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Transformación urbana en La Condesa y la conservación del patrimonio

Hablemos de Urbanismo |

Por Natalia Rivera Scott.

Un día escuché a un amigo decir “por mí que tiren todo lo viejo, que es feo y que sigan construyendo edificios de departamentos”. Vivíamos juntos en La Condesa.

Para mí “lo viejo” es lo que debería quedarse, lo que deberíamos conservar, es lo valioso, es esa joya de edificio que te encuentras alguna calle de la colonia Condesa. Para mí, “lo viejo” ha sido atacado por horrorosos edificios de departamentos de 60m2, de precios impagables, que tienen acabados chafas, espacios “muy in” pero poco prácticos, con muros de tabla roca, forrados de concreto. Yo considero atroz el demoler un edificio antiguo para construir un estacionamiento o un inmueble que, si bien no rompe del todo con la estética del lugar, es culpable indirectamente del deterioro de un lugar histórico.

Se rescatan pocos lugares. La polémica restauración del Foro Lindbergh en el Parque México, que costó arriba de 25 millones de pesos, bien o mal ejecutada, es un buen ejemplo de lo que se puede hacer para recuperar parte de la esencia de la Condesa, para evitar que todo en su entorno cambie o se pierda.

 

Esta antigua colonia cumplió cien años en el 2002 y ha sufrido una transformación impactante de la década de los noventas para acá. Podemos observar todavía arquitectura de finales del S. XIX, edificios del S. XX con estilos eclécticos, neoclásicos y art decó, funcionalistas y racionalistas. El número de inmuebles catalogados desde 1983 es aproximadamente de 250, pero sabemos que en México ser inmueble catalogado no garantiza nada, ahora, con mayor frecuencia se demuelen casas y edificios de esta categoría. Aclaro que estoy excluyendo a los inmuebles fracturados que representan un riesgo. Estoy hablando de cómo creemos que es necesario sustituir lo existente por algo nuevo, cómo no se valora lo increíblemente hermosa que es una colonia así, llena de historia.

Creo que nos han educado a ver “lo viejo” como algo feo, que no vale la pena, que es sucio y que se puede desechar, que carece de valor. Para quienes somos felices rodeados de lo antiguo, que sonreímos con los detalles en piedra que esconden las joyas arquitectónicas de este lugar en el que obviamente buscamos vivir (y en el que de hecho ocupamos los que le damos el valor que tiene, no porque está de moda). La veloz pérdida de patrimonio arquitectónico depende no solo de la demanda por la vivienda sino, en mi opinión, por la falta de educación de las instituciones gubernamentales encargadas de la planeación urbana y de la “protección y conservación” del patrimonio.

Llevo más de ocho años trabajando en la restauración de inmuebles históricos. Sí, sí hay recursos en Cultura y Obras Públicas, siempre los hay. Creo que se podrían destinar recursos para invertir en el rescate y conservación del patrimonio arquitectónico existente, para respetar fachadas, por ejemplo, y remodelar interiores y se logre convertir el interior de estos lugares en sorprendentes departamentos, todo esto sin sacrificar espacios importantes para tan mágico lugar. El patrimonio artístico y arquitectónico es de todos y su conservación depende de nosotros.

 

Rest. Natalia Rivera Scott. Es especialista en pintura sobre tela y madera, egresada del Istituto per l’arte e il restauro Palazzo Spinelli en Florencia, Italia.

Twitter: @nat_riverascott

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