El proyecto forma parte de las acciones que el Instituto lleva a cabo para atender los bienes patrimoniales afectados por los recientes sismos
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) lleva a cabo acciones para atender los bienes patrimoniales afectados por los recientes sismos, por lo que especialistas adscritos a los Centros INAH de Guerrero y Zacatecas, así como a la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC) de la misma institución, y de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, avanzan en la atención que desde el 19 de septiembre otorgan a la Parroquia de Santa Prisca en Taxco, Guerrero.
En un recorrido con medios de comunicación, el arquitecto Arturo Balandrano, coordinador nacional de Monumentos Históricos del INAH, descartó la existencia de daños estructurales graves en este icónico inmueble del siglo XVIII, de acuerdo con los estudios hechos por un equipo multidisciplinario de expertos, apoyados en tecnología de vanguardia y metodologías de primer orden.
Acompañado de los directores de los Centros INAH de Guerrero y Zacatecas, Blanca Jiménez Padilla y Carlos Augusto Torres, respectivamente, Balandrano señaló que Santa Prisca es un portento arquitectónico y artístico del barroco de América, y es atendida de manera coordinada con apoyo del Centro INAH Zacatecas. Hasta el momento, dijo, se tienen registrados 27 inmuebles afectados en el municipio de Taxco, once de los cuales se encuentran en la cabecera.
Blanca Jiménez indicó que en cumplimiento del compromiso presidencial fijado el pasado 30 de septiembre, la nave principal de Santa Prisca reabrirá al culto y a la visita pública en 15 días.
Por su parte, Carlos Augusto Torres, titular del Centro INAH Zacatecas, quien lidera una brigada de ocho profesionales —entre arquitectos, ingenieros civiles y arquitectos-restauradores— que desde el pasado 22 de septiembre laboran junto con sus homólogos guerrerenses, comentó que el plan de acción en Santa Prisca está dividido en tres ejes.
El primero de ellos, ya concluido, tuvo que ver con labores emergentes: la aplicación de un impermeabilizante provisional en agrietamientos generados en áreas altas del transepto y el presbiterio, que de no atenderse hubiesen causado filtraciones hacia los invaluables bienes culturales que se encuentran al interior del recinto. En total se hizo el calafateo de 85 metros lineales de fisuras.
En la Sala Capitular, donde el sismo causó grietas que propiciaban filtraciones de agua y debilitamiento en la viguería, se hizo un apuntalamiento preventivo y se retiraron 19 pinturas sobre lienzo a las cuales se embaló y colocó en áreas del templo como la sacristía, que no tuvieron afectaciones de consideración.
Asimismo, y debido al desplome de un pináculo en el costado sur de la parroquia, se instaló un puente provisional de 2.5 metros en la calle del Arco, del centro histórico taxqueño, cuya techumbre tiene el objetivo de proteger a los peatones ante la eventual caída de aplanados u otros elementos en caso de presentarse un nuevo sismo, o réplicas, en el corto plazo.
Las acciones emergentes incluyeron la realización, durante tres días, de 200 tomas con escáner láser para precisar si existían desplomes o cambios en la nivelación del edificio. También se hicieron siete mil 432 fotografías aéreas y 11 mil 469 fotografías con dron que brindaron vistas detalladas de zonas de difícil acceso como la linternilla de la cúpula principal.
A partir de estos datos se establecieron los dos ejes de acción restantes: la revisión minuciosa de la nave principal y la conformación de un expediente técnico que se entregará a la compañía aseguradora, y con el cual se elaborará un catálogo de conceptos para determinar los montos y procedimientos que requerirá la restauración del inmueble. Se prevé una inversión de ocho millones de pesos.
Los delegados del INAH en Zacatecas y Guerrero informaron que después de dicho trabajo emergente, una vez liberado el recurso financiero, se estima que se requerirá de seis meses para la restauración y apertura general del templo.
Señalaron que muchas de las acciones, fueron realizadas gracias al apoyo del gobernador de Guerrero, Héctor Astudillo Flores, a través de la Secretaría de Obras Públicas, así como por el respaldo de la propia Parroquia de Santa Prisca y San Sebastián, por medio del Pbro. Osvaldo Gómez.
Restauradores suman esfuerzos en Santa Prisca
Expertos zacatecanos, de la CNCPC y un grupo de 11 estudiantes de la carrera de Conservación y Restauración de Bienes Muebles Culturales y la Facultad del Hábitat de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (con Marco A. Zermeño como profesor responsable), laboran diariamente desde su arribo a Taxco el 23 de septiembre.
Miriam Pineda, restauradora del Centro INAH Zacatecas, indicó que la atención se ha hecho en distintos frentes. Uno de ellos está en los pináculos, estructuras de 2.50 metros de altura y una tonelada de peso, que rematan las esquinas y cúpulas del edificio.
Detalló que tras el sismo, dos pináculos colapsaron por lo que deberán ser repuestos en la fase de restauración. Asimismo, se identificaron ocho pináculos más con afectaciones: cuatro que únicamente requirieron embalaje en su sitio, y cuatro que debido a situaciones como la pérdida de sus juntas y el movimiento que presentaron sobre sus cornisas, tuvieron que retirarse y resguardarse como medida precautoria.
Tras los informes sobre deformaciones en el piso de la parroquia, se empleó una estación topográfica para buscar ondulaciones, concluyendo que los cambios son muy pequeños y no representan problema. De igual modo se identificó que el órgano de Santa Prisca se desafinó por el movimiento telúrico y registró leves roturas en algunas de las flautas.
Sobre la limpieza realizada en los seis retablos ubicados en los costados norte y sur de la nave principal de Santa Prisca —cuya altura es de 10 metros en el caso de los ubicados bajo el coro, y 12 metros en los cuatro restantes—, el restaurador conservador Luis Huidobro, de la CNCPC, indicó que se retiraron aproximadamente 60 kilogramos de polvo.
“Personal debidamente capacitado y protegido usó una brocha de pelo suave para arrastrar el polvo hacia un tubo de aspiradora ubicado a una distancia segura, con lo cual evitamos un contacto directo con los retablos. Es decir, protegemos al máximo la obra para asegurarnos de no causar ni el más leve desperfecto en ella”.