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Sala de la Orquesta Filarmónica luce diseño contemporáneo

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Este recinto estrena arquitectura sonora luego de casi 10 meses de trabajos de remodelación

Luego de 10 meses de trabajos de remodelación, la Sala Silvestre Revueltas, sede de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM), estrena arquitectura sonora que además de hacerla lucir un diseño contemporáneo, destaca por su brillantez acústica, equiparable a la mejor sala del mundo: la Symphony Hall de Boston, ambas con un tiempo de reverberación sonora de 1.8 segundos.

Muy lejos quedó su historia como sala de cine que, en la década de los setenta del siglo pasado, se convirtió en un lugar para música sinfónica, comentó en entrevista el arquitecto Eduardo Saad Eljure, quien en ambas ocasiones realizó los proyectos acústicos.

“El cine se hizo allá por los setenta, era el Imán-Pirámide. Luego vino la adecuación para sala sinfónica. Pasó el tiempo y hasta ahora tuvimos la oportunidad de quitarle los muros (de fibra de vidrio revestidos con una lámina de madera) que absorbían el sonido y no permitían la brillantez de la sala”, relató el especialista.

Para lograr la brillantez acústica de la sala, que abarca una superficie de mil 500 metros cuadrados, explicó que se colocaron enormes plafones convexos en el techo y se revistieron los muros con lambrines ligeramente inclinados para evitar ecos, ambos elaborados con madera tzalam (o nogal mexicano), material de alta resistencia a la humedad y al paso del tiempo, pero sobre todo, un excelente reflejante del sonido.

“Con esta adecuación, todos los materiales que pusimos son para que brille el sonido, para que la gente sienta que el sonido le envuelve, pero sin perder definición, que escuche cada instrumento, que sepa de dónde viene el sonido, que tenga direccionalidad y que el director y los músicos se oigan entre sí para que vayan a tono”, describió Saad Eljure.

Además de la colocación de plafones y lambrines, se hicieron otras adecuaciones en la sala para que exista plenitud de tono y brillo del sonido, expresó el especialista —a quien por su trayectoria, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) le puso el nombre de Eduardo Saad al Laboratorio de Acústica de la Facultad de Arquitectura—.

De esta manera, en la Sala Silvestre Revueltas se cerraron algunas rejillas, se instaló un nuevo sistema de aire acondicionado, se sellaron las puertas del espacio, se colocaron puertas dobles de vidrio en la entrada para evitar ruidos del exterior, pues a decir del arquitecto el silencio es la primera cualidad de una sala sinfónica.

“Para que haya buen sonido se necesitan cuatro elementos: primero, que sea silencioso el lugar; segundo, una buena distribución para que el sonido fluya; después tiene que haber adecuado nivel de sonoridad, eso quiere decir que con los muros y con la intensidad se debe acariciar los oídos de la gente, y por último, que haya equilibrio”, expuso.

El equilibrio entre bajos y agudos se consiguió con los lambrines inclinados. “No conviene que suenen mucho los bajos, porque se pierden los agudos, tienen que equilibrarse. La sala es un instrumento más, por eso tiene forma de violín, porque el sonido es como si fueran pompas de jabón esféricas, que chocan con la pared y reflejan”.

Con respecto al volumen, el arquitecto con posgrado en Acústica Arquitectónica, Aire Acondicionado y Prefabricación por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), aclaró que los plafones presentan huecos para que tenga mayor intensidad, pues a mayor volumen existe más brillantez; es decir, el sonido tarda más en desaparecer, en bajar 60 decibeles, por tanto el tiempo de reverberación de la sala es excelente.

Aunado a lo anterior, expuso que las butacas son acojinadas y está calculado para que no cambie la acústica cuando haya concurrencia limitada, con aforo para casi mil 200 personas; además, se quitaron algunas butacas de los pasillos externos por seguridad, para que el público desaloje rápido en caso de alguna eventualidad.

“También se pusieron algunos barandales, porque el sonido debe pasar, no debe haber nada que rebote, porque hace eco, y se colocó alfombra en los pasillos para que no se escuche el taconeo cuando entren las personas; no se alfombró todo porque la sala pierde brillantez, y se instaló una bocina central”, mencionó el especialista

Al haber sido diseñada como una sala de cine, consideró que la isóptica de la Silvestre Revueltas es perfecta, con un escenario elevado y butacas escalonadas (en pendiente) que permiten tener una correcta visión en cualquier lugar donde se esté sentado; además, con la nueva arquitectura acústica, el público sentirá que está muy cerca de los músicos.

Para optimizar los recursos, se aprovecharon las lámparas de leds de última generación renovadas en 2015, cambiando sólo la tonalidad de la iluminación del escenario a un color ámbar para que los músicos tengan mejor visión de las partituras, a la vez que crean una atmósfera cálida.

Los trabajos de rehabilitación de la Silvestre Revueltas y del CCOY, dirigidos por el arquitecto José Allard, también incluyen adecuación de las puertas del escenario para facilitar la entrada de enormes instrumentos, como los pianos de cola; accesibilidad del lugar con la instalación de rampas; remodelación del vestíbulo, para que exista mejor acústica cuando haya pre conciertos de cámara, y mantenimiento en las instalaciones sanitarias de los baños.

Por las características de la Sala Silvestre Revueltas, Eduardo Saad aseguró que después de hacer pruebas acústicas: “la sala está entre las mejores del mundo, tiene el mismo equilibrio, brillantez y definición que el Symphony Hall de Boston, que el Concertgebouw de Ámsterdam, que el Stadtcasino de Basel, en Suiza, o que el mismo Musikverein de Viena”.

Con el servicio mayor, el Director Artístico y Titular de la OFCM, Scott Yoo, comentó que el sonido de la sede de la Filarmónica “no es que sea 100% diferente, sino que es 400% diferente. La sala tiene una calidez que jamás había mostrado, además de una reverberación o continuidad del sonido que la hace muy agradable y cómoda para los músicos. Estoy muy impresionado por lo que los expertos y contratistas lograron; además, embellecieron el lugar”.

Desde la entrada, el público también apreciará los cambios que se hicieron en la fachada del Centro Cultural Ollin Yoliztli, con una nueva cromática, que va del azul al gris y blanco. El proyecto de la nueva intervención, que cuenta con el apoyo de la empresa Comex, es del artista chiapaneco Raymundo Sesma, quien hace más de una década también diseñó los muros exteriores del conjunto.

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Dinorah Nava

Editora de Contenidos y Estrategias Digitales en Centro Urbano y Coeditora en Periódico Mi Casa. Egresada de la licenciatura en Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón (UNAM). Amante de la edición y corrección de estilo, las redes sociales y el mundo digital. Especialista en temas son arquitectura, inmobiliario y urbanismo.


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