Prejuicios sobre ingresos, estabilidad laboral y preferencia sexual, algunas de las barreras para rentar
Estudiantes, trabajadores freelancers, homosexuales y foráneos, son quienes tienen más dificultades al momento de buscar rentar una vivienda, ya que se enfrentan a una serie de procesos discriminatorios, aseguró Antoine Pérouze, director de Dada Room, portal inmobiliario enfocado a las rentas compartidas.
Según cifras del censo de población de 2010, alrededor de 7% de la población del país ha migrado dentro de México, los jóvenes entre 20 y 35 años son los que más cambian de ciudad o estado, pero cuando van a otras ciudades el primer obstáculo que tienen es encontrar un alojamiento.
“Requisitos como un aval con propiedad dentro de la ciudad, historial crediticio, referencias personales y laborales, comprobantes de ingresos, son los que más dificultan el acceso a una vivienda renta para foráneos, sean nacionales o extranjeros”, explicó Pérouze.
Dentro de este grupo, los estudiantes son los que tienen más inconvenientes, pues la falta de documentos se suma a su bajo nivel de ingresos. Además, otro problema que se presenta es la discriminación, en la última Encuesta Nacional sobre Discriminación en México (Enadis), 27% de los encuestados refirió que no permitiría que en su casa vivan extranjeros.
También se ha notado que algunos arrendatarios cometen algunos abusos con estos grupos de la población, esto ocurre al pedirles varios meses de renta por adelantado o depósitos debido a la supuesta falta de confiabilidad en el inquilino por ser extranjero.
En cuanto al sector poblacional que trabaja bajo el modelo freelance, es decir, los trabajadores independientes quienes, al no tener un ingreso recurrente, pueden verse en graves dificultades debido a su estilo de vida.
“A la hora de elegir un inquilino, los clichés y estereotipos persisten; para muchos propietarios un estudiante es sinónimo de fiesta y falta de solvencia, mientras que un freelancer significa inestabilidad financiera. Además, muchas veces no pueden cumplir con los tediosos procesos de investigación de antecedentes crediticios que requieren los corredores”.
Aunque el sector que más sufre discriminación en este tipo de búsquedas es la Comunidad Lésbico, gay, bisexual, transexual, transgénero, travesti e intersexual (LGBTTTI), se estima que en el país al menos 3.6% de la población pertenece a ella.
Según datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), 7 de cada 10 personas están totalmente de acuerdo en que no se respetan los derechos de las personas homosexuales en México.
Aunque 4 de cada 10 personas no estarían dispuestas a permitir que en sus casas vivan personas homosexuales.
Ophelia Pastrana, promotora de la cultura digital, divulgadora científica y youtuber transgénero, consideró que la situación ha evolucionado positivamente en los últimos años, pero existe un problema de alojamiento en la comunidad LGBTT por dos razones.
“Para empezar, en la comunidad LGBTTTI hay mucha gente que la corren de sus casas, no siempre tienen un ingreso fijo y se ven ante la situación de no tener dónde vivir. Si a esto sumamos que algunos sufren discriminación laboral, se refleja inmediatamente en el tema de la vivienda por falta de recursos económicos o estabilidad laboral, son mucho más vulnerables para cumplir con los requisitos de las inmobiliarias o los dueños”.
Ante este panorama, cada vez más foráneos, extranjeros, integrantes de la comunidad LGBTTTI, freelancers y estudiantes, optan por soluciones alternativas de vivienda como compartir departamento, ya que pueden tener un hogar con menos dificultades burocráticas y riesgos a ser discriminados.
En una encuesta realizada por Dada Room, 78% de los usuarios indicaron que no tenían inconveniente en compartir su alojamiento con personas de otra orientación sexual, dato que coincide con los resultados de la Enadis que muestran que las personas entre los 18 y 29 años son las más abiertas a la diversidad.
«Nuestra sociedad cambia, es tiempo de que el mercado de bienes raíces también lo haga y haga más eficientes sus procesos. Tener un techo es un derecho básico, al igual que acceder a la educación o a las oportunidades laborales, por lo que todos debemos trabajar para hacerlo posible», concluyó Pérouze.