Por Dolores Franco.
Actualmente los habitantes de la CDMX estamos enfrentando lo que parece un final de sexenio adelantado y con ello van de la mano la construcción de una gran cantidad de obras de último momento. Todo esto con el fin de simular la entrega de buenas cuentas, que sirvan como referente para consolidar el siguiente proyecto personal del político en turno. En este contexto, la programación de obra es mínima, los atropellos y las descoordinaciones se suman y las tareas de consulta, participación e involucramiento ciudadano son nulas.
En enero del 2017 la presente administración anunció la construcción de una línea de Metrobús en Paseo de la Reforma. Es importante resaltar que esta avenida es la favorita para que todas las administraciones pongan su sello en ella y continuamente se encuentra intervenida por las autoridades delegacionales y otras dependencias del gobierno: como son la Autoridad del Espacio Público, la Secretaria de Medio Ambiente, la Secretaria de Movilidad y ahora la Secretaria de Obras.
En este contexto tan complejo una de las demandas ciudadanas tiene que ver con el destino de los árboles, es interesante el valor ambiental que puede tener esta masa arbórea si consideramos que hace sólo algunas semanas estuvimos en contingencia ambiental varios días por la mala calidad del aire. En estas obras se establecen supuestas medidas de mitigación que en la mayor parte de los casos resultan irrisorias. Talan árboles de entre 10 y 20 años y en su lugar siembran varas que no sobreviven ni el primer año.
Por supuesto que se reconoce la trascendencia de una obra que ayudará a eficientar la movilidad urbana sustentable de la ciudad y en específico de ese corredor, pero ¿y los árboles qué? ¿Porqué no podemos tener transporte masivo de calidad, con mínimo impacto para la zona dónde se instala? ¿Porqué tenemos que enfrentar la disyuntiva de escoger entre tener una cosa u otra?
Hagamos las cosas bien desde un inicio, sin importar que esto ocurra al término de la administración. Lamentablemente parece que las lecciones del rechazo ciudadano al Corredor Cultural Chapultepec no han permeado en las diferentes entidades del gobierno que incluso ante el fallo de suspensión del juez, afirman que la obra “va por que va!”
Diversas organizaciones de la sociedad civil vinculadas con el tema de movilidad han salido a respaldar las bondades técnicas de la Línea 7 de Metrobús, las cuales no se cuestionan. Sin embargo, en este escenario con prisa y dictatorial de las autoridades de gobierno, acompañado del respaldo de las organizaciones de la sociedad civil, ¿dónde queda la genuina preocupación por la tala indiscriminada que se tiene programada? y que se ha venido realizando en el resto del corredor ¿cuál de los actores que están involucrándose en el proceso retoman la preocupación ciudadana y proponen una solución?
El espacio público es un bien común que es propiedad de todos y todas en la CDMX, porque así lo establece la Constitución. En este nuevo marco de derechos debemos evitar claudicar ante cualquier proyecto o acción de gobierno que intente callar nuestra voz.
Este marco de derechos que curiosamente fue impulsado por esta administración, no es irrenunciable y señala de manera muy clara: el derecho al medio ambiente sano, el derecho al espacio público, el derecho a la movilidad y derecho al buen gobierno. En ningún lado de la Constitución dice que se puede optar por un derecho u otro, porque el gobierno tiene la obligación de garantizarlos todos.
Pero para hacer viable este planteamiento se necesita trabajar con nuevas formas de gestión urbana que permitan garantizar la viabilidad de los proyectos. No se cuestiona la pertinencia de la obra, pero los ¿cómos? Pueden y deben ser diferentes si se abordan las preocupaciones ciudadanas y se incluyen en la agenda.
Más allá de radicalizar posturas es hora de concertar y realizar ajustes en el mejor de los ánimos y tratando de construir en positivo. En las próximas semanas veremos si realmente existe capacidad técnica y voluntad política para ello; y, si realmente las diversas organizaciones de la sociedad civil a favor y en contra, cuentan con la capacidad para facilitar la interlocución, como legítimos representantes de la ciudadanía; incorporando a sus opiniones expertas, las opiniones del ciudadan@ de a pie, que al igual que ellos es dueño de ese espacio común que compartimos y que llamamos ciudad.
Más que un “va porque va!” me hubiera gustado escuchar que la Línea 7 de Metrobús va! Porque junt@s haremos que vaya, así como se repetía al inicio de la administración “decidiendo juntos”.
Dolores Franco
Cuenta con estudios en Urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México y estudios de maestría Gestión Urbana por la Universidad de Barcelona; actualmente docente de la Licenciatura en Urbanismo de la UNAM, articulista en la revista City Manager; así como miembro activo del Colegio de Urbanistas de México, entre otros.
