El Palacio de Bellas Artes celebra 91 años de su inauguración, consolidado como el máximo ícono cultural y arquitectónico de México
Un día como hoy, 29 de septiembre, pero de 1934, se inauguró, en la Ciudad de México, el Palacio de Bellas Artes, un proyecto que había comenzado con ambiciosos sueños de modernidad, pero que enfrentó desafíos técnicos, políticos y artísticos para convertirse no solo en un recinto cultural, sino en un símbolo nacional.
Orígenes y obstáculos: de Boari a Mariscal
La construcción del Palacio comenzó en 1904, bajo la dirección del arquitecto italiano Adamo Boari. La intención era erigir un gran centro cultural que reemplazara al Teatro Nacional y respaldara la visión moderna del Porfiriato.
Sin embargo, el terreno del centro histórico de la ciudad —blando, con bases geológicas inestables— presentó hundimientos y complicaciones estructurales que obligaron a detener la obra varias veces.
La Revolución Mexicana y las crisis económicas interrumpieron los trabajos durante décadas, y no fue sino hasta 1932 cuando el arquitecto mexicano Federico Mariscal retomó el proyecto con modificaciones y logró concluirlo en 1934.
Un recinto con múltiples rostros
El Palacio de Bellas Artes es un edificio de estilos mixtos: el exterior fusiona elementos Art Nouveau y neoclásicos, mientras que el interior está dominado por el Art Déco.
Destacan en su diseño:
- La cortina de escenario de cristal plegable, hecha por Tiffany & Co. en Nueva York, que representa volcanes mexicanos. Es única en su tipo por su técnica y peso.
- Murales de renombrados artistas del muralismo mexicano como Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Jorge González Camarena y Rufino Tamayo.
- Obras específicas como ‘Nueva Democracia’ de Siqueiros, y el díptico Apoteosis de Cuauhtémoc, también de Siqueiros, que engalanan sus interiores como expresión política y artística.
- Salas de exposiciones, teatro lírico, danza, música y arte plástico: un recinto multifuncional que ha albergado eventos de alcance nacional e internacional.
El acto inaugural y su legado
La inauguración formal del Palacio fue presidida por Abelardo Rodríguez, quien encabezaba el gobierno mexicano en ese momento. El evento, según registros de la Filmoteca de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), tuvo lugar tras años de espera y ansiedad colectiva por conocer el nuevo palacio de las artes.
Ese día, el recinto recibió a la ciudadanía como una promesa cultural: un espacio donde convergen las artes más elevadas con la identidad mexicana. Desde entonces, se convirtió en sede de estrenos de ópera, presentaciones de danza, muestras plásticas y actos ceremoniales.
Retos actuales y su cuidado patrimonial
A lo largo de décadas, el Palacio ha requerido mantenimiento continuo. Su suelo, proclive al hundimiento, exige vigilancia estructural constante.
En 1987 fue reconocido como Monumento Artístico por la UNESCO, valorando su relevancia cultural e histórica.
En su nota oficial por este aniversario, la Secretaría de Cultura lo describe como “el recinto cultural más emblemático del país”, destacando que en sus muros conviven memoria, arte, innovación y la riqueza simbólica de México.
91 años que trascienden
Hoy, 91 años después de su inauguración, el Palacio de Bellas Artes continúa como un epicentro cultural. No es solo un museo o teatro: es un lugar que invita a la reflexión sobre la identidad, la historia, los retos del patrimonio y el valor del arte como elemento vivo en la ciudad.
