señaló que, en México, la organización del conocimiento del patrimonio cultural, mediante la catalogación y la documentación, no tiene todavía el arraigo que quisiéramos.
Ángeles explicó que, cada vez que en un museo se recibe una obra, se genera un registro donde se detalla el estado en el que llegó, quién la entregó, cómo fue adquirida, etcétera; así como sus medidas y su número de inventario.
“Sin embargo, vemos que los museos presentan diferencias cuando integran la información; hay algunos con grandes adelantos y otros tienen grandes problemas”, agregó.
De igual manera, destacó que, en el país, las instituciones nacionales realizan grandes esfuerzos en materia de documentación y catalogación del patrimonio cultural. Por ejemplo, los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes y Literatura (INBAL) han recibido atención para determinar su acervo; pero el patrimonio se extiende más allá de los museos, pues hay también zonas arqueológicas, templos y edificios históricos.
“Nuestras instituciones están en camino de seguir los estándares internacionales y agrupar mejor la información del patrimonio cultural de México. Ese es el camino y el reto que como país tenemos a futuro. Hay que darle relevancia académica al tratamiento de los datos, pero también utilidad; por ejemplo, durante el sismo de 2017, nos preguntamos qué patrimonio se había dañado. Tardamos mucho en tener una respuesta clara, porque no tenemos catalogado todo”, indicó.
